diciembre 13, 2024
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agosto 17, 2021 | 935 vistas

Diego López Bernal.-

Gozar de buena salud puede ser algo tan normal para la gran mayoría de las personas desde que nacen, sin embargo, no todos tienen ese privilegio y sus problemas empiezan al ver la primera luz de su vida… ¿y si no hay solución médica disponible?

Ahí la vida toma otra dimensión, pues vivir es una misión de cada día, incluso de cada hora y se llega a valorar la vida segundo tras segundo. Este es el caso de Bertha Paola Banda Ramírez, quien a sus 30 años de edad acepta compartir con El Diario MX cómo ha sido su vida, su lucha.

Originarias de Ciudad Victoria, Bertha y Juana María Ramírez, su madre, narran cómo han sido estos 30 años de una batalla diaria por la sobrevivencia pues la joven nació con ventrículo único, con atresia tricúspide, canal auricular ventricular, tronco común, síndrome de heterotaxia visceral (su hígado y estómago están en el lado contrario) e hipertensión pulmonar.

Este complejo diagnóstico presentado a Juany en los primeros días de vida de su hija no fue un reto para la medicina, porque de entrada los especialistas que la atendieron admitieron que nada podían hacer y el pronóstico era una vida máxima de cinco años. No, no había cirugía posible ante este pequeño corazón, simplemente no era apta.

Por ello, a la fecha solo se le han practicado dos cateterismos de diagnóstico (cuando Bertha era una bebé), pero sí un sinfín de estudios clínicos, cómo rayos X, ecocardiogramas, encefalogramas, ultrasonidos, laboratorios clínicos y como procedimiento terapéutico dos sangrías, cuando tenía 15 años, para ayudar a su hemoglobina de alta afinidad por el oxígeno.

Juany es madre de “tres maravillosas hijas, a las que amo con locura”, señala esta madre victorense que ante el pronóstico de muerte infantil para su hija da gracias, porque “Dios dispuso otros  tiempos y esos son perfectos”. Conozcamos su historia.

 

LA GRAN NOTICIA

“Fui madre muy joven y jamás había escuchado la palabra Cardiopatía hasta que me tocó convivir con ella, pero antes de recibir la noticia que cambiaría nuestras vidas pasaron seis largos meses colmados de preocupaciones, ansiedad y estrés por las infecciones respiratorias que estaban presentes todo el tiempo en mi hija Bertha.

“Y empezó así el peregrinar, con infinidad de visitas a pediatras particulares a quienes preguntaba sobre el color azulado de la piel de mi hija, pero nunca aclararon mis dudas, así que decidimos llevarla al Hospital Infantil de Ciudad. Victoria.

“Al llegar a la sala de urgencias fue ingresada de inmediato pues su infección respiratoria se había complicado y debía quedarse internada,  pasó 15 días en terapia intensiva y fue al ingresar que un médico general me dijo que tenía un problema en su corazón, que no se sabía cuál era y que necesitaba ser tratada por un cardiólogo, que sería mediante una consulta días después.

“En ese instante mi mundo se vino abajo, fue como si me hubieran echado un balde de agua fría, pero debía tomar aire y respirar la fuerza que necesitaba para afrontar lo que vendría”, señala Juany como punto de partida en lo que sería una vida llena de batallas diarias.

LA LUCHA: EL COMIENZO

Con esa primera noticia de tener un corazón en graves problemas llega el momento de afrontar la situación para Juany, aunque en el caso de Bertha no había mucho por hacer para los médicos, pero sí para su madre, quien inicia una larga batalla.

“Sus cardiólogos de cabecera por 18 años fueron dos doctores Eloísa Martínez Valdivieso y el doctor Héctor Ibarra, quienes la trataron con el amor y cariño que se tiene por un familiar, porque así lo sentimos.

“Este camino no es fácil pues las visitas inesperadas al hospital están a la orden del día y ahí (Bertha) ya es cliente frecuente, pero tampoco es imposible”, señala con firmeza esta ejemplar madre victorense quien no se venció ante los pronósticos nada alentadores y, sobre todo, sabiendo que el camino sería siempre cuesta arriba.

