diciembre 11, 2024
Publicidad
septiembre 7, 2021 | 636 vistas

Diego López Bernal.-

Los retos de la vida suelen llegar de manera inesperada, en las formas más increíbles que pudiéramos pensar, pero aparecen para ponernos a prueba cuando la vida misma está en riesgo; ahí empiezan luchas intensas para sobrevivir y continuar el camino.

Tal es el caso de Juan Manuel Alonzo Robledo que al ser víctima de la delincuencia tuvo afectaciones severas en su salud, particularmente en su sistema cardiovascular, al grado de llegar al quirófano para recibir una cirugía de corazón abierto.

Al no llegar aún a los 50 años de edad parece difícil creer que el corazón nos jugará una mala pasada, pero el secuestro exprés de su esposa hizo que Juan Manuel tuviera que enfrentar la enfermedad de este órgano vital, que de hecho es la principal causa de decesos en el mundo.

Casado, con dos hijos y una trayectoria de 30 años en la crónica deportiva, su rostro es muy conocido en Ciudad Victoria y la región, y no tiene duda alguna en compartir para los lectores de El Diario MX su lucha, su vida.

 

UN EVENTO INESPERADO

“Hasta 2011 yo me consideraba una persona normal, mi salud no era problema, pues no contaba con ningún padecimiento, pero en el mes de junio mi esposa sufre un secuestro exprés y esto termina afectando mi condición al originarse un pre-infarto que me mandó al hospital y desencadenó una hipertensión arterial luego de estar 24 horas en observación, condición que me obligó a partir de ese momento a recibir medicina de por vida.

Sin embargo, era solo el comienzo: “En 2016 sufro un infarto, el tres de mayo por la noche estando en casa, y tuve que pasar una semana internado en el hospital sin que se realizara en ese momento una intervención quirúrgica, siendo tratado únicamente con medicamento para recibir el alta médica e incorporarme nuevamente a mis actividades cotidianas.

“Ese mismo año, pero en el once de octubre, sufro un segundo infarto y es cuando de la Clínica Uno del IMSS me canaliza a Monterrey por primera vez para realizarme un cateterismo, que resultó exitoso y desbloqueó dos arterias obstruidas colocándome tres stents. Después de ello mi vida transcurrió de forma normal, podía realizar mis caminatas sin mayor problema y las actividades laborales o de casa”.

 

OTRA ‘VISITA INESPERADA’

Cuatro años después Juan Manuel se convirtió en uno de los primeros casos documentados en Ciudad Victoria del llamado “covidengue”, que “visitó” su cuerpo en septiembre del 2020.

“Trabajaba en prensa del Club Correcaminos de Basquetbol cuando me contagié de dengue, inicialmente, pero a los tres día perdí el olfato y gusto, motivo por el cual me hice el examen y salí positivo a covid-19.

“Luego del aislamiento, de contagiar a mi esposa de covid y de haber padecido neumonía, que requirió oxígeno como terapia durante cuatro semanas, fui dado de alta por el doctor que me atendió; sin embargo comencé a presentar síntomas que al principio consideraba secuelas de la enfermedad, pero que fueron acrecentándose conforme transcurría el tiempo.

“En octubre me dio un dolor muy fuerte, parecido al que produce un infarto y luego de verme el cardiólogo mencionó fue una crisis hipertensiva que derivó en una angina inestable, que se manifestaba con el esfuerzo mínimo.

“En enero del 2021 ya me resultaba muy complicado desplazarme caminando por distancias que en otros tiempos eran normales, pues recorrer dos cuadras me daba un fuerte dolor de pecho y debía disminuir la velocidad al mínimo o de plano detenerme, tomar un respiro y luego proseguir con la actividad que iba a realizar.

“Es por ello que el cardiólogo Salvador Facundo Bazaldúa evalúa mi condición física y decide hacerme la prueba de esfuerzo. Después de analizar los resultados y ver anormalidad en la respuesta electrocardiológica, determina enviarme al área de cardiología del IMSS aquí en Ciudad Victoria, donde deciden mandarme de nueva cuenta a Monterrey, directamente a la Clínica 34, para que me intervinieran nuevamente.

“Al principio el doctor, me dijo que fuera sin miedo, que podía ser una intervención similar a la del 2016 con un cateterismo y que visualizara que esta atención podría restablecerme mi salud”, señala Juan Manuel.

 

LA NOTICIA MÁS DIFÍCIL

Su atención médica en la capital de Nuevo León todavía en plena pandemia de covid.-19. “Ya en Monterrey solo podía estar acompañado por mi esposa durante el proceso, estuvimos esperando tres días para el cateterismo y estando en la sala de intervenciones, transcurridos 30 minutos de que están realizándolo, la doctora responsable del procedimiento lo suspende y me indica que me explicará ‘lo que sigue’ en un momento, cuando finalice su reunión con los otros doctores involucrados en el proceso que estaba efectuándose.

“Me preocupé porque de inmediato aprecié que las cosas no andaban bien por el rostro de la doctora y porque en comparación a mi anterior intervención los tiempos habían sido reducidos a media hora, de los 90 minutos que había tenido mi primer cateterismo.

“A los 15 minutos regresa y me dice que soy candidato para una cirugía mayor a corazón abierto y que pasarán mi caso al Consejo Médico al día siguiente, para programar mi operación.

