diciembre 15, 2024
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mayo 6, 2021 | 229 vistas

Francisco Ramos Aguirre.-

«De ver dan ganas» reza una expresión popular. Tanto asistieron los victorenses al teatro durante el siglo XIX y XX, hasta que algunos se convirtieron en actores aficionados. Entre ellos un grupo de mujeres, quienes pusieron a prueba su talento, sensibilidad estética, entusiasmo y capacidad histriónica. De acuerdo a las noticias, este esfuerzo en favor del teatro y la cultura, recibió apoyo de empresarios y autoridades locales.

En aquel tiempo, debido a la ausencia de escenarios adecuados donde ofrecer funciones artísticas, conciertos de música, recitales de canto y obras de teatro, esas actividades se realizaban en jardines y salones de residencias de gente pudiente. Por ejemplo, en el Directorio de Actores, Músicos y Teatros citado por El Diario del Hogar en 1899, menciona un Teatro Salón propiedad de José Martínez de la Lastra, quien también figuró como actor.

Otro de los espacios perteneció al comerciante Francisco Cortina, cerca de la Plaza Principal, donde en septiembre de 1888 se «…improvisó un salón profusamente iluminado» para que las señoritas Macapagal egresadas del Conservatorio de Música en México, ofrecieron una función de canto: «…arrancando calurosos y merecidos aplausos de la concurrencia que asistió al concierto. También estuvieron perfectamente bien los demás artistas que tomaron participaron en la fiesta».

Al año siguiente la señora Concepción F. de Gójon, organizó en su casa una gala con una compañía dramática infantil en beneficio de los pobres de la capital tamaulipeca. Esta noticia es significativa, porque explica que la formación teatral iniciaba desde la infancia. Lo mismo se celebraron funciones dramáticas en apoyo a escuelas y financiamiento de construcción de obras en la Ciudad.

Vale decir que en Victoria, radicaron temporalmente algunos artistas expertos como Soledad González (1894) y José Martínez de la Lastra. También existieron los literatos tamaulipecos Manuel G. Molledo y J. Romero, quienes se distinguieron como autores obras dramáticas, representadas por compañías de Matamoros y Victoria. Sin olvidar al poeta Simón Juárez y Juárez, colaborador de El Diario del Hogar y El Siglo de la capital del país.

La frecuente actuación de compañías teatrales en Victoria, estimuló la creatividad de músicos, artistas y grupos locales. Una de ellos perteneció a don Antonio Macías, director de la Banda de Música Municipal quien a principios de 1901 ofreció funciones de zarzuela con una compañía infantil. «Estaban anunciadas Marcha de Cádiz y niña Pancha, en las que según las noticias que tenemos se distinguen la tiplecita y el tenor”. En enero de 1903, Macías escribió las obras Un Drama Nuevo, Intermezzo Valse y el juguete cómico Champagne Frappee estrenadas en Victoria en beneficio de la Asociación de Artistas Dramáticos y Líricos Españoles.

La crítica especializada de los semanarios locales, lo favorecía notablemente: «El cuadro de artistas que forman dicha compañía es magnífico y en las puestas de escena todos cual más, cual menos, ha sabido desempeñar con acierto sus respectivos papeles. El señor de la Vega tanto por las simpatías que tiene en esta capital como por el mérito de que goza su buen cuadro de artistas ha alcanzado un regular éxito pecuniario. Felicitamos a la compañía por los triunfos obtenidos en las representaciones últimas y esperamos que el público Victorense corresponda a los buenos trabajos”.

El 19 de marzo de 1905 El Progresista del poeta Tijerina, dio a conocer una crónica sobre el estreno de Don Juan Tenorio en el Teatro Juárez, el concierto del maestro Molina y actuación de los pianistas Modesto González y señoritas Bustamante «…que con sus dedos recorrieron en forma dominante el teclado”. En la obra participaron los artistas aficionados: Lucila Moctezuma, Doña Inés, quien salió victoriosa en su papel. Doña Brígida Hortencia García, hija de esta ciudad fue la más ovacionada: «se nos reveló en esta noche una verdadera actriz, pero no de esas actrices que se hacen por las circunstancias y necesidades, sino de aquellas que desde el nacer traen ingénito del arte. Los aplausos conquistados por la novel artista deben servirle de estímulo y es de esperarse que en otro drama nos dé nuevas sorpresas de su genio artístico”. Según el redactor, el joven Juan B. Argüelles familiar del gobernador en turno, sobresalió en la caracterización de su papel.

A partir de los años veinte las compañías foráneas, despertaron en algunos victorenses el interés de incorporarse al teatro. Personas de clase social alta y profesionistas de buen gusto por la cultura, integraron un grupo amateur. No fueron pocas las veladas literarias que con fines benéficos, tuvieron lugar en el Teatro Juárez. Una de ellas corresponde a finales de marzo de 1920. Se trata de la zarzuela Los Africanistas, dirigida por la maestra de piano Margarita Porras a favor de niños menesterosos. En ella actuaron: Josefina Lerma, María Teresa Hernández, Enrique Moreno, José de la Luz Ibón, Enrique Vázquez Tagle, Benigno y Rodolfo Garza Porras.

