diciembre 14, 2024
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agosto 23, 2021 | 368 vistas

Rubén Jasso.-

Durante más de 20 años de ejercer su labor, la misión de Pablo Díaz Ulloa ha sido muy clara: ayudar a los demás y en muchos de los casos salvar la vida misma de personas o familias enteras que tienen el infortunio de enfrentarse a un incendio, cualquiera que sea su magnitud, o quizás otro tipo de situaciones igualmente riesgosas.

Ser integrante del Heroico Cuerpo de Bomberos de Ciudad Victoria es un orgullo para Pablo, quien desde niño tomó la decisión de seguir el ejemplo de sus hermanos y también de su padre, quien además fue policía hace varias décadas.

Ayer, los bomberos de nuestro país celebraron su día, reafirmando todos ellos el cariño y la entrega a un oficio que los enaltece como seres humanos y que también les exige sacrificios, aunque la satisfacción del deber cumplido compensa todo al final de cada jornada.

En una plática con El Diario de Ciudad Victoria, Pablo Díaz Ulloa nos relata parte de su andar como “apagafuegos”, un trabajo que decidió desempeñar prácticamente desde pequeño, aunque fue ya en su juventud cuando lo hizo realidad.

“Yo, desde muy joven, yo creo ocho o diez años, ya iba al Departamento de Bomberos que se encontraba en el 18 Hidalgo, en la esquina de lo que es la parte trasera de Presidencia, y ahí conocí a muchos de los que iniciaron en el Departamento, en el cual mi hermano mayor, José Ángel Díaz, ya se encontraba, desde niño íbamos a llevarle el lonche, era mi hermano José Ángel, Jorge Elías y el último que fue Juan Díaz Ulloa, fue comandante muchos años en el Departamento”, recuerda.

Con orgullo, destaca que proviene de una familia de bomberos, recordando también que su padre, además de policía, fue bombero por un tiempo, así como su hermano Daniel, aunque él decidió al poco tiempo buscar otros horizontes.

ARDUA PREPARACIÓN

Al hablarnos de su trabajo, Pablo nos explica que requiere de una ardua preparación, así como de una capacidad de análisis en grupo cuando se dirigen a atender un llamado, pues deben tener un panorama de cada situación minutos antes de llegar al lugar de los hechos.

“Nunca se nos va a presentar algo igual, entonces cuando ya vamos en camino tenemos que ir analizando, desde la llamada de radio nos dicen cómo es la cuestión, si es una casa de dos pisos, si es un edificio de tres pisos o si es en la planta baja, entonces ya nosotros vamos organizando qué se va a hacer”, explica.

El aspecto físico y mental no puede dejarse de lado, por ello salen a correr a las dos o tres de la tarde, ante el asombro de muchos, tomando en cuenta que las altas temperaturas que predominan en la Ciudad se asemejan a las de un incendio.

“Al hacer las prácticas en un horario en donde hay una temperatura muy alta nos va a servir, para que el día que realmente hay un servicio de un incendio real vamos a estar ya nosotros impuestos a esa temperatura”, señala.

Las emociones también son parte de su trabajo y por ello no pueden permanecer ajenos al dolor de las personas que acaban de sufrir una desgracia.

“Así es, somos seres humanos, al ver una situación así lo que más nos duele a nosotros es que sea un joven o un niño que realmente no han vivido, y no es que no nos duela una persona mayor, pero nos vamos a la idea de que decimos ‘ya era una persona adulta, ya había vivido’, pero cuando es un joven o niño es cuando te quedas con la idea de que te duele”.

Después de atender un llamado y al paso de las horas, también agradecen el haber salido con bien de alguna situación, pues si de algo están conscientes es del alto riesgo al que se expone un bombero.

“La adrenalina es mucha cuando llegamos a un servicio, pero ya después te pones a pensar: ‘Si no hubiera podido yo salir o si me hubiera caído algo encima’, pero así son los riesgos en el trabajo”, reconoce.

