marzo 2, 2025
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De los casi 37 millones de hogares en México, más del 50% tienen algún tipo de préstamo

febrero 22, 2022 | 127 vistas

Es muy común que una gran parte de la población mexicana deba recurrir al sistema bancario para financiarse. Esto se da, principalmente, por la falta de liquidez de las familias a la hora de afrontar gastos extraordinarios o no planeados. Desde viajes, celebraciones, estudios e incluso temas de salud, son sólo algunos de los motivos que llevan a los mexicanos a pedir un crédito.

Según datos arrojados por la Encuesta Nacional sobre las finanzas de los hogares (ENFIH), de los 36,6 millones de hogares de nuestro país, el 53,8% tienen actualmente un préstamo no hipotecario. Entre los tipos de créditos más solicitados están los créditos de nómina (personales), los automotrices y tarjetas de crédito.

El Instituto Nacional de Estadística y Geografía, responsable de la elaboración del ENFIH, asegura que el promedio de la deuda contraída por cada familia asciende a los 38.500 pesos. Teniendo en cuenta el salario mínimo del 2021 de 4.310 pesos, la deuda equivale a casi 9 meses de ingresos.

¿Qué hay que tener en cuenta a la hora de tomar un crédito?

Muchas veces, solicitar financiación es la única alternativa con la que se puede contar para acceder a sumas importantes de dinero y en un período corto de tiempo. Esto no debe considerarse algo malo, ya que, si bien esto representa un pasivo exigible para quien lo toma, existen varios factores que se deben analizar a la hora de saber si un crédito es conveniente o no.

El primer factor que se debe tener en cuenta es la tasa de interés. Esto representa cuánto está cobrando el banco (o entidad financiera) por el dinero que presta, y será lo que deba devolver el deudor.

Se debe intentar comparar en diversas opciones que ofrezca el mercado y tener en cuenta no solo la tasa nominal, sino también otros beneficios como plazos o diferimiento de cuotas. Además, se debe estar especialmente atentos qué tipo de tasa se está ofreciendo. Ya que existen tasas fijas (no varía a lo largo del préstamo) y variables (se ajustan según aspectos como la inflación).

Teniendo en cuenta esto, el plazo se vuelve un apartado más que importante para analizar. Si bien tener un plazo más amplio y, por lo tanto, un mayor número de cuotas, hará que estas sean de cada vez menor valor nominal, lo cierto es que la tasa de interés suele subir a medida que se solicitan tiempos de devolución mayores. Por lo que se acabará pagando más por el préstamo.

Más aún, siempre se debe analizar en profundidad el acuerdo que ofrece el banco. La llamada “letra chica” del trato suele incorporar otros gastos que hacen encarecer el préstamo y que suelen ser una desagradable sorpresa a la hora de comenzar con los pagos.

Es por eso que pedir un préstamo no debe ser algo que se tome a la ligera. Es preferible dedicar un poco más de tiempo para hacer una evaluación detallada de las diferentes opciones, antes que llevarse una mala experiencia, como tantas veces a sucedido a muchos mexicanos.

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