abril 20, 2024
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junio 3, 2021 | 416 vistas

Francisco Ramos Aguirre.-

Entre piquetes de ojos, rechiflas, ¡puro camuco!, patadas voladoras, saltos mortales desde el encordado, mordidas rabiosas, llaves maestras, costalazos y ¡quiero ver sangre!, la lucha libre profesional fue uno de los principales entretenimientos para los victorenses. Los cronistas deportivos Héctor Herón Sánchez y Arnulfo Mata dejaron testimonio de los escenarios donde los espectadores acudieron puntuales a la cita nocturna con los gladiadores: El Cavernario Galindo, El Santo, El Huracán Ramírez, Dorrel Dixon, El Gigante de Ébano, Mil Máscaras, Ray Mendoza, Gori Guerrero, Copetes Guajardo, El Enfermero y toda la nómina de los héroes populares del cuadrilátero que se transformaron en estampas de álbumes coleccionables de venta en tendajones y changarros.

Entre los principales coliseos adaptados, donde se celebraron fenomenales batallas del bien contra el mal, destacan la Arena Terraza Obrero construido en la década de los veinte de la centuria anterior. Entre 1945 y 1958 surgieron la Monumental Arena Victoria -Matamoros y Guerrero 11-. La Plaza de Toros Carlos Arruza en sus versiones de madera y concreto del 16 Anaya y Olivia Ramírez.

Sobre la Monumental Arena Victoria, vale recordar una de las funciones más importante la noche del 20 de enero de 1953, cuando se presentaron a dos de tres caídas sin límite de tiempo los famosos gladiadores Hermanos Macías José y Jacobo -vs- Gorila Flores y Miguel King; El Ángel enmascarado -vs- Tigre Medina y Buddy Córdova -vs- Tarzán Campa, luchador experimentado en el ring desde 1937 y uno de los primeros en adoptar el célebre nombre personaje selvático del cine, creado por Edgar Rice Burroughs. Luego surgirían varios tarzanes de pelo largo: Tarzán López, Tarzán Palacios, Tarzán de Tulancingo, Tarzán Moreno y Tarzán Boy.

Cada martes y sábado, programa en mano los aficionados acudían religiosamente a presenciar violentos pleitos de poder a poder. Durante el tiempo la función, se generaba una especie terapia psicológica para desahogarse colectivamente de los problemas domésticos, familiares y laborales, mientras en los encordados del cuadrilátero, aparecían los luchadores de diversas categorías. Lo mismo modestos gladiadores regionales como Mike Esquivel, Tarzán Moreno, El Pulpo y Dinky El Duende, hasta  figuras famosos como Santo El Enmascarado de Plata, Rayo de Jalisco, Espanto, El Charro Aguayo, El Médico Asesino y otras leyendas, quienes flagelaban su humanidad con cubetas, corcholatas y sillas. En las gruesas lonas se perdieron cabelleras, máscaras, sudor y sangre, mucha sangre…pero jamás el honor.

La Plaza de Toros Victoria fue el escenario más notable del pancracio y el boxeo. A partir de su inauguración se convirtió en uno de los lugares predilectos  de los fanáticos a este deporte. De acuerdo a los programas que aparecían en los periódicos, 1953 fue un año de bonanza económico para los empresarios locales. La noche del 27 de enero, el periódico El Heraldo de Victoria anunció un cartel de lujo que atrajo la atención de los aficionados de hueso colorado.

En la pelea estelar por relevos participaron Johnny Kostas, Rolando Vera, El Médico Asesino y Lalo El Exótico, quien junto a Gardenia Davis y El Bello Califa hacían el papel de afeminados, exquisitos, bien peinados con brillantina Glostora y olorosos a perfume Siete Machos. Durante el segundo encuentro, figuraron Gorila Flores “Amo y señor del tope supersónico” -vs- El Tigre Medina. Complementaron el programa Tony Navarro -vs- El Ángel, ídolo en  Monterrey, Saltillo, Torreón y otras ciudades del noreste. Los precios variaban de acuerdo a la ubicación: Ring General $5.00, Damas y Niños $1.50 y Tendido General $3.00.

Definitivamente por su temible nombre, mirada misteriosa, máscara, calzón y botas negras, el atractivo de la función fue el galeno de la Cruz Roja. El nombre verdadero del Médico Asesino era Cesáreo González Manríquez, nativo de Chihuahua. Después de triunfar en Guadalajara, se convirtió en artista de peso completo en Televicentro y filmó varias películas. Para entonces subía al ring con vestimenta blanca, estetoscopio y un maletín de piel.

