abril 26, 2024
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octubre 4, 2022 | 995 vistas

Fernando Acuña Piñeiro.-

Un pequeño cardumen de peces dorados (goldfish) se mueve nervioso, desesperados en un estanque de agua sucia. Su aspecto es justamente el de un final de sexenio que deja desolación y saqueo.

Estamos en la Casa de Gobierno “Casa Tam”, donde ni siquiera los bebederos de los colibríes tienen agua. En la cocina no se observan alimentos para los treinta empleados destinados a la servidumbre.

Custodiada por una ceiba imponente que domina el lado poniente del espacioso jardín, la Casa de Gobierno, inmueble emblemático del poder, es hoy una residencia sombría, y con daños tanto en su estructura como en sus acabados.

Llegamos hasta este lugar, acompañando a la doctora María Santiago de Villarreal, quien acudió en su carácter de esposa del Gobernador, para hacer un recorrido por la casona, hogar oficial de siete gobernadores.

Salimos del domicilio del matrimonio Villarreal Santiago. En un coche marca Yaris color blanco, adelante Lupita Escobedo y Manuel Maldonado el conductor. Atrás la periodista Martha Olivia López y el autor de la crónica.

Eran las 11:55 cuando los vehículos traspusieron el señorial portón estilo rústico, de más de tres metros de altura, adornado con herrajes de acero.

MEDIO SIGLO DE HISTORIA

Casi medio siglo de historia respira en esta fortaleza de los tlatoanis tamaulipecos. A lo largo de todo este tiempo sus ocupantes, le han realizado múltiples modificaciones. Pero cosa curiosa, el último de ellos realizó cambios casi imperceptibles.

Es notorio que a lo largo de seis años esta mansión no recibió inversiones de considerable monto. Más bien se ve que se utilizó lo que ya existía.

Llena de goteras, con pisos de madera acosados por la polilla, y totalmente vacía, prácticamente sin el menaje que debería de tener una residencia oficial, de este nivel y magnitud.

La anterior observación testimonial choca con los datos duros dados a conocer en su momento por el Delegado federal de los programas sociales, Rodolfo González Valderrama, cuando declaró que según un estudio, en esta “choza” del poder, el sexenio panista tenía reportes de gastos por casi un millón de pesos diarios. Unos 362 millones anuales.

A nuestra llegada, fuimos recibidos por la señora Martínez, una mujer de aspecto servicial y comedido. Lo primero que notamos es que el piso de mármol que antes había fue cambiado, sin motivo aparente. La administración de los espacios internos se caracteriza por una sensible cancelación en el iluminado de los entornos. Incluso los focos de los salones y habitaciones son de luz muy tenue.

La casa consta de cuatro recámaras para la familia. Y adicionalmente hay otras dos recámaras para visitantes. Cuando entramos a una de las recámaras destinada para los niños, la doctora Santiago volteó a ver a su hija, la fisioterapeuta y neurocientífica María Villarreal Santiago, (que nos acompañaba), y le dijo emocionada: “Mira ahí estaba tu cuna”.

La doctora María Santiago vivió aquí cuando su suegro, el ingeniero Américo Villarreal Guerra, era el gobernador constitucional de Tamaulipas. Por esa razón conoce la casa, aunque reconoce que le han hecho diversas modificaciones, como una alberca que estaba antes, donde ahora es un salón principal.

LOS CAMBIOS

En los tiempos del ingeniero Villarreal Guerra se vivió en la Casa de Gobierno un sano ambiente de familia. En los sexenios posteriores hay cosas dignas de contar.

En este espacio de considerables dimensiones solía citar Egidio Torre Cantú a miembros de la prensa, y las comidas eran de sopa de frijoles. Estos convivios contrastaban con los que ofrecía en su tiempo, Eugenio Hernández Flores, en un salón que se encuentra ubicado de manera independiente a la residencia, y en el cual se servían menús más suculentos.

De todos los gobernadores, se dice que el de mejores gustos estéticos que tenía por el decorado era Tomás Yarrington. Todos y cada uno de los personajes del poder que han habitado esta casa, han tenido gustos excéntricos. Por ejemplo, Tomás tenía al fondo de jardín dos perros a los cuales llamaba “El Ruso” y “El Gringo”.

Su antecesor Manuel Cavazos Lerma se distinguió por el gusto por los caballos. Se sabe que la Casa de Gobierno era una cabelleriza con sus respectivos olores.

Eugenio Hernández fue proclive a los espacios amplios e iluminados. Durante su mandato, en la casona se respiró un aire de informalidad muy alejado del acartonamiento.

Con Egidio, se retornó a lo esquemático y a un ahorro.

Se llevaron todo el mobiliario. La cava de vinos subterránea luce completamente vacía.

Un detalle que pudiésemos resaltar de sus ocupantes, es que en la tina de masaje que hay en la recámara principal, justo arriba de ella pusieron un monitor de televisión de aproximadamente 50 pulgadas. Una televisión junto a la tina de baño. Algo fuera de lo común. Otro detalle que nos platicó la mujer encargada es que la señora Mariana, solía levantarse para dar de comer a los cotorros, que el matrimonio García-Gómez tenía en una especie de balcón o saliente con vista al jardín.

La característica principal de la Casa de Gobierno que le heredan al doctor Américo Villarreal Anaya y a su familia es un cascarón residencial oscuro y gris.

De acuerdo a lo que nos comentaron, la casa sufrió severas filtraciones de agua, en las recientes lluvias. Lo anterior obligó a poner, a manera de impermeabilizante, algunas protecciones de nylon, digamos que un remedio provisional, pero sin invertir en soluciones de fondo.

Llama mucho la atención este tipo de peripecias, dado que en los números y en el presupuesto la Casa de Gobierno fue la que más registra un gasto excesivo de dinero público. Toda esta magna cantidad de millones no se refleja en un inmueble de tejas envejecidas. La lavandería se ve abandonada. Algunos de los salones se ven deteriorados y medios sucios.

Finalmente hicimos un recorrido por la larga valla de tartán que rodea la casa y el jardín. Su extensión es de aproximadamente mil 300 metros. Es hermoso el lugar con un microcosmos de bambú, flamboyanes, y las imponentes “Julietas” enredadas a los troncos de los árboles.

SÁBANAS Y COLCHÓN

Otra de las cosas que deja la familia cabecista en la Casa de Gobierno, es un área del jardín circulado con malla. La explicación es que aquí tenían tres perros de raza labrador y pastor belga, este último dicen que muy bravo. De ahí que los tuvieran encerrados en ese espacio.

Abandonamos la regia casona del poder, con una sensación desoladora. Se trata indudablemente de una residencia muy hermosa y de amplios jardines. Pero dado su actual abandono, requerirá de una fuerte inversión para ponerla en servicio.

-¿Ni las sábanas le dejaron?, le preguntó Martha Olivia a la doctora María ya casi hacia la salida.

Y la doctora sonriente, mesurada contestó que el tema será manejado con prudencia y economía. Y como colofón, a manera de broma en serio, comentó:

-Por lo de las sábanas, yo traeré las mías. Y hasta el colchón.

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