El presidente de El Salvador, Nayib Bukele, aseguró este martes que su país pasó de ser el más peligroso del mundo al «más seguro de América Latina», un logro que atribuyó a su llamada «guerra contra pandillas».
Esa política de seguridad arreció desde marzo pasado, cuando Bukele solicitó al Congreso que decretara un polémico estado de excepción que permite efectuar detenciones sin autorización judicial y suspende algunos derechos y libertades constitucionales.
Desde entonces, según datos de las autoridades salvadoreñas, hasta finales de julio fueron detenidas bajo ese régimen más de 46.000 presuntos pandilleros y con ello las cifras de violencia letal habría disminuido significativamente, al punto de registrar varios días sin homicidios.
El régimen excepcional ha sido extendido en varias ocasiones por el parlamento salvadoreño. La prórroga más reciente entró en vigencia el pasado 24 de julio, luego de que la Asamblea votó por amplia mayoría a favor de la medida que se aplicara por 30 días más «para asegurar el bienestar de la población».
Sin embargo, la política de seguridad de Bukele ha sido criticada por familiares de los detenidos, quienes han efectuado protestas y marchas para denunciar que dentro del régimen de excepción se han realizado «detenciones arbitrarias» contra «personas inocentes», por las que exigen su liberación inmediata.