Francisco Ramos Aguirre.-
El origen, proceso y conformación de las organizaciones estudiantiles tamaulipecas, se remonta a principios del siglo XX. Eran tiempos en los cuales se definieron algunos liderazgos, surgidos desde las aulas escolares. Al convertirse en profesionistas, aquellos jóvenes figuraron en escenarios políticos, universitarios, intelectualidad y empresas del y el país. La mayoría de ellos, crecieron alejados de escenarios de guerra. Más bien su preparación estaba encaminada a la aportación de ideas, elaboración de proyectos y compartir su experiencia educativa en instituciones públicas surgidas en esa la época.
En septiembre de 1910, se inauguró el Congreso Nacional de Estudiantes en el Teatro Arbeu de la capital del país. Entre los propósitos de la reunión, figuraba que las autoridades educativas tomaran en cuenta a los jóvenes en el diseño de los programas y leyes relacionados con la educación. Los delegados por Tamaulipas fueron: «Escuela de Jurisprudencia de Ciudad Victoria, Tamaulipas, Miguel González Tijerina; Instituto Científico del Estado de Tamaulipas por Preparatoria, José Domingo Lavín; y Normal, Eliseo L. Céspedes».
Este fue el punto de partida para que dichos estudiantes, desarrollaran una brillante militancia profesional en diferentes áreas. González se convirtió en abogado y ejerció su profesión en Tuxpan, Papantla, Ciudad Victoria y Sinaloa. En 1920 ocupó una curul del Congreso de Tamaulipas, fue poeta, masón y periodista. En tanto José Domingo Lavín se desempeñó de ingeniero civil, economista y escritor; mientras Eliseo L. Céspedes, terminó de abogado en la Escuela Libre de Derecho, combatió a los huertistas en la Decena Trágica y fue diputado constituyente en 1917.
Con excepción de 1916, cuando el presidente Venustiano Carranza convocó a un Congreso Estudiantil, prácticamente durante el período de la Revolución Mexicana, las reuniones estudiantiles se interrumpieron. Dichas asambleas nacionales volvieron a la escena en 1921 durante el gobierno postrevolucionario de Álvaro Obregón, en pleno proceso reconstructivo del país. A mediados de noviembre del mismo año, se celebró el Segundo Congreso Nacional en la ciudad de Puebla. En esta ocasión asistieron en representación de Tamaulipas, los jóvenes Gonzalo Mercado y Manuel Carpio, pertenecientes a la Liga Estudiantil Amado Nervo de Ciudad Victoria.
El Tercer Congreso Nacional de Estudiantes, se realizó en Ciudad Victoria en enero de 1926. Todo inició después de una apoteótica recepción en la terminal del ferrocarril. Enseguida los estudiantes fueron hospedados en dos hoteles y residencias particulares. Por la noche se ofreció una velada literaria en el Teatro Juárez, a beneficio de los damnificados de Matamoros. «Siendo reglamentario que la luz eléctrica se apague a las veintitrés horas, el señor Gobernador, dispuso que, durante la presencia de los congresistas, el servicio de alumbrado se prolongue hasta poco después de la media noche».
En el registro de delegados intentó inscribirse Maximiliano Hernández por la Escuela de Leyes de Ciudad Victoria, pero le fue negada la credencial porque dicha institución había cerrado sus puertas. De cualquier manera, fue aceptado como delegado fraternal. La ceremonia de inauguración estuvo a cargo del gobernador de Tamaulipas, Emilio Portes Gil que por ese tiempo se había declarado socialista, además de establecer escuelas con un modelo educativo de esa doctrina.
En el mismo programa habló el licenciado Enrique Medina del Partido Socialista Fronterizo y se divulgó el 4º Manifiesto Estridentista, mientras los estudiantes se declararon partidarios del movimiento literario promovido por Germán List Arzuvide y Manuel Maples Arce. Sus representantes en el 3er. Congreso fueron: «…Adumoro Gutiérrez (de la Escuela Preparatoria de Veracruz) y Antonio Helú (escritor, y futuro cineasta originario de San Luis Potosí». Además de Miguel Aguillón Guzmán, quien el día de la clausura pronunció un aplaudido discurso que después se difundió entre intelectuales y literatos.
