diciembre 14, 2024
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enero 29, 2021 | 322 vistas

Francisco Ramos Aguirre.-

Parte de la vida de Marte R. Gómez transcurrió en una atmósfera de rigor castrense. Cuando nació en Reynosa, Tamaulipas (1896), su  padre, Rodolfo Vidal Gómez, era un militar porfirista adscrito a esta plaza, que abarcaba en sus funciones un tramo fronterizo. Su encomienda era perseguir a Catarino Garza y sus rebeldes en contra del presidente Porfirio Díaz. A pesar de tener un plan específico para derrocarlo, Gómez le resta crédito a esa lucha porque según él se trataba de un personaje: «…a medias contrabandista, a medias revolucionario».

Apenas adolescente se inscribió en la Escuela de Agricultura de San Jacinto, institución militarizada donde lo sorprendió la Revolución Mexicana. Egresó como Ingeniero Agrónomo Hidráulico, incorporándose inmediatamente a las Comisiones Agrarias del Sur en Morelos y Yucatán, promovidas por Emiliano Zapata, Salvador Alvarado y Felipe Carrillo Puerto. Los escenarios de violencia revolucionaria y cercanía con los principales protagonistas no le fueron ajenos a lo largo de su vida.

Muy joven se involucró en las actividades políticas, gracias a su relación con el abogado victorense Emilio Portes Gil, a quien acompañó cuando era gobernador de Tamaulipas. Al morir Álvaro Obregón, Portes ascendió a la presidencia de México y durante más de 20 años encabezó un grupo de enorme influencia en su estado natal.

Gómez fue gobernador de Tamaulipas (1936-1940) durante la presidencia de Lázaro Cárdenas. Su administración estuvo enmarcada por la postura nacionalista de los gobiernos revolucionarios, quienes promovieron el consumo de productos locales para afrontar la crisis económica del país.

Al tomar posesión estaba casado con Carmen Rodríguez, de origen campechano. De manera poco visible, lo acompañó la mayor parte de su encomienda como primera dama de la entidad. Además de ser muy celosa, debemos considerar que la ausencia de los reflectores se debió a su precaria salud, producto de achaques neurológicos. Además, en aquellos tiempos la política era un asunto de hombres. De hecho, los periódicos locales casi no mencionan a la consorte de Marte en actos públicos o de beneficencia.

El 12 de diciembre de 1939 los victorenses se sorprendieron al conocer la noticia del fallecimiento de Carmen, en la capital del país. Ese mismo día, El Gallito notificó que las autoridades cerraron las oficinas públicas y se ordenó un día de luto en la entidad. De cualquier manera el duelo fue relativamente breve para Gómez. Sin transcurrir un año, contrajo matrimonio con María Esther Leal, joven maestra egresada de la Normal de Victoria, a quien el agrónomo veía transitar por las mañanas desde sus oficinas de Palacio de Gobierno, en la Avenida 17.

La fuerte influencia de la campaña nacionalista, auspiciada por el Bloque Nacional Revolucionario de la Cámara de Diputados entre 1929-1935, alcanzó la administración de Gómez. En esos tiempos de austeridad, se pedía a las mujeres integrar la Unión Nacionalista de Damas Mexicanas para promover la compra de: «…artículos de producción nacional» y exhortaba a las féminas para que durante La Semana Nacionalista, no comprara productos extranjeros: «…sobre todo si son de lujo».

Otro de los detalles que atraen la atención desde el punto de vista sociológico es la construcción de una impactante imagen masculina relacionada con el charro mexicano. Siempre en actitud bravía, dominante, montado a caballo, sombrero ancho, pistola al cinto y una botella de tequila o mezcal en la mano. Estos elementos generaron un México verdaderamente violento, sobre todo en el cine y en la vida cotidiana, donde imperaba el machismo, la figura varonil y el arquetipo de masculinidad.

