abril 20, 2024
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diciembre 1, 2022 | 233 vistas

LOS ÁNGELES, EU., noviembre 30 (Agencias)

El fallecido actor Paul Walker era un verdadero apasionado de las carreras; la adrenalina que le provocaba subirse a un coche, adaptarlo a su gusto y manejar a alta velocidad, no lo comparaba con ninguna otra cosa.

El peligro no lo atemorizaba: prefería no apelar a un doble de riesgo para filmar las escenas de acción de sus películas, cuando debía conducir un vehículo, aunque terminaba pagando el precio (se rompió los ligamentos en la filmación de la sexta entrega de “Rápido y Furioso”).

Fue entregado a su pasión como Paul Walker encontraría su muerte temprana, con solo 40 años. No sucedió en un set de filmación, pero sí sobre un auto deportivo; el Porshe dentro del que murió la madrugada del 30 de noviembre de 2013, era manejado por el piloto Roger Rodas.

Walker había saltado a la fama al interpretar a Brian O’Conner, emblemático personaje de la saga. Si bien ya tenía una trayectoria respetada sobre sus espaldas, sacó a relucir todo su carisma en las diferentes películas de acción que protagonizó junto a su colega y amigo Vin Diesel.

Su partida causó una gran desazón entre sus colegas, familiares y admiradores. Quien vivió este tormento fue Meadow, su hija. Inmediatamente, junto a sus abogados, abrió una investigación para determinar las causas del accidente. En su momento se habló de desperfectos mecánicos.

Un año más tarde la justicia desestimó las especulaciones: comprobó que el accidente se debió a que Rodas circulaba a más de 150 kilómetros por hora cuando la velocidad máxima permitida en ese lugar, y advertida en los carteles de tránsito, era de 70. Un descuido (o impertinencia) que les costó la vida a ambos

Meadow siguió adelante intentando saber la verdad y en el 2017, luego de un litigio judicial de dos años, llegó a un acuerdo con la automotriz alemana. De acuerdo con la empresa, técnicamente era imposible que se destruyera la cabina del auto, como pasó. Los abogados de la hija de Paul sostenían que el vehículo presentaba problemas de control e inestabilidad.

Con la firma de un acuerdo económico, cuya cifra no trascendió, Meadow retiró la demanda. Walker nació el 12 de septiembre de 1973 en California, pero vivió casi toda su vida en Los Ángeles. Puntualmente desde 1991, cuando luego de terminar sus estudios en una escuela cristiana se mudó para continuar camino en la universidad.

En su infancia nunca se dio grandes lujos; al contrario. Su mamá, Cheryl, había sido modelo, y su padre, Paul William, boxeador profesional: salió campeón dos veces en la categoría guantes de oro, pero se retiró de la actividad a una corta edad. En el momento en el que comenzó sus estudios, Paul empezó a trabajar como modelo gracias a la intervención de su madre.

Pasaron los años y Walker se recibió de biólogo marino, profesión que ejerció durante algún tiempo, mientras que a la par empezaba a abrirse camino en lo que más le gustaba: la actuación. Por entonces los papeles eran menores y no muy bien pagos; no le permitían dedicarse por completo a la carrera artística.

Su primera experiencia en cine le llegó mucho antes de los años universitarios: tuvo un papel secundario en la película “El monstruo del armario” con solo 13 años, en 1986. Recién con el inicio del siglo XXI su nombre cobró otro sentido para la industria del cine. Con su papel en “Frecuencia mortal”, en 2000.

Más tarde llegó “Azul extremo” y “Rescate en la Antártida”. El estrellato lo alcanzaría con “Rápido y furioso”, estrenada en el 2001; