Patricia Azuara.-
Cd. Victoria, Tam.-
A su corta edad, José Alfonso Hernández González, “Poncho”, como lo llaman entre los cuates, ya colgó en su pared algunas insignias, un puñado de anécdotas y varias experiencias que determinaron el cauce de sus planes.
Y es que el arte de cortar cabello corrió en su sangre desde pequeño. Su abuelo paterno y un tío se dedicaron al noble negocio de la peluquería, y aunque Poncho no creció junto a ellos, el don y el amor por este oficio nacieron desde el vientre.
La historia se remonta al verano del 2019 cuando su madre, Claudia González Argüello, lo impulsó para que aprendiera alguna técnica, y así aprovechará la temporada vacacional que les otorgaban en la escuela de enfermería en la que estaba matriculado.
Y fue así como eligió ingresar a un curso con un barbero de la ciudad, experiencia un tanto desagradable, pues las enseñanzas fueron bastante deficientes.
SU PRIMERA MÁQUINA
Pero “Poncho” no se rindió, y con el apoyo económico de su madre y parte de una beca que tenía por su aprovechamiento escolar, adquirió la primera máquina de corte.
Viendo uno y otro y otro y otro tutorial en internet, y con sus “valientes” amigos cercanos y familiares, Poncho agarró la maquina afeitadora, unas tijeras y el firme propósito de aprender y ser uno de los mejores.
Al poco tiempo ofreció cortes de cabello gratuitos en su domicilio particular, después comenzó a cobrar 20 pesos y hoy, cuatro años después, es buscado por artistas internacionales de la talla de “El Bebeto” y Alemán.
El don heredado de sus antepasados, hoy lo coloca en un lugar especial entre el gremio.
“Cuando veo mi trabajo como un hobby, como un pasatiempo, como algo que me gusta, los clientes vienen solos, el dinero viene solo, te gusta y no lo sientes pesado, puedes (estar) aquí, tres, cuatro horas parado y no pasa nada”.
En sus inicios, apenas contaba con una vieja silla blanca propiedad de una conocida cervecería del país. Ahí sentaba a sus clientes, frente al tocador de una antigua recámara en su casa.
Tras perseguir sus sueños, ahora es propietario de la Barbería “Vargas” ubicada sobre la calle Juan B. Tijerina entre Hernán Cortez y Cuauhtémoc.
Entre sus preciadas anécdotas está la ocasión en la que, de su entonces trabajo, lo llevaron a cortarle el cabello al rapero mexicano Alemán, quien hasta lo invitó al escenario para agradecerle el detalle.
BEBETO
Y cómo olvidar aquella ocasión en la que el cantante Carlos Alberto García “El Bebeto” lo contactó a través de sus redes sociales, para citarlo previo a un cierre de campaña en la que participó el artista. Aún incrédulo, al interior de su camión, le arregló el cabello.
“Me sentí realizado, porque ‘El Bebeto’, en lugar de buscar cualquier otro barbero conocido o traer a su propio equipo, buscó mi mano, buscó mi trabajo, fue como un sueño”.
Pero sin duda la historia que guarda en lo más profundo de su corazón, es aquel ancianito que lo contrataba para afeitarlo, servicio que terminó por compaginar con su profesión, pues no solo se encargaba de dejarlo bien presentado, sino de administrar las dosis de sus medicamentos y cuidarlo durante el día.
Y es que “Poncho” estudió la licenciatura en Enfermería, y aunque está a punto de recibir su título, decidió colgarlo en la pared de la casa de su madre, soltar las jeringas y perfeccionase en el arte de la barbería.
Este emprendedor victorense además es músico, y entre sus pasatiempos favoritos está salir a jugar billar con sus amigos.
El mayor impulso lo tiene de su madre, de quien dijo, fue, es y será el pilar de todos sus éxitos y la persona que más cree en él y lucha de su mano para alcanzar cada una de sus metas.
Su amuleto es la antigua silla que su tío le vendió y que hoy forma parte de su negocio; una añeja pero conservada Koken que guarda una importante historia familiar.
23 AÑOS DE EDAD
El pasado 30 de julio, día de su cumpleaños número 23, “Poncho” no sólo cortó el listón de su negocio, sino que abrió las puertas de uno de sus mayores anhelos, ese sueño que cristalizó luego de años de esfuerzo.
Y hoy en día en que la modernidad modificó de manera abismal el gusto entre los varones, “Poncho” hace obras de arte con el cabello de sus clientes.
Ofrece los servicios de corte de cabello urbano, tradicional, moderno y afeitados de barba. La Barbería “Vargas” abre de lunes a domingo de 10 de la mañana a 9 de la noche, y el teléfono para las citas es 834.307.7158.
“A los jóvenes como yo, le digo que hagan lo que les gusta, que no les importen los comentarios de las demás personas, que van a escuchar críticas, pero que eso no debe apagar los sueños”.
HOY ES DÍA DEL PELUQUERO
Este jueves 25 de agosto se celebra de manera mundial el Día del Peluquero en conmemoración al rey Luis IX, quien fue una figura simbólica para su época al designar a su peluquero como “hombre libre” y al elevar, de esta manera, su jerarquía social.
En el siglo XIII, en Europa, trabajar en el área de la peluquería no tenía el mismo reconocimiento que los demás profesionales. De hecho, el oficio era de estatus plebeyo y solo se ejercía para la nobleza que, sobre todo en Francia, utilizaba pelucas y no cabello natural.
Con el accionar del Rey, se le otorgó un nuevo prestigio al oficio que, hasta el momento, solo se ocupaba de cuidar el pelo falso de los más prestigiosos burgueses.
Sin embargo, en Argentina se le agregó una razón por la cual festejar: el peluquero y director de teatro, Domingo Guillén, organizó el festejo en el teatro Coliseo al que fue una gran cantidad de profesionales en 1877.
Dicha organización incentivó a que se creara la Sociedad de Barberos y Peluqueros, más precisamente desde la ciudad bonaerense de Pergamino. En este sentido, el tiempo llevó a que en 1940 se designara de forma oficial al 25 de agosto como el Día del Peluquero durante el Congreso Nacional de Peluqueros, el cual fue convocado por la ex Federación Argentina.
El arte de cortar el pelo es tan antiguo como la humanidad, y así lo demuestran los descubrimientos arqueológicos de Egipto, en donde se han encontrado afeitadoras hechas con piedras afiladas datadas hace tres mil 500 años, pertenecientes a la Edad del Bronce, aunque presumiblemente ya existían anteriormente.