diciembre 13, 2024
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abril 29, 2021 | 457 vistas

Francisco Ramos Aguirre.-

TU RETRATITO LO TRAIGO EN LA CARTERA

La fotografía está vinculada estrechamente a la vida sentimental y cotidiana de los habitantes de la Capital tamaulipeca. Hace varias décadas, anterior a los teléfonos celulares y cámaras digitales, obtener una imagen o retrato a través de las herramientas y técnicas disponibles en ese momento, representaba un proceso largo y complicado por aquello del rollo, revelado e impresión de imágenes.

Al consolidarse la industria fotográfica, surgieron en Ciudad Victoria aficionados a este oficio con suficientes recursos económicos para adquirir equipos adecuados. En cambio, quienes deseaban asegurar un recuerdo iconográfico de calidad estética, óptima resolución y buen gusto, contrataban un profesional de prestigio, experiencia, conocedor del manejo de la cámara y especialista en técnicas del arte del retrato.

Sobre el desarrollo de esta actividad en Ciudad Victoria, se tienen pocas fuentes que ayuden a su estudio. Las más antiguas referencias se consignan a principios de segunda mitad del siglo XIX, cuando gracias al incremento poblacional y situación económica, surgieron fotógrafos ambulantes extranjeros con enormes cámaras y aparatos accesorios. Simultáneamente, adaptaron un estudio donde ejercer sus actividades de forma temporal. Vale decir que en aquella época, los costos de un retrato eran altos.

Uno de los primeros fotógrafos que se recuerdan fue Carlos Alexandro Berg, pintor y retratista probablemente de origen alemán. Hacia 1864, se instaló en una de las residencias enfrente de la Plaza de Armas de Victoria. Ese año tomó una serie de fotos a Pedro José Méndez, su esposa María de Jesús Moncayo y otros familiares del prócer tamaulipeco. El mismo personaje experto en retratos, también se hacía llamar Alexander.

Todo indica que por motivos de trabajo, aquel profesionista de la lente radicó varios años en la entidad, porque en 1883 lo encontramos a bordo del Vapor Tamaulipas anclado en el puerto de Tampico, donde realizó una serie de postales del barco que vendía a los pasajeros, mientras se trasladaban por los mares del Golfo de México a Veracruz.

Otro fotógrafo de importancia fue E.M. Saettele, quien ejerció actividades en Victoria gracias a un permiso de las autoridades para  operar en 1886: «…un monopolio para hacer fotografías baratas en la Exposición». En diciembre de ese año, autoridades de Tamaulipas contrataron al fotógrafo Jerónimo, como responsable de un taller fotográfico en uno de los anexos de Palacio de Gobierno, con el propósito de  «…retratar a los presos como lo dispone una Ley de aquel Estado…el señor Jerónimo ha procedido desde luego a sacar fotografías de los sentenciados a prisión».

En esos años de crecimiento y prosperidad, tomar fotografías representaba tener un estatus cultural. Sin embargo debido al costo de los aparatos de importación, no cualquiera podía adquirir una cámara. En 1902 apareció en la Plaza Principal de Victoria el fotógrafo Nicolás López, quien exhibió la postal de un niño de un año de edad sin ropa, razón tal motivo el alcalde Vicente Garcilazo mandó retirarla por considerarla obscena. Hacia 1904 El Progresista publicó un anuncio del fotógrafo Luis Cuevas, especialista en ampliaciones y estilos modernos. Al poco tiempo, cambió su domicilio a Tampico. Por esas fechas, la casa comercial Hijos de Pablo Lavín, puso en venta una serie de tarjetas postales de lugares atractivos de la ciudad, entre ellos la Hacienda de Tamatán, Paseo Méndez, calles y plazas, impresas en Galas Lavín.

Para 1907 existían varios fotógrafos en la localidad, la mayoría aficionados quienes practicaban esta actividad como entretenimiento o sin fines de lucro. El Anuario Estadístico del siguiente año menciona los nombres de Enrique Canales, Saturnino Careaga, Marcelino Castañeda, Matías S. Canales,  Baltazar García Vera y Luis Govela. Únicamente Alfonso Cervantes quien nació en Sonora en 1888, aparece como profesionista de la lente, establecido en diferentes épocas sobre las calles Hidalgo y Juárez. Para 1912, destacaban por su experiencia en el oficio Manuel Siller 12 y 13 Juárez y Antonio E. Torres -Morelos 17-.

