abril 20, 2024
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agosto 10, 2021 | 113 vistas

Mucho se ha hablado de los daños que causa el estrés en muchos aspectos; el emocional, en la salud física, y uno de esos daños se refleja en la piel. Hemos oído decir que “la cara es el espejo del alma’, dicho que no podría ser más acertado, ya que expresa tu estado de ánimo, tus sentimientos, tu carácter.

Pero no solo tu cara sufre de estos efectos sino todo tu cuerpo, ya que las preocupaciones, la ansiedad, los agobios, la falta de sueño que producen el estrés, se ven reflejados en nuestra piel.

La piel muestra señales de arrugas prematuras, puede producir acné, granitos o incluso alergias. Cuando hay exceso de ansiedad y estrés nuestro cuerpo libera histamina y junto a ella hay una mayor producción de adrenalina y cortisol, que producen desajustes hormonales y debilitan el sistema inmunológico.

Estos desequilibrios pueden producir picazón y enrojecimiento de la piel, urticaria que provocan la necesidad de un continuo rascado, llegando a hacerse heridas. También puede producir un descontrol en la producción de grasa en la piel y por ende llegar a la aparición de acné.

El estrés es un enemigo de nuestra piel, ya que provoca que la elastina y el colágeno tengan una descomposición más rápida provocando un envejecimiento prematuro. Asimismo, la ansiedad también hace que se destruya el ácido hialurónico.

El estrés afecta también directamente en nuestro sueño, lo que no nos permite descansar, que provocará la aparición de bolsas y ojeras que contribuirán a envejecer más nuestro aspecto y a dañar nuestra piel.

Todo es forma un círculo vicioso, ya que esto a su vez provocará una mayor deshidratación y sequedad en la piel, que lo volverá flácido, seco y tirante en algunas zonas.

Hoy en día, el estrés por aislamiento podría ser la causa de la aparición de problemas como el acné, sequedad, perdida de luminosidad, flacidez y arrugas prematuras de la piel.

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