diciembre 12, 2024
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julio 13, 2021 | 170 vistas

Casi veinte años después de su primera cabalgada, el brioso “Spirit: el indomable” vuelve a trotar en la gran pantalla, aunque esta vez con la percha e inspiración de su serie televisiva en el año de 2017 en la popular plataforma de Netflix. Poco queda, pues, del primitivo espíritu de pastoral americana con trazas new age del filme original en el año de 2002, ya que el purasangre parece haber mutado a poni de recreo para acompañar las aventuras de un trío de niñas.

Estas pequeñas intentan impedir que unos forajidos capturen a la manada de caballos salvajes liderada por el susodicho. En la trama de esta película animada, una joven se conecta con el legado de su madre como jinete de trucos de caballos y forma una unión muy especial con un Mustang salvaje, esa pequeña niña llamada Lucky Prescott se traslada con su familia de la ciudad a un pequeño pueblo del Oeste.

Allí se encuentra con Spirit, un corcel aparentemente indomable con el que sin embargo trabará amistad. Como un volantazo hacia el western, pero nada de “La ley de la horca”, desde luego, sino más bien una historia sencilla y sin aristas para poner en valor el poder de la familia (marcada por la tragedia, eso sí) y la amistad femenina, a pesar de que el robaplanos sea un chavalín a lomos de su displicente burro. Parece mentira que DreamWorks haya empleado a cinco guionistas y dos directores para crear semejante cachorrito, pero así son las cosas.

Al menos, la vistosidad de su animación “old school” y algunas espectaculares secuencias a campo abierto le dan espuelazo a una función que explota por enésima vez el vínculo niña-caballo, aunque con tantas muecas, cejas alzadas y sonrisas asimétricas que más que una cuadra parece un jardín de infancia. En definitiva, un producto de consumo instantáneo para una cartelera ávida de manzanas y alfalfa en masa. Entretenido aperitivo veraniego, aunque con bastante pedigrí de una cinta palomera para ver un domingo en los entrañables formatos de VHS y DVD/Blu-Ray.

En su premisa podríamos esperar que “Spirit, el indomable”, tuviera un papel importante en la película y en la historia personal de la protagonista pero sin embargo, pareciera que sólo está ahí para darle nombre a la historia y así convertirse en la justificada secuela del filme del 2002 que por cierto, tenía la buena música del rockero canadiense Bryan Adams en su soundtrack.

 

La amistad de Spirit y Lucky resulta en una relación algo artificial cuando el caballo se convierte en un personaje totalmente prescindible, ya que esto sucede muy temprano en la cinta, porque si bien el corcel conserva a ratos su ya conocida testarudez y personalidad valiente e indomable, la verdad es que pudo haberse sustituido por un caballo que no necesariamente tuviera las cualidades de Spirit y el filme animado habría llegado al mismo desenlace.

Mi 7.5 de calificación a “Spirit: el indomable” por qué en su historia recicla narrativas pero a la vez celebra la unión de culturas y los valores familiares. Yo recuerdo cuando “Spirit” (2002) llegó a las salas de cines comerciales y a pesar de la fuerte competencia con Pixar/Disney trascendió en la animación de la compañía fílmica DreamWorks Animation no sólo por su innovadora técnica, sino también por ser una trama con grandes personajes con una esencia amorosa y libre que la convirtieron en una gran favorita del cine infantil.

Ahora casi 20 años después, llega la película secuela oficial para llevarnos de la mano del corcel a seguir nuevas aventuras. El caballo Spirit, el indomable encuentra dos mundos con mucho en común para unirlos en un espacio con historia propia y grandes atractivos visuales donde todos los personajes abrazan y disfrutan de las tradiciones de ambas culturas. El camino de autodescubrimiento de Lucky viene acompañado de un sinfín de recursos narrativos que se han reciclado continuamente en el cine infantil.

Aun así, “Spirit: el indomable” sí tiene sus momentos destacables gracias a su temática de celebración de las culturas y sus tradiciones porque el filme se forja en un mundo donde la cultura mexicana y la estadounidense convergen, donde se entrelazan con canciones y colores en una buena mezcla del rodeo norteamericano con las tradiciones de la charrería mexicana. Esta producción cinematográfica animada podría considerarse una buena opción para los más pequeños.

 

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