Francisco Ramos Aguirre.-
Cd. Victoria, Tam.-
Desde entonces, aún perdura en la memoria de algunos católicos. El 21 de diciembre de 1964 el Papa Pablo VI emitió una Bula, mediante la cual se creaba una Diócesis en la Capital tamaulipeca. La disposición del Vaticano se ejecutó el 27 de mayo del siguiente año, al nombrar primer obispo a Monseñor José de Jesús Tirado y Pedraza, originario de Michoacán, quien se encargó de reorganizar el Seminario y varias asociaciones católicas. Desde un principio la Diócesis comprendía veinte municipios, entre ellos Burgos, Bustamante, Villa de Casas, Jiménez, Llera, Güémez, Tula, San Nicolás, Soto la Marina y Villagrán, entre otros. De acuerdo al censo de 1980, el número de feligreses ascendía al 85.5 por ciento de la población.
Con ello se reactivó administrativamente la presencia del catolicismo esta región, luego que en 1923 la Diócesis de Victoria había sido trasladada a Tampico, luego de operar en esta Capital desde 1869 con la presencia de varios obispos, entre ellos Ignacio Montes de Oca y Eduardo Sánchez Camacho, quienes contribuyeron enormemente al desarrollo de esta curia durante el siglo XIX.
Entre las organizaciones laicas que durante mucho tiempo contribuyeron en las tareas apostólicas emprendidas por el clero, destacan la Unión Femenina Católica Mexicana, la Juventud Femenina Católica Mexicana, Acción Católica de Adolescentes y Niños, Caballeros de Colón, Damas Isabelinas, Adoración Nocturna Mexicana, Movimiento Familiar Cristiano, Movimiento Bíblico Católico Mexicano, Asociación de Hijas María Inmaculada y otras. Los sacerdotes pertenecían a las órdenes agustinos, franciscanos y mercedarios.
El segundo obispo fue Alfonso Hinojosa Berrones, originario de Monterrey, Nuevo León (1924). Estudió Filosofía y Teología en el Seminario de Monterrey, concluidos en Roma, al ordenarse de sacerdote en 1949 con un doctorado en Sagrada Teología. En 1951 regresó a Monterrey, donde fue maestro del Seminario, capellán del Hospital de San Vicente y varios templos. Fue elegido Obispo de Ciudad Victoria por el Papa Pablo VI el 12 de febrero de 1974 y consagrado el cinco de abril del mismo año. Bajo su gobierno fundó el Seminario Menor de Victoria en 1977, creó las parroquias de San Isidro de Tamatán y Nuestra Señora de Lourdes en la colonia Nacozari. Su lema episcopal era En Cristo Jesús.
El tercer obispo fue Fray Raymundo López Mateos (1932-2000), originario del Mineral de Angangeo, Michoacán, perteneciente a la Orden Franciscana. A su llegada realizó audaces declaraciones a la prensa victorense al señalar “El PRI es un tomate podrido.” Fue nombrado Obispo de Victoria el 29 de noviembre de 1985, fue consagrado y tomó posesión en enero de 1986. Permaneció en el cargo hasta el tres de noviembre de 1994, luego de sufrir un accidente automovilístico. Abrió varias parroquias, desarrolló la catequesis, estableció buenas relaciones con la prensa local, remodeló el Santuario de El Chorrito, promovió la construcción de las escalinatas del Santuario de Guadalupe, la colocación de su escultura y celebró los 25 años de la creación de la Diócesis. Falleció durante su retiro en un convento del centro del país.
Al concluir su breve gestión en la administración apostólica de la Diócesis, fue sustituido temporalmente por el Arzobispo de Monterrey, Adolfo Antonio Suárez Rivera, mientras el Papa nombrara el sustituto. Para ello se rodeó de los Vicarios y obispos auxiliares Alfonso Hinojosa Berrones y José Lizares Estrada. López Mateos fue sustituido por Antonio González Sánchez, originario de La Yesca, Nayarit (1947). Después de atender algunos encargos en parroquias de Tijuana, a finales de 1995 fue designado en el encargo de Obispo de Victoria por el Papa Juan Pablo II.
Duró en esta encomienda 26 años, hasta su remoción a finales de 2021 en plena pandemia de covid-19, cuando solicitó retiro por cesantía y enfermedad de Alzheimer. El 14 de febrero de 2021 declaró en su homilía dominical que el uso del cubrebocas no era indispensable para prevenir contagios de coronavirus, porque lo principal era confiar en Dios. Esto suscitó una dura polémica en la prensa, motivo por el cual fue obligado a renunciar al cargo.
Bajo estas circunstancias, resultó muy gratificante para los victorenses conocer la noticia de la llegada de monseñor Oscar Efraín Tamez Villarreal (1973) como nuevo Obispo. Correspondió al Papa Francisco -23 de septiembre/2021- designarlo en ese cargo, gracias a sus méritos como Obispo auxiliar de la Arquidiócesis de Monterrey a partir de 2017. Hablamos de un personaje inteligente, joven, esbelto gracias a su buena alimentación y disciplina deportiva como maratonista, carismático, amiguero, como el mismo se define, y de aspecto atractivo, más allá de su vestimenta sacerdotal. Sus orígenes familiares se encuentran en Allende, Nuevo León, tierra de afanosos empresarios avícolas, naranjeros y transportistas. Gracias a ello, mostró inmediatamente una buena relación con los habitantes de la Diócesis. Lo mismo lo distinguen sus prendas culturales, pero sobre todo ser conocedor de la identidad propia de este territorio noresteño.
Es decir, su habla, gastronomía, música, carácter, franqueza, disposición al trabajo y otras expresiones. Todo esto, lo supo muy bien el Nuncio Apostólico Romano Franco Coppola, representante del Papa, cuando asistió como testigo a la primera misa que ofició en la Basílica de Nuestra Señora del Refugio. Inmediatamente asumió el compromiso de visitar las parroquias a su cargo, conocer su problemática y el estado de la cuestión. Inteligente y diligente, como recomienda Baltazar Gracián, se toma su tiempo para publicar una columna periodística en medios locales.
En algunos de sus homilías dominicales, generalmente evoca la necesidad de paz mundial y práctica de virtudes como la esperanza, porque esta: “… tiene su origen y es la experiencia de Dios y es la fe. Cuando uno tiene a Dios en su pensamiento y corazón, es ahí en donde está la esperanza.”