Durante la Revolución Mexicana, varios fotógrafos dejaron testimonio acerca del movimiento en Victoria. A finales de 1913, durante la presencia del ejército constitucionalista en esta Capital, el fotógrafo norteamericano radicado en Matamoros Robert Runyon, acompañó a un contingente revolucionario encabezado por el general Lucio Blanco, y les tomó varias fotografías durante su estancia en esta Capital. Algunas corresponden al cementerio, estación ferroviaria, Palacio de Gobierno, el puente negro, parián y varios automóviles a punto de cruzar el río San Marcos.

Otro de los fotógrafos del momento era Alfonso Cervantes, quien a las seis de la mañana del 16 de noviembre de 1913, antes del inicio de las batallas que culminaron con la Toma de Ciudad Victoria, registró una magnífica fotografía de un grupo revolucionario, proveniente de Coahuila. En 1921, Cervantes anunciaba su negocio en 12 y 13  Hidalgo.

Sobre el uso político de la fotografía de esa época, poco se conoce de quienes la ejercieron en Victoria. Por lo menos se tiene el registro de García ¿Baltazar? y Sosa probablemente contratados durante el gobierno de Emilio Portes Gil 1924-1928. Acerca de su trabajo, se tienen imágenes de Lázaro Cárdenas en Monterrey; asambleas políticas en el Instituto Literario de Tamaulipas; recepciones en la Estación del Ferrocarril de Victoria y un mitin del general Álvaro Obregón en el Mercado Argüelles (1924).

Además de abarroteros, restauranteros, cocineros y lavanderos, entre los migrantes chinos que llegaron a la Capital tamaulipeca, figura Enrique Chew  un fotógrafo, especialista en amplificaciones. En octubre de 1928 anunciaba en su negocio en la calle Hidalgo frente a la Plaza Juárez, con venta de polvo suelto y perfumes, marca La Reina de París.

 

EL MEJOR RECUERDO ES UN RETRATO…

“Retrate a sus Niños en Estudio Iris», establecido por F. del Castillo a mediados de los años treinta enfrente de la Plaza Juárez. Ofrecía toda clase de amplificaciones y copias de retratos viejos. Por esos años, la acreditada y conocida fotografía Casa González de Daniel B. González, se encontraba enfrente de la Plaza Hidalgo. En 1935 mudó su negocio a un local del Diez y Once Hidalgo 106, donde vendía artículos Kodak y marcos para certificados. Fue uno de los fotógrafos de mayor jerarquía que reflejan los antecedentes históricos de la localidad, entre sus trabajos destacan una serie de imágenes de la ex hacienda de Tamatán, arquitectura urbana, Palacio de Gobierno, Puente del Ferrocarril y comercios de la calle Hidalgo.

En 1946 se instaló la Fotografía Nueva en Hidalgo y Seis, propiedad de A. González Vargas, quien además de revelados e impresión de fotos ofrecía a precios bajos «Toda clase de retratos Pasaporte y Credenciales Urgentes». En esa época, se ubicaban en la avenida Juárez los Estudios Fotográficos Pedroza y Manuel González.

A mediados de la década de los cuarenta llegó procedente de Monterrey el joven Rafael Arreola Martínez, destacado fotógrafo que abrió su  negocio en el 12 Hidalgo y Morelos. Posteriormente se cambió a Hidalgo 12 y 13, donde logró enorme prestigio, como especialista en retratos a color con retoque, herencia de su padre. Rápidamente se convirtió en uno de los fotógrafos preferidos de la sociedad victorense, especialmente de las damas. Una de las modelos que lucía en el aparador, fue Salma Amar de origen libanés y extraordinaria belleza.

En 1963 visitó Victoria el célebre fotógrafo tampiqueño Nacho López, encomendado por el arquitecto Pedro Ramírez Vázquez para una serie de imágenes de escuelas del Capfce. En medio de este escenario, operaban las cámaras de los Estudios Cárdenas y Gómez, expertos en las imprescindibles fotos estudiantiles en blanco y negro, propias de certificados, títulos, credenciales y pasaportes.

De acuerdo a la frase «una imagen dice más que mil palabras», ahora sabemos que las fotografías representan una importante fuente de consulta que contribuye a la escritura de la historia. Gracias a su carácter iconográfico, visualmente podemos acercarnos al conocimiento de nuestro patrimonio cultural, costumbres, modas, arquitectura, naturaleza, entorno social y mentalidad de quienes nos precedieron. (Fotos: Gilberto Gómez Canseco; periódicos El Mundo/diciembre 20/1896; El Siglo Diez y Nueve/11/22/1883; La Voz de México/2/5/ 1896).

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