Fahara Mercado.-
Cd. Victoria, Tam.-
Como cada año, la Iglesia católica vivió una de las partes medulares de su fe, a través de las celebraciones de la Semana Santa.
Los fieles victorenses participaron activamente de cada una de las celebraciones, después de ausentarse de los templos por la pandemia.
MIÉRCOLES SANTO
Los días santos dieron inicio con la Misa Crismal, que se realizó el miércoles.
La Catedral del Sagrado Corazón de Jesús abrió sus puertas para recibir a todos los sacerdotes que conforman la Diócesis de Victoria, que uno a uno ingresaron al templo en una procesión enmarcada por el fondo del canto “Pueblo de Reyes” y ante el fervor de los fieles.
Incienso y túnicas solemnes llenaron la Catedral, que recibió a los sacerdotes y al Obispo de la Diócesis, Monseñor Óscar Tamez Villarreal.
La parte central de la ceremonia fue la renovación de votos de los sacerdotes y la bendición de los Santos Óleos; el Santo Crisma, el Óleo de los Catecúmenos y el Óleo de los Enfermos.
Aceites sagrados que se utilizan en cuatro sacramentos: bautismo, confirmación, orden sacerdotal y unción de los enfermos.
En su mensaje a sus “fieles colaboradores”, como el Obispo les llamó, pidió a los clérigos renovar el amor a su vocación.
“Queridos hijos, mis necesarios colaboradores, hoy es un día especial para nosotros porque renovamos nuestras promesas sacerdotales, aquellas que hicimos ante nuestro Dios, renovemos hoy nuestro primer amor, recordando que Jesús nunca nos deja solos”.
JUEVES SANTO
Llegó el Jueves Santo, y con él la solemnidad de la celebración eucarística donde se recordó la última cena de Jesús con sus apóstoles, acto con el que se instituyó la eucaristía para la fe católica.
En el lavatorio de pies, el Obispo lavó, secó y besó los pies de los doce apóstoles, representados por hombres y por primera vez de mujeres que forman parte de los grupos de la Parroquia.
El acto envolvió a los presentes en un emotivo sentimiento de humildad. Este día la Iglesia católica recordó también la oración de Jesús en el huerto.
La celebración concluyó en total silencio, con un monumento especial donde se resguardó el sagrario.
El silencio y la tranquilidad del viernes en la Ciudad enmarcó el día de luto para los católicos.
VIERNES SANTO
Por la mañana en todas las parroquias se escenificó el Vía Crucis, catorce estaciones que siguieron los feligreses para recordar la Pasión y muerte de Cristo.
Por la tarde, Monseñor Óscar Tamez Villarreal, vestido de luto, encabezó la procesión del silencio.
Acto que invitó a los católicos a acompañar a María, la Madre de Jesús en su dolor.
Cientos de victorenses se dieron cita en el 19 Carrera para ser parte de la procesión, donde solamente los tambores fúnebres se escuchaban acompañados de las luces de las velas púrpuras.
En punto de las 15:00 horas, se llevó a cabo la adoración de la Santa Cruz en total silencio y luto.
La noche cayó en silencio para la Iglesia católica. Jesús había muerto.
SÁBADO SANTO
Llegó el Sábado Santo, el día de la Vigilia Pascual, la celebración más importante de todo el año para los católicos.
Dicha fiesta eucarística tiene la característica de ser una celebración sumamente solemne.
Se dio inicio con la bendición del fuego, significado de Cristo luz del mudo. Con siete lecturas, siete salmos, coros solemnes, campañas resonando al mismo tiempo que los asistentes entonaban el canto de “gloria”, se daba inicio con la Vigilia.
La Catedral lució repleta de familias, religiosas y fieles que formaban parte de la celebración, quienes llevaron los cirios y agua para ser bendecidos.
La característica principal de este día se marca en la Iglesia católica como la alegría de la resurrección de Jesús.
Monseñor Oscar Tamez, en su homilía, habló al pueblo victorense de la importancia para la comunidad católica entender y vivir esta fiesta.
“Entendamos que la resurrección no es creer lo que otros han dicho, es entender que la experiencia de la resurrección se alcanza con cada uno de nosotros de manera personal. La resurrección de Cristo le da plenitud a nuestra existencia”.
Con esta celebración, la Iglesia católica cierra los oficios de Semana Santa y abre paso a la Pascua, cincuenta días de alegría para su fe católica cristiana.
Durante cada uno de los oficios, se pudo ver una gran afluencia de católicos que optaron por vivir con fervor las celebraciones de su fe.