Orea de las presentaciones se remonta al 30 de marzo de 1921, cuando Lucila Gil organizó una Velada Artística en el Teatro Juárez a beneficio del templo Sagrado Corazón. En el montaje de las zarzuelas Puñao de Rosas y Marcha de Cádiz, actuaron: «Lucila Gil, Ignacia Garcilazo, Ramona Martínez, Manuel Plowels -periodista-, Francisco Buerón, Julio Aguilar, Miguel Sánchez Saldaña, F. Montesinos, Tomás Sánchez, Benito Haces, Alfonso Díez, Pedro Álvarez, Paco y Roberto Montesinos, Norberto Garcilazo, Roberto Porras, Francisco Pier y Manuel Badillo director de escena”.

En 1922 al iniciar el gobierno de César López de Lara, se generó una intensa actividad artística y teatral. Calmados los pleitos entre revolucionarios, a principios de enero arribó de Monterrey el empresario Alfonso Rodríguez, para firmar un contrato y obtener la concesión del Teatro Juárez con el objetivo de incorporar a la capital tamaulipeca en los circuitos artísticos Linares- Monterrey.

En mayo del siguiente año, mostraron en ese lugar sus dotes artísticos las señoritas Tila y Nené Argüelles, durante una función a beneficio de la construcción del puente del río San Marcos. El edificio del Juárez, era un magnífico espacio para la convivencia social y diversión. Temporalmente, las escuelas ofrecían festivales o veladas literarias de música, bailables y poesía. Las familias se deleitaban con las actuaciones de los participantes, algunos con madera profesional en la ejecución de instrumentos como el pianista y doctor Ernesto M. de Llano, quien acompañó a numerosos cantantes.

Los programas de teatro eran variados y amenos. El 28 de octubre de 1928 en plena campaña vasconcelista, actuó en el referido lugar el Cuadro Artístico de la Escuela Leona Vicario. Para empezar proyectaron dos películas mudas de pocos minutos que fueron el deleite de los asistentes, la mayoría mujeres. Después se escenificó el juguete cómico: «El Gozo Cayó al Pozo, donde actuaron Concepción Ortega, Eva Martínez, Carolina de la Garza, Lola Caballero, Raquel Dosal y Lucila Llaguno. El siguiente mes el teatro se vistió de música con la participación de Refugio Olvera, Coya de la Garza y la pianista Isabel Loperena. Al final se presentó el juguete cómico Las Solteronas donde actuaron Mercedes Barella, Enriqueta Echartea, Lucila Llaguno, Carlos Castillo y J. M. Cárdenas.

Los grupos o cuadros artísticos de actores aficionados, aparecían y desaparecían frecuentemente. En julio de 1929, durante el gobierno del político portesgilista Francisco Castellanos surgió la compañía Aguayo, integrada por los jóvenes: María Sosa, Petra Valladares, Fermina Rodríguez, Anastasia Navarro, María Banda, Francisco P. Martínez, Pedro P. Banda, Ramón R. Rincón y Francisco Reyes. Las funciones las ofrecían en una casona de la calle Hidalgo y 20.

Dicha empresa, dominaba los géneros dramático y comedia. En marzo del mismo año, El Jicote publicó: «…las damitas y jóvenes de los mejores círculos sociales» dieron una función de beneficencia con la obra Mi Cocinera del español Antonio Fernández Lepina, bajo el siguiente reparto: «Aurora Martínez, Dolores Caballero, Mercedes Galindo, Mercedes Barella, Blanca Zozaya, Isabel Loperena, Bertha de la Garza, V. Tapia Cortés, Raúl Falcón, Francisco Buerón, Benjamín García, Francisco González, Daniel Yárritu y Benito Juárez Ochoa”.

Las inquietudes teatrales se extendieron a la década de los treinta. Este momento, representó el preámbulo de lo que sucedería en décadas posteriores, cuando aparecieron algunos promotores profesionales del arte escénico local. Entre 1936-1938, se escribieron importantes páginas del teatro amateur gracias al «Cuadro Artístico Victoria» muy recordado por el entusiasmo y desempeño en algunas obras.

Aquel grupo de actuación artística, lo formaban miembros de familias conocidas en la localidad: Cristina Blackmore, Amparito García, Flora Guerra, Kika Guerra, Falla Lerma, Julia María Haces, Benilde Guerra, Carmen Pérez Collado, Francisco de P. Arreola, Juan Carrizales, Rosario García Acuña, Ernesto Elizondo, Cleofas Ortiz, Héctor J. Rodríguez, Manuela Caballero, Pedro Alfonso y Esteban Núñez, Rafael Balandrano, Donato Saldívar, José Sierra Torres, Ricardo Haces y José R. Puente.

Fuentes: (El Siglo Diez y Nueve/9/3/1888; febrero 20/1901 y enero 25/1903; El Diario del Hogar/noviembre 6 de 1904; Vidal Efrén Covián Martínez,/Periódicos y Noticias Victorenses/Tomo II/1998; El Diario de Ciudad Victoria/21 de marzo de 1993).

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