LOS ÁNGELES, EU., noviembre 13 (Agencias)
“Dahmer” se ha convertido en la tercera serie más vista en la historia de Netflix, lo que ha causado que su protagonista, Jeffrey Dahmer, se convierta en el personaje de este otoño.
Este récord no causaría polémica si Dahmer no fuera un asesino serial conocido como El Carnicero de Milwaukee por matar a 17 hombre (algunos menores de edad), entre 1978 y 1991, año en que lo detuvieron.
De esta manera, Dahmer se suma a otras figuras criminales como Ted Bundy, John Wayne Gacy y Richard Ramírez que han seducido a la audiencia por la complejidad de su mente y lo retorcido de sus delitos.
Sin embargo, este furor por los asesinos seriales ha originado una serie de cuestionamientos: estas series y películas ¿son una apología a la violencia y al asesinato? ¿Faltan al respeto y revictimizan a las familias de las víctimas?
¿Hasta qué punto producir estos materiales es ético? ¿Cuál es la posición que debe tomar el espectador? Los especialistas de cine Janett Juárez y Manuel Ayala explican los motivos por los que los espectadores se sienten fascinados por este tipo de historias, sean reales o no.
Para la directora y guionista Janett Juárez no está mal tratar de entender la perspectiva de los asesinos a través de las películas y series que se producen sobre ellos, porque es parte de la naturaleza del ser humano ser curioso.
Lo que está mal, indica, es que el espectador pierda su propia perspectiva y justifique los crímenes cometidos por los asesinos y los glorifique. “Hablar desde la perspectiva de los asesinos los humaniza y eso no está mal”.
“Pero al tratar de entender el contexto y las circunstancias que lo llevaron a ser alguien ‘malo’ se termina justificando sus crímenes”, añadió la también profesora de cine en la UDEM, quien, además, mencionó que a final de cuentas es cuestión de cómo el espectador perciba este tipo de productos de entretenimiento.
Las series y películas que pertenecen al true crimen y a los thrillers tienden a realizar una glamurización de la violencia, porque presentan a los asesinos como los protagonistas, lo que contribuye al culto a su personalidad, indica el especialista Manuel Ayala.
“Al tenerlos de personajes principales, el público empatiza con ellos, porque creas un vínculo emocional al ser los protagonistas y es un tanto peligroso porque podemos estar en algún momento de su lado, olvidándonos que sus acciones son reprobables”, dijo.
Expuso que más que condenar este tipo de productos, el espectador debe tener un criterio amplio y reconocer que está frente a actores representando personas reales, en el caso del true crime.