diciembre 14, 2024
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julio 29, 2022 | 278 vistas

Patricia Azuara.-

Cd. Victoria, Tam.-
¿Cuántas historias se contarían en esas antiguas mesas de madera?; ¿Cuantos amores intentaron olvidarse desde su interior?; ¿Cuantos amigos se abrazaron mientras las rutinas avanzaban afuera?; ¿Cuantas penas fueron ahogadas con un trago de alcohol?.

¿Cuántas canciones se entonaron al choque de las copas?; ¿Cuantas carcajadas compartidas?; ¿Cuántos bailes de a cachetito?; ¿Cuántas manos desconocidas se solidarizaron para aliviar tristezas?; ¿Cuántas palabras repartidas?; ¿Cuantos dolores se sanaron?.

Dicen que la pena no sale sola y en “La Botella” lo saben bien.

“La Botella” es esa vieja cantina de paredes desmoronadas que aún conserva su esencia y ese característico olor a cartón de cebada. Más de un siglo de mantener sus puertas abiertas, a propios y extraños, ahí donde nació su historia, en el Siete y Ocho Hidalgo.

Es la cantina más antigua del Centro Histórico de Ciudad Victoria, que sobrevive con su estructura original, esa vieja construcción que desafía a diario el paso de los años, las inclemencias del tiempo y los golpes propios de la vida; y sigue de pie.

Las puertas que rechinan y la polilla que ya se asoma por el desgaste propio del uso, no son impedimento para abrirse de par en par y recibir a sus clientes, de lunes a sábado de diez de la mañana a 12 de la noche. Nunca está vacía, y antes de que retumben las campanadas de la misa de mediodía, ya hay uno que otro alegre con su botella obscura en la mano.

La rockola no podía faltar. Y es que una bohemia sin música no es posible. Una tarde de cervezas sin las de “Chente” Fernández y José José, es un acto imperdonable. Su tradicional barra y los banquillos, que guardan miles de anécdotas, son el centro del espectáculo.

El letrero con su nombre se cayó, pero eso ¿a quién le importa? Si sus clientes la tienen más que ubicada. Al exterior los puestos ambulantes, también comparten experiencias y relatos.

Adolfo López Reyes es cantinero de “La Botella” los últimos 36 años, platicó a El Diario de Ciudad Victoria: “Aquí viene gente de 80 años que dicen, aquí venía con mi papá, aquí conoces mucho, de todo, aquí los ves llorar, y luego los tengo que consolar yo, luego comienzan a llorar que porque los dejó la mujer”.

Aquí se cura la cruda y hasta el mal de amores, aseguró. Y es paso obligado de los políticos en campaña, “luego vienen los que andan que quieren puestos del gobierno, aquí anduvo uno, el de color naranja”.

En la actualidad, las mujeres también pueden entrar al lugar, y en entrevista, confirmó que el sexo femenino “son las más buenas pa’ tomar”.

“La Botella” es un lugar tranquilo, donde nunca ocurren “zafarranchos”, aseguró. “Tantos aquí, se siente bonito, todo es trabajo, pero está más canijo andar en la obra, mi hermano me dejó el trabajo este de encargado hace diez años que se retiró, pero también soy cantinero. Aquí se me fue mi juventud, pero muy feliz”.

Adolfo es de los cantineros con más años de labor en el Centro Histórico de Ciudad Victoria y sus mayores recuerdos son los clientes que derraman lágrimas por la partida de su ser amado: “Los veo llorar, pero yo no lloro, nomás me acuerdo”.

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