“Dios nos da la fortaleza para seguir adelante y con una fe inquebrantable puesta en él todo es más fácil. Estos 30 años de mi hija he comprobado que los milagros existen y Bertha es uno de ellos”, señala con un indescriptible orgullo, ese que tal vez solo lo pueden dar décadas de lucha inagotable.

En esta parte de la entrevista llegamos al punto en el que la bebé ha dejado de serlo y la pequeña niña con un corazón que sobrevive día a día contra los pronósticos médicos empieza a reconocer su cuerpo y su realidad; así comienza su lucha.

 

¿QUÉ PASA?: BERTHA

“Mi lucha por llegar hasta donde hoy estoy no ha sido fácil, primero porque no entendía lo que pasaba en mi cuerpo, no entendía por qué no podía correr, brincar o divertirme como los demás, y no entendía por qué tenía ese tono de piel tan diferente, que ocasionó muchas veces que fuera víctima de bullying por parte de mis compañeros de escuela”, recuerda la guerrera de corazón.

Sin embargo ya en una etapa adulta que ningún cardiólogo pudo imaginar, Bertha tiene una certeza: “Estoy segura que Dios me envió con un corazón diferente por una misión y esta es llevar un mensaje de fe y esperanza a las nuevas familias que apenas inician en este camino de las cardiopatías”.

“Hoy mi vida ha cambiado para bien, me mantengo estable en mi salud, gracias a Dios y a los médicos que aunque no soy apta para cirugía sigo disfrutando mi vida, me estoy realizando como persona y profesionalmente, lo cual me llena de satisfacción por todo lo que he logrado, a pesar de mis limitaciones”, revela para mostrar su orgullo de ser una joven mujer que ha logrado cumplir sus metas.

Pero el camino para ella no termina, como podría suceder con otras enfermedades en las que quienes las padecen apuestan a sanar, ya sea con tratamientos dolorosos o cirugías complejas. No, Bertha sigue su camino con su corazón único e irrepetible.

“Estoy llevando mi tratamiento, que es de por vida, sin olvidar las dos horas de oxígeno diario, los cuales me mantienen controlada”; esa es su tarea por la sobrevivencia y, en verdad, vale la pena su esfuerzo porque en su sonrisa y en su mirada puedes descubrir a una guerrera victoriosa y dispuesta a ayudar a niños como ella y sus familias.

MÉDICOS, LA OTRA FAMILIA

Bertha no tiene reclamo alguno para el sistema de salud público, por el contrario, sabe bien que estar viva con su corazón diferente ha dependido en gran medida de una gran cantidad de especialistas y demás personal médico que la ha acompañado en su batalla.

“Agradezco infinitamente al Sector Salud; estoy segura, son los ángeles que Dios ha puesto en nuestro camino y deseo que la ciencia siga avanzando en pro de las cardiopatías congénitas, y preparando el personal humano de su institución, así como que puedan contar con las herramientas necesarias para hacer todo más fácil al paciente y su familia”, señala.

“Sé que en la actualidad el tema de las cardiopatías no es tan conocido, como otras patologías, sin embargo espero que mi testimonio sea una herramienta para sensibilizar a la sociedad y esto cause un efecto positivo”, puntualiza consciente de que hay mucho que hacer en la atención y prevención de los problemas del corazón.

 

FE Y MENTALIDAD

“Solo les puedo decir que nunca pierdan la fe, que esta se transforma en milagros; que no están solos y nunca dejen que la enfermedad se apodere de sus mentes, solo recuerden: LA ENFERMEDAD NO ACABA CON LA VIDA, LA VIDA ACABA CON LA ENFERMEDAD”.

El mensaje de Bertha Paola resulta ideal para este espacio que El Diario MX ha dispuesto para personas como ella, que han librado o están en el proceso de vencer a la adversidad en forma de enfermedad y que quieran compartir su experiencia para el bien de los demás.

Y como la mayoría de los guerreros de la vida, Bertha también tiene un soporte vital que le ha permitido ser un caso único en la historia médica de Tamaulipas, por ello cierra su entrevista con este mensaje:

“Agradezco a mi familia por ser mi soporte, que siempre me han apoyado y han estado conmigo en todo momento”.

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