mayo 4, 2024
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septiembre 21, 2021 | 1583 vistas

Diego López Bernal.-

A lo largo de la vida se nos van presentando retos de diversa índole y pueden tener su origen en las más variadas situaciones que puedan imaginarse; tratándose de enfermedades llegan a cualquier edad, pero hay quienes comienzan a padecerlas desde que están en el vientre materno.

Las conocidas como enfermedades congénitas son el temor de cualquier madre y padre, pues resulta una noticia muy complicada saber que el ser que lleva en su interior no nacerá bien de salud, aunque muchos de estos padecimientos suelen ser corregidos en los primeros meses de vida.

Este no fue el caso de Ana Gabriela Bernal Zavala, una joven nacida en el ejido La Encarnación, de Soto la Marina, pero desde que sus padres supieron de la gravedad en que se encontraba su corazón tuvieron que cambiar de residencia a Ciudad Victoria; a la fecha viven aquí.

¿El diagnóstico? Tronco arterioso común tipo uno, y así el corazón de Ana Gaby fue un caso complejo para los médicos, tanto que para cuando tuvo su última intervención quirúrgica tenía más visitas al quirófano que años de edad; sí, a los 18 años ya cargaba a cuestas con 20 intervenciones.

¿Te imaginas? Toda una vida en consultorios médicos y hospitales, con los grandes riesgos que implica operar el corazón una y otra vez; así fue la niñez y adolescencia de esta joven, ahora de 20 años, quien desde 2018 al fin lleva una vida normal, pues ya solo tiene consultas de seguimiento, sin más intervenciones en el horizonte por superar.

Esta es la lucha de Ana Gaby, un ejemplo de superación pues día a día logró salir adelante para hoy disfrutar de la vida sin limitaciones ni complicaciones tan severas; pero el camino no fue color de rosa, ella misma lo narra desde sus primeros recuerdos, cuando al fin tuvo consciencia de la vida.

‘ME RENDÍ; QUERÍA MORIR’

La lucha de Ana Gaby empezó desde que nació, sin embargo para esta niña tamaulipeca fue a muy corta edad que su mente tuvo que asimilar lo que sería su vida. “Cuando me enteré que tenía una enfermedad del corazón tenía cuatro años de edad, me encontraba en una camilla y había muchos doctores y enfermeras a mi alrededor.

“Yo no entendía nada, me sentía confundida, no sabía por qué todos me miraban y prestaban atención a cualquier movimiento que hacía. Tenía miedo y le pregunté a un doctor qué pasaba, y me respondió: ‘Tienes un problema en el corazón y por eso estás aquí’. Yo sentí temor.

“Aunque solo tenía cuatro años sentía que mi mundo se venía abajo, y me preguntaba si realmente estaba preparada para todo lo que vendría a partir de ahí, pensaba que no iba a volver a ver a mi familia, festejar un cumpleaños y cumplir mi sueño de ser una princesa”, esa fue su primera impresión y aún no lo sabía, pero vendrían 14 años de una lucha muy fuerte por mantenerse con vida.

“En realidad nunca tuve ‘opciones médicas’ siempre fueron indicaciones que tenía que hacer, no había segundo plan o escapatoria, lo que decían era lo que se hacía. Al principio no lo vi tan mal, solo me importaba ‘curarme’ y ‘estar bien’, hasta que esos procedimientos comenzaron a lastimarme, tanto emocionalmente como físicamente y todo mi entorno cambiaba.

“Cada día me cansaba y me hartaba más de todo lo que pasaba conmigo, y sentía que nunca llegaría a sanarme y ser ‘una niña normal’. Y con siete años de edad me rendí. Ya no quería más cirugías, más inyecciones, más citas, medicamentos, nada.

“Antes de la cirugía más fuerte de mi vida, recuerdo bien que le dije a un doctor que me dejara morir, que ya no quería vivir. Hubo muchísimas complicaciones, perdí mucha sangre y tuvieron que donar para mi salvación”, narra Ana Gaby para El Diario MX.

CAMBIO DE ACTITUD… Y DE PREGUNTAS

Con el despertar vino un nuevo panorama. “Sobreviví y solo recuerdo despertar en la habitación de cuidados intensivos; vi a mis papás y lloré. Lloré mucho. Ese día, cambió mi vida por completo y comencé a preguntarme ¿por qué sigo aquí? ¿Cuál es mi misión en esta vida?

