El realizador afroamericano Jordan Peele vuelve a mostrar su talento en un filme de horror con referencias cinéfilas e históricas, que funciona en sus diversos niveles y que incluso invita a lecturas amplias; con el antecedente de sus dos anteriores películas, lo que propone “¡Nop!” puede desconcertar.
En los meses previos al estreno, los avances y los posters fueron bastante crípticos, pero lo que quedaba en claro era que, sea cual fuera la amenaza o el misterio, venía de arriba. Del cielo. Quedaba la duda, con cierto prejuicio, sí, pero también con conocimiento de las intenciones y obsesiones de Peele, sobre cómo una historia de extraterrestres iba a entroncar con la crítica social.
Lo cierto es que “¡Huye!” fue un debut auspicioso para Peele como director; una película ingeniosa que funcionaba mejor cuando se entregaba al desparpajo, que cuando pretendía dar cátedra y engrosaba el trazo de su discurso. No sabemos si el antes comediante se creyó el rol de salvador negro de Hollywood como la crítica lo encumbró, pero a partir de esa película su nombre empezó a aparecer asociado a producciones tan profesionales como patoteras, abrumadas ideológicamente.
Productos como “Lovecraft Country” o la nueva “Candyman”, prometedoras en la superficie, pero, finalmente, víctimas de tener que portar un mensaje antes que una historia. Por suerte para nosotros, esa incógnita llamada “¡Nop!” se revela como una película donde Peele parece más consciente de sus capacidades, trabajando lo racial sin desbordes y concentrándose en el espectáculo.
Moviéndose del terror hacia la ciencia ficción, con un uso noble de los géneros: no como instrumentos panfletarios (de una causa, o de la necesidad del director de mostrarse como un artista elevado), sino como el territorio ideal para hablar del cine, que es el tema de fondo de esta película que nos muestra la historia de dos hermanos que deben trabajar unidos para sacar a flote el rancho de su difunto papá.
O.J. nombre que le sirve a Peele para hablar de racismo con un chiste sutil, interpretado por Daniel Kaluuya, y Emerald (Keke Palmer), son dueños de un rancho donde entrenan caballos actores. Herederos de un linaje que los remonta a los inicios del cine, con un antepasado que fue el primer jinete filmado, los hermanos sobreviven a la crisis del negocio mientras lidian con la muerte del padre (Keith David), fallecido en circunstancias extrañas.
Cuando una noche O.J. avista entre las nubes lo que podría ser un plato volador, Emerald decide capitalizar el descubrimiento. Capturar en imágenes el fenómeno y venderlas al mejor postor. A partir de ahí, con los intentos por llevar a cabo el plan y los personajes que empiezan a cruzarse, la película propone un recorrido por algunos exponentes del imaginario sobre ovnis y monstruos.
“Encuentros cercanos del tercer tipo”, “Tiburón” y la presencia innegable de “Terror bajo la tierra”, con una criatura que opera de manera similar a los graboides, pero cambiando la tierra por el cielo. Claro que el diálogo que Peele entabla con esas películas no se agota en la referencia, sino que le sirve para oponer la tradición con la actualidad, y preguntarse sin nostalgia si acaso el pasado fue mejor. La misma tensión aparece con los distintos formatos con los que se intenta documentar al monstruo, desde cámaras de vigilancia con la última tecnología hasta una vieja cámara de fotos en un parque de atracciones.
Y es en ese parque donde se cifra el intercambio más profundo entre el hoy y el ayer, con ese espectáculo que parece construirse sobre los escombros de otra época. Si nuestra intención es hilar más fino, podemos pensar que en “¡Nop!” el cine aparece como patria y como amenaza, un lugar donde el afán por domar a las bestias (literales y simbólicas), por capturar absolutamente todo, puede tener consecuencias terribles.
Esa es una de las lecturas posibles que se pueden hacer a la subtrama del chimpancé y el programa infantil, que abre la película de manera acertada e inquietante. Incluso si quisiéramos ir más profundo con lo expresado sobre “patria” y “amenaza”, podría pensarse en la lucha de estos dos hermanos negros contra una criatura del espacio, como una alegoría de Peele sobre la lucha real de la comunidad negra dentro de la historia de Hollywood.
Pero quizás sea ir demasiado lejos, porque en definitiva lo mejor de “¡Nop!” es que termina funcionando como una de esas películas en las que se referencia. A pesar de los excesos discursivos que se le pueden reprochar, lo cierto es que la apuesta de Peele como realizador es visualmente impecable, consistente en la narración, imaginativa y, lo mejor: permeable a los momentos de locura y de humor, como ese choque acelerado de manos entre Em y O.J. antes de salir de cacería.
Apoyado en intérpretes que parecen ideales, contrastando la pesadumbre de Kaluuya con la explosividad de Palmer, más la colaboración ajustada de los demás que aparecen por ahí, “¡Nop!” da forma a personajes que sí terminan importando a individuos que transitan la aventura con el peso de sus legados, y la posibilidad de hacerse cargo de ellos, cabalgando a toda velocidad por el desierto.
No sé qué nos deparará Jordan Peele en el futuro con sus nuevas películas, y tal vez se merezca un “qué pesado” por su rol también como productor cinematográfico. Pero cuando vuelva a sentarse en la silla de director, que sepa que ahí estaremos. Con su tercera película vuelve a abordar estos temas, pero es mucho más elusiva que las dos anteriores. Punto a favor para el director.
Le otorgo mi 9 de calificación a la tercera película de Jordan Peele como director, es una hipnótica amalgama entre “Encuentros Cercanos del Tercer Tipo” y “Señales” que lo consolida como un maestro del suspenso. Peele inició su carrera como comediante en la televisión, siendo parte de los programas de sketches “Mad TV” y “Key & Peele”, este último en compañía de su amigo y colega Keegan-Michael Key. Los dos fueron los protagonistas de la extraña, pero muy divertida comedia felina “Keanu”. Y luego vino el cambio.
Peele decide convertirse en director y su ópera prima titulada “Get Out” (una especie de versión libre del clásico del terror “The Stepford Wives”), terminó siendo todo un éxito de taquilla. Contra todas las expectativas, la pequeña, pero poderosa película, obtendría cuatro nominaciones a los premios Óscar; luego llegaría “Us”, su segundo trabajo como director, el cual puede pensarse como una versión libre del capítulo “Mirror Image” de la serie antológica “Dimensión desconocida”.
No cabe duda que Peele posee un inmenso talento para crear atmósferas enrarecidas y perturbadoras, semejante al de los maestros Dario Argento y, por supuesto, Alfred Hitchcock. Ahora con “¡Nop!”, su tercera película como director, Peele se acerca al estilo de Steven Spielberg y M. Night Shayamalan, creando una amalgama lovecraftiana sin dejar de lado el subtexto que constantemente nos habla de la experiencia de ser afroamericano en los Estados Unidos.