diciembre 11, 2024
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febrero 22, 2022 | 126 vistas

Esta comedia romántica se asume como un elemento antropológico, que sirve para demostrar cómo eran las películas del género hace más de dos décadas. Como si alguien hubiera encontrado alguna de esas cápsulas del tiempo que se enterraban para recordarle a un hipotético habitante del futuro cómo eran las cosas muchos años antes, “Cásate conmigo” irrumpe en los cines para demostrar cómo eran las comedias románticas hace más de veinte años.

La película es de 2022 porque las historias de Instagram se integran a la narración como quien quiere darle un aire de contemporaneidad al asunto, pero en lo concreto esta película de Kat Coiro huele a cosa vieja, no en un sentido negativo sino como elemento didáctico hacia las nuevas generaciones: así eran las comedias románticas antes de que la deconstrucción y la culpa progre obligaran a repensar uno de los géneros más asentados en el imaginario popular.

En todo caso no sé si Coiro y su equipo de guionistas son del todo conscientes de la operación nostálgica y cultural que propone la película, pero si tenemos en cuenta los antecedentes de Tami Sagher (“Muñeca rusa”, “Girls”, “Inside Amy Schumer”, “How I met your mother”, “Bored to death”, “MADtv”), una de las escritoras, podemos llegar a pensar que hay algo adrede.  Jennifer López, que fue la última heroína del género antes que pasara a mejor vida (el género, no JL), interpreta a una célebre cantante pop que está por casarse.

La boda será arriba del escenario con otro cantante famoso (el también cantante Maluma), pero sufre un desengaño y un poco por despecho y otro tanto por la vergüenza que pasó ante cientos de miles de fans, termina relacionándose con un don nadie que está en la platea (Owen Wilson). Un poco como en “Un lugar llamado Notting Hill”, pero en la era de las redes sociales y la fama de cartulina, el filme de Coiro trabaja sobre la idea de cómo una celebridad puede vincularse con alguien común y corriente.

“Cásate conmigo” tiene muchas arbitrariedades, y está bien; también una apuesta por suspender el cinismo contemporáneo y comprometerse con personajes enamoradizos y románticos a más no poder, algo que luce un poco artificial. Pero también sobrevive por el carisma de sus protagonistas, especialmente por Wilson a quien le quedan perfectos estos personajes de padres entre compinches y severos a los que las situaciones los superan. Así la cinta amaga por momentos con algún comentario contemporáneo sobre los nuevos roles de hombres y mujeres, pero lo hace con pereza y sin demasiada convicción.

Porque en definitiva lo que le interesa es contar el viejo cuento del chico conoce chica, amontonar lugares comunes, crear comic relief con peso dentro del relato, y hacernos creer que ese mundo edulcorado es posible. Y por suerte elige las canciones pop para poner en palabras los sentimientos de los personajes, herramienta que aquí resulta muy conveniente. Si el filme de Coiro no es mejor, es en definitiva porque sus materiales no son del todo sofisticados, es menos graciosa de lo que asume y (por qué negarlo) porque las comedias románticas de los 90’s tampoco eran una maravilla.

Aunque no aprovecha muchos discursos interesantes de su argumento, como comedia romántica es bastante decente que no obstante, pesar de sus intentos, el filme de Jennifer Lopez se entrega a lo convencional, pero no por ello deja de ser un intento entretenido y carismático. Su directora Kat Coiro, experimentada sobre todo en la televisión, logra dirigir a la pareja hasta terrenos que resultan en algo enternecedor. Visualmente el filme aprovecha el factor de la fama, para llevar al público a grandes presentaciones musicales, con vestuarios descabellados y grandes lujos. Sin embargo, también se encuentra cómoda cuando debe llevar a los personajes a una escuela pública o a un sitio más modesto.

Por muchas reticencias que uno tuviera hacia la combinación (ríase usted de las mutaciones de la COVID) Jennifer López + comedia romántica + trap latino, la verdad es que cuando se utiliza como piedra de toque de esta, sí, comedia romántica con Jennifer López y ambientación sonora de trap pop latino (y Maluma), una de las más bonitas canciones del musical Camelot, “If Ever I Would Leave You”, el reticente crítico entierra el hacha de guerra preconcebida, pero por un instante, Owen Wilson y J-Lo logran estar mucho más allá y bastante por encima de la romcom al uso que es “Cásate conmigo”. Consiguen que todo lo poco original y arquetípico del género y de sus personajes tenga un instante de absoluta verdad dentro de esa maravillosa mentira que es el cine.

Mi ocho de calificación a “Cásate Conmigo” aunque es una película extraña porque desde fuera podría definirse como un gran ardid publicitario, uno en el que Jennifer Lopez y Maluma encuentran la oportunidad de posicionarse en la pantalla grande y de lanzar en el proceso un buen número de canciones nuevas. Pero, no obstante, cuando la cinta abre su interior y el espectador ingresa, se encuentra con una romcom en toda regla que aquí y allá lanza cuestionamientos interesantes sobre el matrimonio.

Si bien la comedia romántica es un género que continuamente es desechado en el snobismo, de pronto algunos aceptan que puede entregar ciertas joyas. Por lo general el esquema de estas historias obedece la idea del amor ideal y del final feliz con matrimonio. Por ello que esta película como “Cásate conmigo” de pronto busque subvertir dicha premisa resulta en algo interesante digno de apunte. Es en todo aquello que rodea al concepto del matrimonio, en donde la película resulta interesante. Por una vez, una comedia romántica inicia con una boda en lugar de que la boda resulte en el evento culminante.

Tal premisa ofrece la oportunidad para que su directora Kat Coiro explore las vicisitudes de la institución matrimonial y lo que realmente significa para la sociedad contemporánea. Un hilo del que tira muy poco. Antes de sucumbir a las convenciones del drama romántico y la comedia, el filme de pronto presta atención a otra conversación. “Cásate conmigo” es el ejemplo perfecto de cómo para las personas no es suficiente la realización, si ésta no es compartida con millones de personas.

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