diciembre 15, 2024
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enero 4, 2022 | 786 vistas

Diego López Bernal

En la vida existen toda clase de luchas de sobrevivencia, pero cuando te toca verlo en un hijo estas batallas toman otra dimensión para los padres, quienes pasan por todo tipo de situaciones que afectan su estado de ánimo, incluso trayendo enfermedades mentales difíciles de superar.

Tal es el caso de Liliana, quien junto a su esposo tuvo que enfrentar una serie de retos de vida mayúsculos para consolidar una idea que nació en el altar, justo cuando se declararon amor eterno: formar una familia era su prioridad, aunque no sabían en aquellos años de juventud todo lo que vendría por delante.

Sin embargo, la fe en Dios y los deseos de consolidar una familia fueron lo suficientemente fuertes para lograrlo; El Diario Mx te presenta esta historia, como un mensaje para aquellas parejas que no pueden tener hijos o, cuando nacen, llegan en condiciones severamente adversas. Conozcamos el caso de María Rebeca y Liliana, dos guerreras de corazón que son un ejemplo de persistencia y coraje.

UN EMBARAZO DE ALTO RIESGO

“Mi lucha inició en el 2002, hace 20 años mi esposo y yo decidimos dejar de tomar anticonceptivos para tener un hijo. No sabíamos entonces lo que nos deparaba el destino, pero nuestra fe nos hizo aferrarnos a la idea de ser padres y traer a este mundo un ser que nos complementara.

“Fueron en total ocho procedimientos in vitro, cuando al final de cuentas, en noviembre del 2013, tuvimos el primer y único resultado positivo en una prueba de embarazo; lloramos de alegría y nos comunicamos al consultorio de la clínica de fertilidad; ahí empezó otra lucha”, señala esta valerosa madre.

Y continúa con lágrimas en los ojos. “Había que solicitar una prueba cuantitativa, para saber si el ‘costalito’ estaba bien implantado; los resultados fueron desalentadores pues estábamos en el mínimo para lograr que mi hija se desarrollara.

“Peor aún; tuve un micro sangrado que me hizo temer lo peor; mi esposo fue mi sostén ese día pues la indicación fue a partir de entonces reposo absoluto, para que nuestro ‘costalito’ se lograra”, señala Liliana en el inicio de su conmovedora historia.

“Finalmente no hubo aborto y fuimos citados el 22 de noviembre para una ecografía; lloramos mi esposo y yo pues nuestro primer contacto físico con María Rebeca fue escuchar sus latidos; fue emocionante y regresamos de Matamoros con la indicación de seguimiento riguroso con el médico ginecólogo.

“La labor del doctor Arturo Garza Morales había terminado y correspondería a José Almaraz, aquí en Ciudad Victoria, luchar junto a nosotros para consolidar nuestro viejo anhelo de ser padres, pero aún no sabíamos lo que vendría para nosotros”, continúa Liliana.

UN DIAGNÓSTICO NO DESEADO

Fue aproximadamente en el quinto mes de embarazo cuando el doctor Almaraz detectó que el cordón umbilical solo tenía una arteria; deberían de ser dos, pero en este caso fue un embarazo uniarterial; el pronóstico: prematura inevitable, para entonces la pareja ya sabía que una niña venía en camino.

“Las consultas fueron rigurosamente reduciéndose en tiempo; era una ecografía semana tras semana, después día tras día, para monitorear a la bebé, porque cuando dejara de crecer tendría que salir de mi vientre y empezar su lucha”, señala Liliana cada vez más conmovida al recordar esos días intensos.

“Finalmente, cuando llegó a un kilo y medio se tomó la decisión; María Rebeca nació el 18 de junio en el Hospital General de Ciudad Victoria y gracias al apoyo del doctor Jorge Salinas se logró que el mejor neonatólogo de la ciudad recibiera a nuestra hija.

“Nació con bajo peso y pocas probabilidades de sobrevivencia; su cabecita era disforme y su corazón tenía un soplo importante. Por ello, un cardiólogo pediatra fue llamado de otro hospital para confirmar el diagnóstico: Tetralogía de Fallot, con 75 por ciento de probabilidades de que se confirmara más adelante”.

El escenario era devastador. El doctor pronosticó que no viviría un año sin ser operada de su corazón, sin embargo, la tarea del neonatólogo Oscar Berlanga era sacar a María Rebeca de neonatos en las mejores condiciones posibles, lo cual se logró 49 días después; había llegado al fin al peso ideal de un kilo 600 gramos para poder irse a casa.

“Lloramos mi hermana Tere, yo y mi esposo al llegar con nuestra hija al fin a casa; fue un momento muy emotivo estar al fin la familia completa, aunque con problemas de salud los tres, pues a mi esposo el proceso le generó una gastritis severa y yo la verdad no sé cómo me sostuve tanto tiempo yendo y viniendo al hospital; eran cuatro visitas diarias”.

 

SIGUIENTE DESTINO: MONTERREY

“Tan pronto autorizó el doctor Berlanga nos trasladamos a San Pedro Garza García para que María Rebeca fuera tratada por el mejor cardiólogo pediatra de la región. El doctor Jesús Manuel Yáñez Sánchez fue más que eso, fue como un padre para nosotros en momentos de incertidumbre total.

