diciembre 14, 2024
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agosto 20, 2021 | 203 vistas

Chantal Martínez Díaz.-

Cd. Victoria, Tam.-
Ana María González de León está a punto de cumplir 65 años, está desempleada desde hace un año, es cuidadora de su marido que padece pie diabético y al que recién le amputaron los dedos del pie derecho y por si fuera poco, recibe y se hace cargo de una señora que fue su vecina hace más de 25 años y a la que los hijos no atienden.

En su misión como cuidadora, Ana María ha dejado aparte su salud mental y física, vive con dolores recurrentes, ansiedad y desesperación,  sobre todo porque el cobro de la pensión del marido es mensual y se le hace muy largo el pasar de los días para poder cobrar.

La carga de trabajo (en el hogar) es prácticamente insostenible,  su paz está comprometida y poco puede hacer.

“A veces ya no sé qué hacer, quisiera irme y perderme sin que nadie sepa de mi. No lo hago, pero ya no sé qué hacer. El señor  (su marido) desde que le cortaron el pie el año pasado ha empeorado su carácter, se la pasa gritándome y me maltrata. A la señora (su exvecina) ni modo de correrla, no tiene a nadie. Los diez hijos que tuvo no le hacen caso y menos se hacen cargo de ella”, señaló Ana María.

Esta señora como muchos hombres y mujeres, forman parte de las y los cuidadores de personas enfermas o adultos mayores en las familias y son quienes padecen un verdadero drama, pues dejan de vivir y exponen su salud debido a que están al cuidado de alguien más.

 

UNA VISITA INESPERADA

Ana María relata que un día después de muchos años de no saber de ella y de que dejó de ser su vecina, Doña Josefina Becerra de 78 años llegó a su casa, enferma, sin haber comido y menos en dónde vivir.

Ahí en la colonia Tomás Yarrington se vive esta historia en la que cada uno de sus integrantes atraviesa por circunstancias que hacen su vida insostenible.

Por ejemplo, Josefina sostiene una demanda en contra de sus hijos, pues desde que quedó viuda no tiene en dónde vivir, menos comer.

Hace días El Sistema DIF y la Procuraduría citaron a los hijos para hacerse responsables de la madre. Por lo pronto vive y es atendida por doña Ana, quien asegura que ella puede darle de comer y permitirle quedarse ahí, pero que se levante un acta debido a que la señora Josefina está enferma y teme incurrir en alguna responsabilidad legal.

El número al que pueden llamar para brindar ayuda es el 8341784872, es el de doña Josefina, pero le pasa el teléfono a doña Ana porque tiene dificultad para escuchar y hablar.

Doña Josefina es derechohabiente del Issste, pero no tienen más datos para poderla ayudar o incluso internar en algún centro geriátrico.

Lo más urgente que requieren es despensa, no tienen para comer y la poca ayuda que han recibido porque es prácticamente insuficiente.

También requiere de un colchón individual porque la señora se acuesta en unas cobijas en el piso.

Por cuanto hace al marido de doña Ana, requiere de pisacaína y un gel para la cicatrización y las curaciones.

Doña Ana necesita de inyecciones de Bedoyecta porque tiene dolor en todo el cuerpo.

Ninguno de los tres tiene ayuda del gobierno, apenas el matrimonio acaba de inscribirse para recibir la pensión del adulto mayor del Gobierno federal.

El estatus de doña Josefina se desconoce y no hay certeza que esté enlistada en alguna dependencia como beneficiaria de un programa social.

Ana está agotada. Se siente desesperada cuenta que sueña con salir y no regresar, perderse sin que nadie sepa nada de ella.

 

EL DATO

En México es más común que en otros países se determine que algún elemento de la familia sea el o la responsable de cuidar a los enfermos, a los niños o a los ancianos. La mayor parte no tienen sueldo y prestaciones a pesar de ser uno de los empleos más desgastados.

Una cuidadora o un cuidador es quien se hace cargo de necesidades específicas de las personas mayores y/o dependientes, y sus funciones exigen capacidades para las que una persona sin experiencia no está preparada.

El tema de cuidados es fundamental, y es y debe ser considerado tan importante como el de las pensiones mismas.

En Tamaulipas hay alrededor de 350 mil adultos mayores, más de 150 mil personas con discapacidad, más las personas con diabetes, que aunque no requieren cuidados permanentes, en algún momento requerirán de alguien.

Asimismo, se debe trabajar en los enfoques del autocuidado; es decir, que la gente tiene que aprender a autocuidarse, comer bien, hacer ejercicio, cuidar sus emociones, por ejemplo.

En tanto, en el Departamento de Salud Mental de la Secretaría de Salud de Tamaulipas, Soraya Sánchez, advirtió que los trastornos mentales son el otro efecto de la pandemia, tanto en adultos como en menores.

Los diferentes sectores de la sociedad han sufrido sus embates, como pérdidas económicas, de empleos y restricciones a las actividades diarias con sus respectivas afectaciones psicológicas.

 

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