diciembre 13, 2024
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Irán y las criptomonedas; un nuevo ejemplo de adopción estatal

agosto 27, 2022 | 198 vistas

Desde el momento de su nacimiento en un no tan lejano 2009 las criptomonedas han estado transitando por diversas etapas; desde la indiferencia del gran público, el desprecio de los grandes sectores económicos tradicionales y la euforia de unos pocos idealistas que soñaban con un sistema financiero descentralizado en poder de los ciudadanos, hasta el FOMO desatado de inversores inexpertos -con el enorme peligro que ello entraña para su patrimonio, dado que toda inversión contiene en sí misma tanto la semilla del éxito como del fracaso-. El resultado es el crecimiento de un ecosistema de empresas dedicadas a prestar servicios financieros relacionados con las criptomonedas y el aparente interés creciente de inversores institucionales, sistema bancario y, por supuesto, Estados, las organizaciones humanas más poderosas en todos los órdenes de la actualidad.

El primer país en dar el paso de adoptar bitcoin como moneda más de curso legal fue El Salvador, pequeña nación centroamericana cuyo carisma y controversial imagen de su presidente Nayib Bukele ha llevado al país que preside a la primera plana de la prensa internacional en más ocasiones de lo que han aparecido otras naciones de la hispano esfera a priori más importantes por demografía o economía. El Salvador ha hecho una importante apuesta por acumular importantes reservas de bitcoin, además de un esfuerzo por integrar a su población en un sistema financiero que incluya a bitcoin, algo especialmente interesante para países con amplias capas de población no bancarizada.

Siguiendo la estela de El Salvador

El siguiente país que adoptó a bitcoin como moneda de curso legal fue la República Centroafricana, cuya moneda fiat es el franco CFA de África Central, una moneda compartida con otras naciones de la región y que está respaldada por el banco central de Francia, antigua metrópoli de una buena parte de África y concretamente de los Estados que utilizan dicha divisa. Algunos han querido ver en la adopción de bitcoin como moneda de curso legal en la República Centroafricana un intento de esta nación africana por recuperar algo de soberanía, dado que el respaldo a la divisa por parte de Francia no es gratuito.

El caso de Irán no es exactamente igual al de El Salvador o la República Centroafricana, entre otras cosas porque la adopción no es tan absoluta como la esos dos Estados, al menos de momento, y por otra parte por la importancia de Irán, núcleo de imperios durante miles de años y actor que lucha por la hegemonía regional con Turquía y con las naciones de Oriente Medio, naciones que recientemente han logrado sumar la experiencia israelí en temas de seguridad y defensa a lo que algunos medios han denominado con grandilocuencia como embrión de una futura OTAN árabe.

De momento Irán ha comenzado a utilizar criptomonedas en transacciones internacionales, la primera de las cuales fue por valor de unos diez millones de dólares, pero que el país persa confía en aumentar ostensiblemente con el paso del tiempo, generalizando el uso de criptomonedas y smart contracts en su comercio internacional, quizás como forma de esquivar las numerosas sanciones a las que se ha visto sometido el régimen de los ayatolás en un intento de frenar el desarrollo de un programa nuclear con usos militares, además de ser un paso más en el intento de desalojar al dólar como moneda de referencia mundial.

Aún así, y a pesar de que aparentemente cada vez más países están adoptando las criptomonedas de un modo u otro, de momento el grueso de las transacciones parece estar produciéndose por inversores privados, y es que las criptomonedas se han convertido en un activo muy popular, lo cual obviamente no exime de los riesgos de invertir en ellas, ya sea directamente o mediante el trading apalancado con contratos por diferencia, herramienta esta última del apalancamiento que aumenta los riesgos de las inversiones.

Las criptomonedas son activos relativamente nuevos y muy volátiles, no en balde se puede observar el ejemplo del propio El Salvador, al que diversos medios ven cerca del default por culpa de su apuesta por bitcoin, un activo que ha demostrado ser capaz de subir y caer con la misma intensidad y rapidez, lo cual en su caso puede haber comprometido reservas de divisa fuerte necesarias para pagar compromisos de deuda, y que en el caso de un inversor privado podría comprometer el dinero de la hipoteca, la alimentación o el colegio de los hijos, razón de peso para no invertir nunca un dinero que no se pueda perder.

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