marzo 29, 2024
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septiembre 21, 2022 | 145 vistas

Patricia Azuara.-

Cd. Victoria, Tam.-
Griselda Negrete, suegra de Tania y madre de Pedro, la pareja de sordomudos que mantienen una pelea legal para recuperar a su hijo, que al día de hoy está bajo el resguardo de su abuela paterna, platicó para El Diario de Victoria, sobre el caso y el retraso de políticas públicas a favor de este rubro poblacional.

Dos de sus cuatro hijos nacieron con discapacidad auditiva y verbal: Judith y Pedro. Ambos viven en Monterrey, Nuevo León, y laboran en una empresa establecida que produce tostadas y botanas, y son completamente independientes.

Los hermanos Negrete estudiaron hasta el bachillerato, trabajan y formaron su familia, pese al escenario adverso que a lo largo de su vida no ha dejado de presentarse.

Pero para que esto sucediera fueron décadas de constancia y lucha, en un estado como Tamaulipas en donde no existen políticas públicas que apoyen el desarrollo de las personas con capacidades diferentes.

Hoy enfrenta, además, la lucha legal para que su nieto le sea devuelto a su hijo, Pedro y su nuera, Tania. Pequeño que Griselda conoció apenas el mes de enero pasado, tres años después de su nacimiento, porque su consuegra le negaba el acceso.

“A veces los mismos padres somos los primeros que tenemos que defenderlos, pero somos los primeros que destruimos a nuestros hijos, somos un poco egoístas, estamos tan metidos en nuestras cosas, esos niños son tan capaces y mucho más que nosotros”.

EL PROCESO AVANZADO

Recordó que después de que Tania se alivió y cumplió su cuarentena, quiso regresar a casa con su esposo, y fue ahí cuando su mamá no la dejó llevarse al bebé, porque ya tenía todo el proceso avanzado.

“Y le dijo vete, pero el niño aquí se queda, ¡les quito al niño!, se los quito, y sabes que, le metí una demanda penal y ella metió una civil, y sabes que, todavía no tenemos al niño y lo acabo de conocer en enero porque gané un amparo por el área federal”.

Agregó: “Mi nuera está sin su hijo y sabes qué hizo la mamá, los demandó por incapaces, qué puedes esperar de la demás gente, si yo como madre estoy diciendo que es incapaz, claro que tienen muchos problemas y van a batallar, pero uno nunca los suelta, cómo es posible que esa señora no le permitió ni amamantar al niño”.

En su lucha legal, Griselda Negrete espera que la justicia del Estado acate la resolución federal, que en diciembre de 2021 falló a favor de la pareja. Ahora teme que la madre de Tania, quien tiene bajo su resguardo al niño y se niega a entregarlo, la presione para que firme documentos y ceda los derechos del menor.

“El juez federal le dice al del Estado se tiene que entregar poco a poco, porque tenían dos meses que no veían a su criatura, la señora no ha dejado, después descubrimos que quería ese niño para otra hija que no puede tener hijos, el esposo de esa hija es abogado, trabaja en unos de los mejores bufetes de abogados de Monterrey”.

UNA HISTORIA DIFERENTE

Pero la historia de su hija Judith es completamente diferente. Ella está felizmente casada, tiene una niña de nueve años, que crece en un ambiente familiar con tranquilidad y valores.

“Mi hija se realizó, siempre le pedí a Dios que su pareja fuera igual que ella, para que se pudieran hablar, entender, comprender”. En los trabajos en los que esta, incluso llegó a ser capacitadora.

A lo largo de 38 años, Griselda Negrete ha enfrentado un sinfín de situaciones complicadas que van desde la discriminación hasta prácticamente el robo de un infante.

“Mi primer hijo fue Pedro, primero te sorprendes cuando te dan el diagnóstico, es algo que no puedes creer, se te hace muy difícil, y te preguntas ¿cómo le vas a hacer?, ¿cómo le vas a hablar para que te entienda? y conforme va creciendo, te preguntas ¿qué va a ser de él?, ¿cómo se va a defender?

Prosiguió, “pero Dios te da las herramientas y ellos son tan inteligentes que en lugar de que tú les enseñes, ellos son los que te están enseñando a ti”.

Los hermanos Judith y Pedro acudieron a escuelas regulares, en aquellos años, cuando a los sordomudos se les veía como una “cosa extraña y contagiosa”. Y aunque con el tiempo la sociedad los incluye más, aún falta mucho por hacer para que tengan un mejor entorno y más oportunidades.

“Lo que nosotros no vemos, ellos lo ven, a mí me decían cómo es posible que les sueltes un volante a tu hija, pues sí puede, a veces nosotros que tenemos todos nuestros sentidos somos más distraídos. Tú observa a una persona sorda y está poniendo más atención y está más concentrada a su trabajo que los otros que somos oyentes”.

En Tamaulipas no hay nada, refirió, no hay una escuela, no hay intérpretes, no campo laboral.

“Te voy a decir lo que me pasó hace muchos años en Educación Especial. Estaban los jóvenes más grandes alrededor de un bote grande de chiles en vinagre, y yo dije, ¿qué están haciendo? y sabes qué me dijeron, si los pericos hablan con chiles, nosotros también, cómo crees que como madre me sentí ahí, fatal”.

LA DECISIÓN

Fue cuando tomó la decisión de sacar a su hijo y llevarlo a un kínder regular. “Pedro y Judith rompieron con muchas barreras, cuando la misma escuela me cerraba las puertas hasta que pudieran hablar, y cambiábamos constantemente porque había maestros que no los aceptaban”.

Las personas sordas ven la esencia, son intuitivos y desarrollan mucho más sus otros sentidos. Ellos ven el interior de sus semejantes, algo que muchas veces el resto no observa.

“Por ejemplo, ellos pueden estar platicando contigo y son muy observadores, pero van más allá, y saben si tú eres una buena persona, tienes buen corazón, son intuitivos y te lo dicen, ellos dicen, cuidado no confiar”.

“Mi psicóloga me decía, Gris, cuando estén dormidos, háblale; pero no me oyen, yo decía, pero hay un sexto sentido que te habla, todos los hijos entienden, si batallan, hay que seguir tocando puertas, están trabajando en un área laboral, claro que todavía son discriminados, pero ya son más aceptados, hay muchas puertas abiertas”.

En Nuevo León, a diferencia de Tamaulipas, las oportunidades son mayores, además de que la sociedad es más inclusiva.

“En Nuevo León los respetan, aquí no, todavía nuestra cultura es cerrada y estamos a seis horas de camino, allá los ven iguales. Ellos han batallado como no te imaginas, pero han recibido cosas muy buenas”.

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