Respecto al equipo que sale a brindar un servicio cuando se requiere, explica que el proceso inicia al hacerse el reporte al 911 y es desde ahí cuando empiezan a atender la emergencia.

“Ya por medio del radio activan la alerta si es un incendio, un choque, una inundación o el rescate de un animal, cualquier tipo de servicio nos lo pasan por radio y sale la unidad, debe ser un chofer y cuatro bomberos que son los que van a acudir ya sea al incendio de un zacatal, de casa, choque, volcadura o derrame de químicos”.

Sin embargo, cuando la emergencia y la situación lo requieren, otros elementos se suman a la atención del servicio, tal y como ha ocurrido al incendiarse tiendas comerciales, uniendo esfuerzos con otras instancias como Protección Civil del estado y el 77 Batallón de Infantería, entre otras.

En lo que se refiere a la llegada de nuevos bomberos al Departamento, Díaz Ulloa explica que a todos se les enseñan las bases de este trabajo y se les dan cursos, “tenemos mucha gente que sabe mucho en teoría y en práctica”, destaca, haciendo énfasis también que los elementos de mayor antigüedad en su momento se han capacitado en otros estados.

“Vamos enseñándole a los jóvenes más nuevos para que en un momento que nosotros nos jubilemos van a quedar ellos y ellos van a enseñar a otros”.

El turno que actualmente cubre cada elemento es de 24 horas de trabajo por 48 de descanso, factor que les ha venido bien, pues menciona que antes tenían otro ritmo de jornadas, señalando que siempre habrá bomberos disponibles a cualquier hora para alguna emergencia.

Sobre los gajes del oficio, Pablo Díaz menciona que, además de incendios, han capturado boas, cocodrilos u otro tipo de animales, algunos de los cuales son mascotas de ciudadanos que luego terminan por convertirse en un peligro.

CUMPLEN SUEÑOS

Algo que también les llena de satisfacción es interactuar con niños y jóvenes, quienes ven en los bomberos como un ejemplo a seguir, y en muchos de los casos, como la labor que desean desempeñar cuando sean grandes.

Esa cercanía se da cuando visitan cendis, jardines de niños y escuelas, en donde entablan un diálogo con los pequeños, quienes con curiosidad les hacen preguntas y ellos a su vez les dan consejos de lo que no deben hacer en el hogar.

“Son recomendaciones que les damos a los niños y escuchamos las preguntas porque a veces ellos nos dicen, ‘yo cuando sea grande quiero ser bombero’ y (les decimos) ‘claro, lo primero es el estudio y ya en un momento que tengas la edad y que quieras ingresar al departamento pues ya lo puedes hacer’”.

El cumplir sueños tampoco es algo ajeno a ellos, pues en varias ocasiones han brindado la alegría de ser “bombero por un día” a pequeños con algún padecimiento de salud o en otros casos a niños que desean contar con ellos en su fiesta, “de hecho, les hemos llevado como regalo un pastelito, llevamos la unidad y convivimos con ellos en su fiestecita”, señala.

Para concluir la plática, Pablo Díaz Ulloa resume la misión que tienen ellos y la enorme satisfacción que les causa el saber que todo se resolvió de la mejor manera.

“Son tantas cosas las que implica ser bombero, pero el orgullo para nosotros es ayudar a la gente”.

Igualmente, destaca la valentía de quienes conforman el Departamento de Bomberos, tal y como quedó demostrado hace días al rescatar a un señor que había caído a una noria.

“Es un orgullo para nosotros que ese compañero lo haya hecho, que se haya podido sacar a esa persona con vida y el reconocimiento a todos mis compañeros bomberos que día a día luchan por hacer bien las cosas y porque todo salga bien”.

Así concluye la charla, mientras que Pablo Díaz Ulloa y sus compañeros tienen listo su traje, compuesto por pantalón y chaquetón, sus botas, guantes y el emblemático casco, para cuando se presente el siguiente llamado de auxilio.

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