Anterior al reciente Perro Aguayo existió El Bulldog, probablemente el primer canino de la lucha libre. En febrero de ese año vino a Victoria como protagonista del “Cuarto Cañonazo de la Temporada”, donde hizo mancuerna con El Médico Asesino, uno de los mejores luchadores de México. El periodista Héctor Herón Sánchez escribió una semblanza de aquellos gladiadores y el ambiente expectante que se respiraba entre los asistentes: “…por ver en acción al gran luchador, que en el entarimado se convierte en una fiera, claro, al decir esto nos estamos refiriendo al Bulldog el perro del ring…quien lleva un buen compañero de iguales instintos…se enfrentan a Rolando Vera y Gorila Flores. Si en la función pasada fue necesario que interviniera la policía, por lo salvaje de los que en ella tomaron parte, el día de hoy deberán de mandar a todos los componentes del cuerpo policiaco.” El caso es que el griego Kostas no vino porque se lastimó, mientras filmaba un encuentro de lucha libre en Televicentro.

Ante el éxito inesperado del público que abarrotó la arena y presenció nudos entre piernas y brazos, piquetes de ojos y mordidas, los empresarios locales se animaron a presentar el sábado cuatro de abril en la Plaza de Toros una función de lucha libre y box, todos elementos locales, dice Herón Sánchez: “…ya que es sabido que estos muchachos no saben nada del tradicional camuco, que dentro de los deportes se hace acopio de los profesionales que en diversas ocasiones se han presentado.” En la primera disciplina contendieron a dos de tres caídas sin límite de tiempo: Apolo Chapa -vs- Tejón Peña, Sombra Negra -vs-Juan Peña y El Tigre Castillo “Técnico Local” -vs- Black Demon “Émulo de El Santo.”

Vale mencionar que el deporte de las orejas de coliflor estaba presente en las prácticas de entrenamiento entre los alumnos de los principales planteles educativos de la localidad. En esa función la de box pelearon los fajadores Sabás Castañeda -vs- José Charles, Rafael Sotelo de la Escuela Industrial -vs- Nacho Maldonado de la Escuela Normal y Raúl González de la Escuela Industrial -vs- Salvador R. Padilla de Allis Chalmer, vecino de un condado de Milwaukee.

Otra memorable batalla campal sucedió el martes once de abril de 1953 en plena cuaresma, cuando subieron al ring de la Plaza de Toros Victoria ocho musculosos luchadores que se dieron hasta con la cubeta. Rudos y técnicos expertos en el arte de las llaves y quebradoras fueron recibidos por los asistentes entre gritos y sombrerazos. Así aparecieron La Hiena Roja, Juan Francisco, Pantera Negra, Chamaco Aguilar, Eddie Black, Jorge Moreno, Luis Rangel y Rogelio Garza.

 

LUCHA POR EL DERECHO AL VOTO DE LAS MUJERES Y LAS LUCHADORAS

Primero se involucraron en la lucha libre, y después el presidente Adolfo Ruiz Cortines les otorgó el derecho a votar. Gracias al involucramiento de las mujeres en este rudo deporte, podemos afirmar que la igualdad de género estuvo presente en las funciones de lucha libre en esta Capital. A finales a finales de abril de dicho año, subieron al ring dos atractivas luchadoras: la internacional Sandra -Enfermera del Médico Asesino- contra La Venus -Escultural Luchadora-. Complementaron el programa Indian Ulloa -Fiero Chief de Oklahoma -vs- Lobo Hernández -Técnico de Matamoros-,  El Zorro Blanco que se anunciaba como discípulo del Médico Asesino -vs- Tarzán Moreno -ídolo de las damas- y Relámpago Williams -vs-Jesse Silva.

La noche del 12 de mayo de 1953 actuaron en dicho coso taurino los luchadores: El Loco Medrano -El Adonis del Manicomio- contra El Lobo Hernández “Favorito de las Damas” y Indian Ulloa -fiero Chief de Oklahoma contra Tarzán Moreno -Ídolo Tamaulipeco-. En  el cartel se anuncian también enfrentamientos del feroz enmascarado Látigo Negro contra Chamaco Arellano un feroz enmascarado; Blue Killer espectacular japonés, contra Demonio Verde, un rudo y desalmado partidario de la ecología.

En el caso de las arenas Obrero y Victoria, la actividad disminuyó y perdieron vigencia en los años setenta. En cambio, la Plaza de Toros se transformó en el mayor centro de espectáculos relacionado con las tradicionales corridas de toros, funciones de lucha, cine al aire libre y caravanas de artistas patrocinados por la Cervecería Corona. Para entonces, aparecieron en las calles automóviles con enormes bocinas que promocionaban comercios de moda, bailes de la Alianza, funciones deportivas y artísticas. En medio de todo esto, Pedro Díaz y Felipe Zamarrón eran las voces autorizadas y mayor prestigio de esta modalidad publicitaria.

 

 

 

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