abril 26, 2024
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noviembre 22, 2022 | 156 vistas

Lic. Ernesto Lerma.-

En el noveno arte los superhéroes nacieron en el cómic en un contexto histórico específico y se convirtieron en una efectiva herramienta de propaganda sociopolítica. El mundo estaba en guerra y los países aliados se enfrentaban a la amenaza de los países del eje.

Es así que Superman se enfrentó a los japoneses, Shazam y La Mujer Maravilla se enfrentaron a los Nazis y el Capitán América le destrozó la quijada a Hitler en la portada de su primera revista, publicada unas semanas antes de la intervención estadounidense en la Segunda Guerra Mundial, causada por el bombardeo a Pearl Harbor por parte de los japoneses.

Pero antes del Capitán América existió Namor. Contrario a lo que muchos suponen, la Antorcha Humana no fue el primer superhéroe de Marvel, sino este peculiar personaje, hijo de un humano y de una princesa de la Atlántida. En sus historias, Namor guarda resentimiento contra los humanos por contaminar los mares y poner en peligro a su reino, que está en las profundidades del océano.

Por esta razón, decide salir a la superficie para castigar a todos aquellos que atentan contra su modo de vida y la de sus congéneres. Con Namor, se produjo un fenómeno muy interesante. Los lectores, tan humanos como el padre del personaje, terminaron identificándose con Namor y odiando a su propia especie por la amenaza que representan para los habitantes de la Atlántida.

En una época de gran animadversión hacia los chinos y japoneses, un personaje con rasgos orientales, orgulloso, belicista y resentido, se convierte en un modelo de representación para muchos niños anglosajones. En la película “Pantera Negra: Wakanda por siempre”, se continúa con la historia de Black Panther, el primer superhéroe afroamericano de los cómics, que obtuvo su nombre de un movimiento político y social que defendía los derechos de los afroamericanos.

Cuenta la leyenda que, cuando sus creadores Stan Lee y Jack Kirby se lo mostraron a su editor, este recomendó que le colocaran una máscara para impedir que los lectores blancos se sintieran ofendidos. De una manera astuta e inteligente, los productores de la secuela cinematográfica de Pantera Negra incluyen al personaje de Namor, para continuar con el relato anticolonialista planteado, no solo en la primera cinta, sino en los cómics originales.

Dichas historietas fueron publicadas a finales de los años sesenta, la época de la lucha de los derechos civiles promulgados por Martin Luther King y Malcolm X. Ahora Namor no es un atlante y ya no posee rasgos orientales (quizás para marcar una diferencia con su contraparte Aquaman). La sorpresa está en que para la cinta del director Ryan Coogler, el submarinista es un mutante de origen azteca.

Él guarda rencor por unos humanos blancos que convirtieron a su pueblo en esclavos y que ahora buscan invadir su ciudad para explotar sus valiosos recursos. La elección de Tenoch Huerta, un actor mexicano orgulloso de sus orígenes y comprometido con las causas sociales y políticas, no pudo ser más acertada. La historia que coloca al hombre blanco como el enemigo y que nos muestra a los pueblos latinos y africanos enfrentados a raíz de la explotación forzada de sus recursos, hace que la nueva película de superhéroes de Marvel vaya mucho más allá de la inclusión.

Y es que así se convierte en una cinta incendiaria que cuestiona el intervencionismo forzado de los países del primer mundo sobre los del “tercer mundo” (término dado por quienes tienen el poder), motivado por intereses económicos. En un maravilloso prólogo, se nos cuenta que T’Challa, el príncipe de Wakanda ha fallecido víctima de una extraña enfermedad.

Lo anterior recordando que el actor Chadwick Boseman murió víctima de un cáncer de colon. Tras la muerte del superhéroe los países del Primer Mundo, al ver que el país africano ha quedado sin monarca, deciden invadir con el fin de aprovecharse del vibranium, un poderoso mineral que es usado en Wakanda para su desarrollo tecnológico, pero que también sirve para la fabricación de armas.

Ramonda (Angela Bassett), la madre de T’Challa, ha asumido el trono y no va a permitir hostilidades de ningún tipo. Es así que el hombre blanco va a obtener el vibranium por otros medios: dragando en el fondo del mar. Lo que no saben es que el valioso mineral que se encuentra en el océano es propiedad de otra región llamada Talocán y Namor es su fundador y monarca. La estrategia del mutante submarinista, llamado por sus súbditos Kukulkaan es brutalmente simple.

Hay que eliminar a la persona que ha permitido el desarrollo tecnológico que le permite al hombre blanco obtener el vibranium de las profundidades, y ella es Riri Williams (Dominique Thorne), una joven prodigio que los lectores de cómics conocen como Ironheart, ella tendrá su propia serie televisiva en la plataforma de Disney+. Lo que sigue es un incidente diplomático que es mejor no revelar por aquello de los temidos spoilers.

Mi 8.5 de calificación a esta producción cinematográfica más de Marvel Studios, aunque el tráiler oficial de la película ya nos reveló que la nueva Pantera Negra será encarnada por Shuri (como debe ser), lo cierto es que el alma y corazón de la película es Namor. Huerta logra capturar la esencia del antihéroe arrogante y belicista de los cómics y, al mismo, tiempo, actualizarlo para que haga parte de este relato anticolonialista que constituye una de las mejores películas del universo cinematográfico de Marvel hasta la fecha.

Las excelentes actuaciones de todo su elenco, que también incluye a Lupita Nyong’o como Nakia (una espía encubierta de Wakanda y conocida en los cómics como Malice); a Winston Duke como M’Baku (el valiente líder de la tribu Jabari de Wakanda); Florence Kasumba como Ayo (la segunda al mando de las fuerzas especiales de Wakanda, detrás de su novia Okoye); y Mabel Cadena como Namora (la prima de Namor), hacen que esta cinta funcione a la perfección.

Pero es la dirección inteligente de Ryan Coogler (autor de la primera parte), las estupendas secuencias de acción y el profundo subtexto sociopolítico de la cinta, lo que hace que Wakanda por siempre sea todo un triunfo. Hace tan solo unas cuantas semanas, DC trató de comentar sobre la explotación de recursos y el colonialismo en su película “Black Adam”, pero fracasó rotundamente. Los guionistas Coogler y Joe Robert Cole logran hacer sus comentarios con toda la fuerza y elocuencia necesarias, sin perder la dimensión épica.

Asimismo, confeccionan una secuela que se equipara a su predecesora, sin contar con la presencia de su protagonista. Ese es un logro para nada desdeñable. El cineasta Ryan Coogler y compañía entregan un filme que profundiza la impostación de su predecesora, pero que también suma una soberbia temática que la convierte en una experiencia definitivamente casi irritante. Y voy a decir algo que todo el mundo sabe: los superhéroes y sus historias son representaciones/metáforas/alegorías/símbolos de muchas cosas.

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