“Lo primero que hizo, luego de confirmar el diagnóstico de la Tetralogía de Fallot, fue calmarnos y explicarnos que las posibilidades de sobrevivencia no eran tan severas como nos dijeron el 20 de junio en el Hospital General, pero sí había que trabajar mucho para que la operación de María Rebeca fuera en el mejor hospital de la región.

“Estaba decidido. Haríamos todo lo posible al alcance de nuestras manos para que la operación correctiva de nuestra hija fuera en un hospital privado, pues el diagnóstico pasaba por crisis de hipoxia que pondrían en riesgo a nuestra hija, pero gracias a Dios ella fue siempre asintomática”, continúa Liliana en su narración para El Diario Mx.

“Mi esposo tuvo todo tipo de ayuda, su jefe fue totalmente empático con él y lo ayudó muchísimo; de hecho ya teníamos 600 mil pesos para internarla, pero también estaba dada de alta en el IMSS por si se requería la Clínica 34 de Monterrey, la de especialidades cardiacas”, señala.

Sin embargo, lo increíble estaba por suceder. A unas semanas de ser internada en el Instituto Mexicano del Seguro Social (IMSS) una vecina informó a los padres sobre una campaña de operaciones gratuitas; fue la señora Churu Montoto quien puso al tanto a la familia y la inscribieron.

CARDIOCHAVITOS EN NUESTRA VIDA

Unos días antes de ingresar a la Clínica del IMSS llegó la llamada; María Rebeca fue uno de los 15 casos elegidos por CardioChavitos  para ser beneficiada en la brigada de correcciones cardiacas.

“Mi esposo llamó en ese momento al doctor Yáñez para que lo orientara; nosotros ya teníamos nuestro espacio en el IMSS gracias a él y pensó en ceder su espacio con CardioChavitos a otra familia. La respuesta del doctor Yáñez fue contundente: ‘Los regalos de Dios no se desprecian’, le dijo en ese mismo momento a mi esposo.

“Así fue como aceptamos entrar a la brigada de la asociación civil de Monterrey y nuestra vida fue bendecida. Estar con ellos, con Alfredo y Claudia Gómez fue estar en las mejores manos; estuvieron con nosotros largas horas en la sala de espera del quirófano”, dice Liliana al recordar que el seis de julio ingresó al quirófano María Rebeca.

Sin embargo, algo no quedó bien en su corazón y tuvo que regresar al quirófano seis días después. Fueron momentos duros, reconoce la madre victorense, pues tenía que volver a ser operada su hija; no estaba en el plan de nadie, pero sí de Dios.

“Así nos convertimos en la familia más beneficiada de CardioChavitos y se generaron lazos como los de una familia, que perduran hasta ahora; Natalia Gómez, la hija de Alfredo y Claudia, fue nuestro principal soporte pues a sus 15 años ya había pasado una gran cantidad de ocasiones en los quirófanos, hasta ‘bautizó’ a María Rebeca como ‘la mini Trump’”, dice Liliana al recordar los días intensos en el Hospital Christus Muguerza, Alta Especialidad, en donde se desarrolló la brigada de la asociación.

“Fueron días aciagos, en verdad no creíamos que fuera a salir todo bien, pero Dios tenía un propósito para nosotros y hoy María Rebeca es una niña que aún enfrenta retos importantes y nosotros sufrimos con ella cada ida a un hospital, a un consultorio; de hecho, ella solo quiere a su pediatra, el doctor Jesús Flores Robles es nuestro sostén, es un ángel para nuestra hija; se quieren mucho, gracias a Dios”, señala Liliana a siete años y medio de que enfrentó a la adversidad en un hospital.

Hoy esta familia sigue su camino con su tesoro en manos, pero tienen un mensaje final para atesorar; “a todas las parejas que no pueden tener hijos no se obsesionen, si Dios, como a nosotros, quiere… se puede. Nosotros luchamos muchos años y hemos conocido casos mucho más impresionantes, personas en otros países que han luchado hasta el último de sus esfuerzos para ser padres.

 

MENSAJE FINAL: NO PIERDEN LA FE

“Eso es importante, luchar hasta el cansancio, pero no si no es posible hay que aceptarlo. Hoy mismo vemos a María Rebeca luchar todos los días, para ella es diferente, pero nosotros estamos con ella hasta el final, nunca la dejaremos sola… es nuestro motor”.

Así termina esta entrevista, pero no la lucha de este matrimonio que siempre estuvo dispuesto a todo y lograron lo imposible: Su hija está sana de su corazón, aunque aún hay pendientes que trabajar en su cuerpecito, pero no bajan la guardia y siguen en su camino de tener una hija sana, sin problemas de salud que pongan en riesgo su sobrevivencia.

Antes de terminar, la familia López Ortega desea enviar mensajes de agradecimiento a los doctores Arturo Garza, Jorge Salinas, Oscar Berlanga, José Almaraz, Jesús Yáñez (+), Cecilia Britton, Jesús Flores y a la licenciada en terapia física Estela Sotelo, quienes han tenido en sus manos la responsabilidad de que María Rebeca sea una niña en franco crecimiento; también agradecen a José Cárdenas y Egidio Torre por su decidido e incondicional apoyo.

 

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