abril 20, 2024
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octubre 12, 2021 | 171 vistas

A casi 60 años después de que la gran historia del agente 007 llegara por primera vez a pantalla, nos encontramos con la llegada de “No Time To Die”, la vigesimosexta película de la serie en donde veremos por última vez al actor Daniel Craig interpretar el papel de James Bond.

La película se encuentra actualmente disponible en cines. Dirigida por Cary Joji Fukunaga, esta nueva instalación nos presentará una historia que promete ser distinta a las demás. Nos encontraremos a un James Bond que ha decidido retirarse del MI6 para poder vivir una vida normal, intento que se verá frustrado cuando un antiguo amigo suyo pide su ayuda.

Esta producción es absolutamente fiel al canon bondiano, la reciente película del director Cary Jonji Fukunaga donde James Bond ha dejado el servicio secreto y está disfrutando de una vida tranquila en Jamaica, pero su calma no va a durar mucho tiempo ya que su amigo de la CIA Felix Leiter aparece para pedirle ayuda para rescatar a un científico secuestrado que resulta ser mucho más arriesgada de lo esperado, y lleva a Bond tras la pista de un misterioso villano.

Esta cinta cierra en cierta medida el círculo con la seminal película de Terence Young de 1962. “Sin Tiempo para Morir”, es al mismo tiempo un drama de secretos, de venganzas, de amores, de ausencias, de abandonos, de renuncias, de sacrificios, de pecados y de redenciones, ha terminado siendo como una novela de Graham Greene, y no una de atormentados espías, sino una dolorosamente romántica.

Las películas de James Bond son una estupenda síntesis para entender cómo el cine de entretenimiento mainstream ha ido perdiendo su capacidad lúdica a favor de una impostada profundidad. Cuando digo “las películas de James Bond” en verdad me refiero a esta saga protagonizada por el actor Daniel Craig, ya que Pierce Brosnan mantenía ese costado grasoso que hacía divertido al personaje.

Brosnan cruzaba la elegancia viril de Sean Connery con la picaresca prosaica de Roger Moore, y se bancaba mientras tanto ese tufo a cosa vetusta y fuera de época. El problema de lo antiguo no es el paso del tiempo, sino la falta de conciencia de ello. Y este concepto de Bond en el que el descafeinado Craig encaja perfecto lo que menos hay es inconciencia: es todo mecánico, pensado en cada gesto, todo lo contrario del personaje, que es el libre albedrío hecho persona.

La idea de convertir ese recipiente orgullosamente vacío que era el 007 en un saco repleto de conflictos familiares y sentimentales fue siempre una mala decisión, que mostraba además la desesperación de una franquicia que perdía terreno ante otras franquicias de acción y espionaje mucho más sólidas y rigurosas que ni vale la pena mencionar porque las referencias son obvias.

Ese aggiornamiento del Bond de Craig hace eclosión en “Sin tiempo para morir”, que es ante todo un melodrama con escenas de acción. Uno puede decir a favor de la película del habitualmente solemne Cary Joji Fukunaga que la conclusión a la que aquí se llega es absolutamente coherente con el camino que le hicieron tomar al personaje en los cuatro films anteriores. También, que, para ser una película de 163 minutos, es bastante entretenida.

Ahora bien, las películas de James Bond siempre fueron mucho más que eso, fueron la cruza definitiva entre el cine de acción y los dibujos animados, con un verosímil asentado a partir del rostro impertérrito de su protagonista, además de que definían estilo y llevaban la tecnología a un lugar hiperbólico. Aquí solo queda el gesto impertérrito de Craig más como reacción al contexto.

“Sin tiempo para morir” luce apagada, estándar, regular, como sin ganas de ser una de Bond y tal vez ser otra cosa. Como este Q que hace unos gadgets sin gracia ni inventiva. Precisamente eso es algo que llama la atención en esta saga de Bond con Daniel Craig, como si hubiera un elemento culpógeno que impide la diversión, como si en el fondo hacer una película del 007 les diera vergüenza y se propusieran hacer otra cosa que encaje en este tiempo.

El consejo sería, en todo caso, que no lo hagan más y el bochornoso final de esta película tal vez vaya en esa dirección. Si hay algo que nunca hizo Bond fue encajar, su paso era la destrucción del espacio en el que se encontrara. Entonces lo único que finalmente queda es un estilo visual refinado. Adiós Mr. Bond. La última película de Daniel Craig como el 007 es una despedida mustia. Otro filme despojado de todo el encanto del personaje.

Mi nueve de calificación a esta buena y aceptable cinta que con el tiempo, cuando los jamesbondólogos del mundo repasen la etapa de Daniel Craig como 007, se toparán con una ley infalible: sus películas impares han sido las buenas. Solo mediante esta norma, tan aleatoria como los números de la ruleta, puede explicarse que a la muy decente “Casino Royale” y a la extraordinaria “Skyfall” las sucedieran “Quantum of Solace” y “Spectre” (2015) en la que Sam Mendes se jugó todas sus fichas al número perdedor.

Obedeciendo a esta martingala, “Sin Tiempo para Morir” debería entrar en la categoría positiva. Y, menos mal, lo hace, convirtiéndose de rebote en la película más divertida de la saga desde su reboot de hace 15 años. Tal vez sea la mano de Phoebe Waller-Bridge como coguionista, ayudando a que los personajes del filme sean algo más que muñecos de pim-pam-pum.

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