“Lo que había vivido había sido lo peor que pasé y después de esa experiencia tan amarga sentía que podía soportar todo lo demás. Comencé a tener fe, esperanza y ganas de vivir. Cambié por completo, quería demostrarle a la gente que a pesar de todo la vida sigue y que por algunos momentos malos no significa que tenga una mala vida”.

Fue tal su cambio que incluso ahora, a los 20 años, es una joven que no gusta pensar en el futuro, como cualquiera lo hace a tan corta edad, sobre todo teniendo un panorama más alentador que nunca. ¿La misión? Vivir un día a la vez.

“No me gusta pensar en el futuro porque ni siquiera sabemos qué es lo que va a pasar en los próximos diez minutos. Solo quiero, y me gusta disfrutar, cada segundo de mi vida, no preocuparme demasiado del día de mañana; solo quiero ser feliz y ayudar a quienes necesitan”.

MAYO DE 2018, MILAGRO INESPERADO

Desde algunos años antes de su última cirugía, Ana Gaby fue integrada a la fundación regiomontana CardioChavitos, que realiza cirugías gratuitas a niños en condiciones económicas que no les permiten acceder a la atención médica privada.

Y cuando había aún una serie de cirugías de corazón abierto en horizonte de Ana Gaby, los médicos y directivos de la asociación se dieron a la tarea de conseguir que se le implantara una válvula que pondría fin a su lucha en los quirófanos. La válvula Melody representaba el fin del camino de su encuentro con el bisturí, pero todo un reto logístico y económico para CardioChavitos y la Fundación TecSalud, de Monterrey.

Finalmente el momento llegó. “Mi vida con la cardiopatía congénita terminó el 24 de mayo del 2018 cuando fue mi última cirugía, gracias a CardioChavitos y la Fundación TecSalud, pues ellos me dieron una segunda oportunidad de vivir y ahora tengo la dicha de contar mi historia, siendo una persona renovada, llena de energía y con muchas ganas de hacer mil cosas”.

Sin embargo, en las casi dos décadas de lucha intervinieron una gran cantidad de instituciones médicas y especialistas de alto nivel, por ello Ana Gaby siente un agradecimiento profundo para una gran cantidad de personas.

“También quiero agradecerle al Instituto Nacional de Cardiología Ignacio Chávez, en donde emprendí este largo y complicado camino, y un agradecimiento especial a mi cardióloga Cecilia Britton y a mi cardiólogo pediatra Jesús Manuel Yáñez, pues ambos me salvaron la vida. Toda mi vida estaré agradecida con ellos”.

TODO GUERRERO TIENE UN MENSAJE

“Mi consejo y mensaje a todos los lectores es que aprovechen y aprecien cada día de su vida como si fuera el último, abracen, exploten de amor, rían, bailen, diviértanse, disfruten la vida”, señala casi para concluir Ana Gaby para los lectores de El Diario MX.

Y así concluye: “El único límite que tienes para hacer las cosas que más quieres eres tú. Tú mismo te pones los límites y tú tienes el poder de construir tu camino y futuro como te plazca”.

Notas del reportero:

* El procedimiento no invasivo (cateterismo) del 24 de mayo de 2018 en el Hospital Zambrano Hellion en San Pedro Garza García representó un hito en la historia médica del norte del país. La colocación de la válvula Melody en Ana Gaby fue apenas la sexta en el país; la primera en el noreste de México y también la primera ocasión que se dio con razón social, es decir, sin que la familia de la paciente tuviera que pagar, a pesar del alto costo de este dispositivo.

* Para lograr este objetivo CardioChavitos y Fundación TecSalud coordinaron un gran esfuerzo con otras asociaciones y fundaciones, así como donantes dentro y fuera del país, y la empresa que fabrica dicha válvula, gracias a la cual Ana Gaby ya no requiere más cirugías.

* El Diario MX dio puntual cobertura y difusión a este logro de la comunidad médica regiomontana, que benefició a una paciente tamaulipeca, la cual puede ser consultada en nuestro portal en el siguiente enlace:

HYPERLINK «https://archivo.eldiariomx.com/2018/05/24/victorense-recibe-primera-valvula-melody-del-noreste-2/» https://archivo.eldiariomx.com/2018/05/24/victorense-recibe-primera-valvula-melody-del-noreste-2/

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