“La noticia me sacudió por completo, fue un momento de angustia y desesperanza en la soledad del quirófano, sobre todo porque no sabía el motivo de esa situación y porque, de inicio no pensábamos mi esposa y yo que fuera tan delicado el dictamen.

“Al día siguiente, la Jefa de Cardiología acude acompañada con miembros del Consejo a mi camilla y me explican que he sido aprobado para la intervención; ahí finalmente me explican que el covid había adelgazado mis arterias de manera considerable y que por ello no podía efectuarse el cateterismo sin un riesgo mayúsculo; me explican que deben abrir, cancelar las arterias defectuosas y poner puentes para corregir y ayudar el funcionamiento del corazón”.

Es fue tal vez el momento más difícil de la lucha de Juan Manuel con su corazón en problemas, así lo señala: “Estaba en shock porque también explican los riesgos de la cirugía, que no son menores, y que por temor casi nunca preguntas a los médicos.

“Me explicaron que durante la operación te conectan a una máquina para que haga tus funciones vitales y que uno de los riesgos es que tus órganos no acepten cuando seas desconectado para ‘trabajar’ sin el aparato.

“También que puede ocurrir un infarto durante la operación, un coágulo en las siguientes 24 horas y así varios cuadros posibles, aunque siempre anteponiendo que el beneficio es mucho mayor para el paciente y por eso se ofrece la alternativa de operar para corregir”.

 

LA AYUDA, DE DONDE MENOS IMAGINAS

“Sentí que temblaba, tenía la boca seca y mi fortaleza se desvanecía, pues no comprendía el panorama que se abría frente a mí. Un matrimonio que se encontraba en la habitación se acercó y el paciente, de nombre Alfonso, que había tenido buena relación conmigo en los días previos me preguntó qué pasaba.

“Le expliqué con detalles y al finalizar de inmediato me dijo: ‘No te preocupes, estás en el lugar correcto, con los doctores que pueden quitarte el problema; tienes solución imagina que no hubiera solución… Ese sí sería un problema, ¿o no?’ Y fue ahí donde entendí la magnitud de la bendición que estaba a punto de recibir. Desde ese momento cambió mi actitud y comenzamos a trabajar en equipo para solucionar todos los requerimientos.

“Hubo mucha gente que de manera generosa se unió y colaboró para que todo saliera conforme a lo planeado, ángeles que se encargaron desde donar sangre, plaquetas, dar de comer a nuestros hijos, ayudar en los trámites desde Ciudad Victoria, hasta algunos que hicieron viaje a Monterrey únicamente para manifestar su solidaridad y brindarnos oraciones para que todo saliera bien. Gente conocida y desconocida que únicamente buscaba ayudar con su aportación para que me fuera bien.

“Llegó el día y el cinco de abril del 2021 ingresé al quirófano nuevamente, recuerdo la música de Vilma Palma, el ambiente alegre de los jóvenes y luego una breve plática con el doctor Puentes, colombiano de 37 años, encargado de la cirugía, quien me tranquilizó antes de ser dormido.

“La operación duró cuatro horas y media y la recuperación fue rápida, pues a los tres meses ya me encontraba nuevamente en mi trabajo, realizando las actividades cotidianas.

“Actualmente me han dado de alta en el Hospital de Monterrey y solo debo acudir a monitorearme en la Clínica de Ciudad Victoria con el cardiólogo, además de que debo darle seguimiento a mi hipertensión y hacer un plan de vida saludable con al menos 30 minutos de ejercicio diario y cuidar la alimentación.

“Mi objetivo es bajar de peso hasta entrar en los parámetros considerados ‘normales’ por mi condición y seguir haciendo una vida fructífera al lado de mi familia y amigos”, dice Juan Manuel con una actitud optimista y con una fe renovada.

 

CONSEJOS DE ORO

“A las personas que sienten que traen algún problema de salud les recomiendo que no pierdan tiempo, que acudan a checarse y que busquen las alternativas que se requieren para solucionar su situación, porque en ocasiones el miedo o la apatía no permiten que avancemos y, por el contrario, son obstáculos que ponen en riesgo nuestro cuerpo con algo que tal vez podría solucionarse sin mayor contratiempo al ser detectado oportunamente.

“A los doctores de la Clínica 1 del IMSS en Ciudad Victoria, especialmente al doctor Alí, de Cardiología, al doctor Salvador Facundo Bazaldúa, al personal y cuerpo médico del Hospital de Cardiología 34 de Monterrey, muy especialmente al doctor Puentes, a mis familiares, amigos, conocidos y desconocidos que se unieron para ayudar, les digo gracias por su generosidad, por su muestra de solidaridad, porque en los momentos en que más solos y frágiles nos sentíamos mi esposa y yo, aparecieron con una palabra de aliento, con una muestra de bondad y eso es impagable.

“Dicen que un enfermo no se va hasta que cumple con su misión, pero también dicen que cuando una persona hace oración por ti, Dios escucha y es por cada uno de ellos que haré mi máximo esfuerzo para seguir adelante con optimismo y entusiasmo, porque hoy tengo la certeza que cada uno de sus ruegos fue escuchado y le puso más tiempo a mi reloj de vida”.

Así finaliza Juan Manuel Alonzo Robledo la narración de lo que ha sido una lucha intensa con las enfermedades cardiovasculares, la cual para fortuna de su familia y amistades ha tenido un desenlace exitoso, que lo han convertido en un guerrero de corazón.

Comentarios