Reunidos en el Teatro Juárez, se suspendieron por falta de luz eléctrica a lo largo del día y «…a la agitación reinante entre todos los estudiantes tamaulipecos y representantes de todo el gremio de la República». En medio de largas discusiones, los estudiantes fijaron su postura respecto a la situación política que se vivía en México. Por ejemplo acusaban de traidores a la patria a quienes solicitaban armas a un país extranjero para combatir al mexicano: «…igual cosa se hiciera con aquellos abogados que, patrocinando empresas extranjeras llevaran a cabo actos jurídicos en contra de los intereses nacionales».
Los delegados, no sólo discutieron la problemática de la centralización educativa, agrarismo y política nacional, sino también abordaron asuntos de carácter local. Por ejemplo los estudiantes tamaulipecos, entre ellos Raúl Hernández no estuvieron conformes porque los términos de un telegrama enviado al gobernador Portes Gil, se habían alterado: «…pidiéndole que se resolviera el conflicto entre estudiantes preparatorianos y el director de la Escuela -Normal y Preparatoria-, señor Castañeda». Se referían al ingeniero Marcelino Castañeda, maestro de ciencias naturales de Portes en sus años escolares. En definitiva, los congresistas se negaron apoyar esa petición, apoyados por la estudiante tamaulipeca Catalina García.
Rogerio de la Selva, quien décadas después se convirtió en abogado y secretario particular del presidente Miguel Alemán, fue el responsable de la Comisión de Asuntos Estudiantiles Internacionales. El mismo cronista del periódico que cubrió el congreso, se sintió impresionado ante el elocuente discurso de aquel joven nicaragüense, a quien esperaba un brillante porvenir económico y político.
Vale decir que las últimas sesiones del Congreso Estudiantil fueron un verdadero desorden, sin que los delegados se pusieran de acuerdo en aprobar algunos puntos, entre ellos la impartición de clases de Ética Sexual que generó una gran discusión. Sobre esa propuesta se deslindó la señorita Amparo Elizondo, representante de Nuevo León, quien argumentó que eran «…sólo puntos de moralidad para haber dictaminado así». En cambio se aprobó la ampliación de la Escuela Normal Nocturna de Monterrey.
Por tal motivo una de las asambleas se tuvo que suspender: «Como el desorden seguía y hubo instantes que se creyó que las cosas tomarían un cariz más grave aún, se acordó que todos los congresistas salieran del Teatro, para volver minutos más tarde a fin de evitar que la policía sacara por la fuerza a los concurrentes al Teatro (pues se negaban terminantemente a salir) y poder celebrar reunión secreta».
También se habló de la declaración de principios de la juventud estudiantil mexicana. Calderón el delegado de Jalisco, despertó la polémica cuando propuso que la mujer jalisciense tuviera los mismos derechos de igualdad política, moral, económica y social que los hombres: «Las palabras de Calderón produjeron una verdadera tempestad en el Teatro Juárez, y todas las señoritas ahí presentes así como muchos delegados, la aplaudieron con entusiasmo, contra las protestas de otros delegados, la cláusula al final fue aprobada…».
Después de aprobarse que la ciudad de Oaxaca sería sede del siguiente Congreso Estudiantil, se procedió a la clausura de los trabajos a cargo del licenciado Manuel Medina, Secretario General de Gobierno y representante de Portes Gil. Luego se cantó el Himno Nacional y poco a poco el recinto quedó vacío. Como podemos ver, la historia de este acontecimiento nos acerca al conocimiento y explicación de cómo sus protagonistas figuraron posteriormente en el mundo de la política y la vida universitaria. (Fuentes de consulta: El Tiempo, México, D.F., agosto 9 de 1910, Luz y Verdad, Ciudad Victoria, Tamaulipas, 23 de octubre de 1921, El Informador, Guadalajara, Jalisco, 28 de enero de 1926, Elisa J. Rashkin, La Aventura Estridentista, México, FCE, 2015).