Después del fracaso de “Liga de la Justicia”, o más bien, de todo ese universo extendido de DC cuya planificación encabezaba para Warner, podría decirse que “El ejército de los muertos” representa una vuelta a los orígenes para el director Zack Snyder. Esos vinculados con su ópera prima, “El amanecer de los muertos” (2004), donde supo releer con acierto la mitología genérica creada por George A. Romero.
Pero claro, esta nueva incursión en el sub-género de zombies es con todo el respaldo económico de Netflix, lo cual supone la confirmación de ese Snyder que empezó a consolidarse con “Watchmen” (2009) y “Mundo surreal” (2011) con ese ambicioso y trascendental, además de excesivo y por momentos directamente pedante. Lo que se termina viendo en “El ejército de los muertos” es esa doble cara de Snyder, sin llegar a definir una identidad consolidada.
Por un lado, vuelve a aparecer ese realizador que procura construir personajes antes que discursos y que se aferra a distintas herramientas genéricas, a partir de un relato situado luego de un brote zombie en la ciudad de Las Vegas y centrado en un grupo de mercenarios que intentan llevar a cabo un enorme robo a un casino. Por otro, el cineasta se ve más preocupado por el diseño estético que por la historia, además de pensar todo en términos de franquicia, y que encima concibe al entretenimiento como algo pesado y solemne.
Ese debate interior y conceptual se da de manera constante en el filme, y los diferentes indicadores aparecen por todos lados, en un andamiaje contradictorio, que aun así se las arregla para ser dinámico. Por eso los primeros minutos de “El ejército de los muertos” tienen un ritmo endiablado y vuelven a exhibir esa capacidad de Snyder para presentar conflictos con algunos recursos visuales bien utilizados, al igual que en el arranque de “El amanecer de los muertos” y en la secuencia de créditos de “Watchmen”.
Sin embargo, aún ahí pueden detectarse gestos que van desde lo excesivamente canchero (las obvias referencias a la música de Elvis Presley) hasta lo gratuito, como una secuencia de montaje que imagina un escenario totalmente contrario al que se van a encontrar los protagonistas. Y a medida que pasan los minutos, el filme se ve en la necesidad de acumular elementos, tramas, subtramas y distintos personajes que no llegan a aportar lo equivalente a los minutos que ocupan.
Si el Snyder de “El amanecer de los muertos” era un artesano competente y a la vez humilde, que entendía que tenía que ponerse al servicio de la narración, y por eso conseguía delinear personajes atractivos, el actual es uno al que le cuesta bajarse del pedestal que le inventaron, bastante arbitrariamente, a partir de algunos éxitos taquilleros. De ahí que “El ejército de los muertos” sea un entretenimiento correcto, pero con una galería de protagonistas que casi nunca salen del estereotipo y apenas si generan empatía.
Mi ocho de calificación a este filme donde más reflexivo que nunca, Snyder entrega su mejor cinta en años porque si la pregunta es “¿Dónde nos gustaría que Zack Snyder pasara los próximos años?”, “El Ejército de los muertos” nos da la respuesta: Tan lejos de los superhéroes como sea posible. Porque, después de casi ocho años aguantando sus mastodontes abotargados con el sello de DC, el regreso del director al género de zombies ha resultado en una película realmente entretenida y personal. Así, de primeras, el filme parece devolvernos a los modos del Snyder más engorilado.
Así pues, esta película que ya está disponible en Netflix ofrece una buena cantidad de sorpresas, las cuales no siempre están bien conjugadas, y podrán dejar frío a más de un espectador. Pero uno se siente tentado a la indulgencia, entre otras cosas, porque el eje de la historia es la relación entre un padre y una hija. Algo sobre lo que Snyder es el único con derecho a dar explicaciones.