Lionel Messi no era el problema, aunque en su momento tampoco la solución. A exactamente 13 meses de haber sufrido el histórico 8-2, el Barcelona otra vez perdió ante el Bayern Munich en Champions, esta vez en el mismísimo Camp Nou y sin meter las manos, aunque de consuelo les queda que el marcador de 0-3 no fue tan abultado.
Mientras Ronald Koeman aseguró en el día previo que «Barcelona tiene futuro gracias a mí», el presente del Barça está un par de escalones detrás de los verdaderos contendientes a ganar la Orejona y esta primera prueba fue lapidaria porque, aunque no hubo tantos goles de diferencia, las apariciones de Ter Stegen y la rara falta de contundencia de Die Roten disfrazaron el enorme trecho entre planteles.
Si bien los catalanes podrán argumentar que la derrota llegó con un primer tanto accidental de Thomas Müller con desvío de un defensa y que el doblete de Robert Lewandowski fue tras par de tiros al palo, los pitidos al final del duelo en el Camp Nou y los rostros derrotados de los líderes como Gerard Piqué y Jordi Alba dijeron más que mil palabras.