Definitivamente ninguno de estos aspectos alcanzó a marcar ni encajó en la personalidad de Marte, quien evitó este modelo adoptado por los políticos de esa época, gracias a su formación intelectual, gusto por el arte, amante de la buena mesa y vasta cultura. Así lo reflejan la mayoría de las fotos, donde aparece con traje y corbata rodeado de artistas, pintores y personajes célebres como Diego Rivera. Siempre elegantemente vestido, raras ocasiones con sombrero de fieltro, reloj con leontina, raramente montado a caballo, mucho menos vestido de charro.

 

‘TENER HIJOS ES HACER PATRIA. HAGA PATRIA EN COLCHONES AMÉRICA’

Por eso llama la atención su temperamento homofóbico cuando gobernó Tamaulipas. Además, generó una tormenta entre la opinión pública por una iniciativa de ley, probablemente surgida de acuerdo a dos hipótesis: la urgencia de recaudar fondos económicos y aumentar el índice de natalidad en algunos municipios del estado.

En noviembre de 1937 envió al Congreso de Tamaulipas la célebre Ley del Celibato, que exigía un impuesto bimestral a todos los varones solteros, viudos y divorciados sin hijos, mayores de veinticinco años de edad, excepto los cónsules extranjeros. Esta disposición exótica y arbitraria generó un gran escándalo que puso al gobernante en el ojo del huracán.

El absurdo decreto contra la soltería motivó una serie de reacciones en contra de la disposición. Los primeros en ampararse fueron los patrones de empresas y compañías petroleras, quienes se negaron a descontar del salario de los trabajadores el porcentaje legal que indicaba la ley. Debido a la lluvia de amparos, la Suprema Corte de la Nación determinó que dicha medida era anticonstitucional y por tanto debía derogarse. Ante estas circunstancias, en mayo de 1938 el Periódico Oficial del Gobierno de Tamaulipas publicó el decreto 223 donde se anula el decreto 176 de la Ley de Impuesto al Celibato. Vale decir que a partir de su aprobación surgieron numerosos comentarios burlones, chistes y caricaturas en periódicos de Tamaulipas y la capital del país, porque se trataba de una «ley marciana», es decir, venida del planeta Marte.

En el libro Las Ocurrencias de Don Arnulfo, del profesor Raúl García García, encontramos algunos comentarios sobre la citada ley, dedicada exclusivamente a fastidiar a los homosexuales de la entidad, en especial a un reducido grupo de victorenses. Atento a los acontecimientos, el poeta repentista Arnulfo Martínez escribió una cuarteta sobre la redada de homosexuales en la Capital tamaulipeca, trasladados por la policía a Ciudad Valles:

 

Si el acuerdo no se anula,

fundarse ha, en ciertos detalles,

los hombres vamos a Tula,

y los jotos van a Valles.

 

Otra extraña animadversión de Gómez se relaciona con los ingenieros civiles, de quienes evitaba su amistad, probablemente por celos profesionales. Uno de ellos, Eduardo Chávez, realizador de una intensa labor hidráulica en los distritos de riego agrícola durante el auge algodonero de la frontera. En poco tiempo, el tabasqueño se ganó el aprecio de los campesinos tamaulipecos, gracias a la infraestructura de canales y bordos que construyó en la cuenca del río Bravo.

El segundo caso corresponde a Candelario Reyes, experto en deslindes ejidales durante la reforma agraria, bibliófilo, historiador y político. De acuerdo al testimonio de Hugo Pedro González, el ingeniero Reyes no pudo ser candidato a la gubernatura de Tamaulipas debido a las intrigas y rechazo de Marte, amigo de todas las confianzas de Portes Gil.

Marte R. Gómez fue un animal político de enorme sensibilidad, pasional, enérgico y disciplinado. No es fácil escudriñar acerca de sus diferentes facetas y los motivos que lo orillaron a tomar ciertas decisiones durante su actuación en Tamaulipas. Alguien que conoció bien su carácter fue Portes Gil, de Hugo Pedro González escuchó decir: «Mi compadre el ingeniero Marte, tiene la cáscara muy amarga, pero quitándosela es muy agradable y fácil de tratar.»

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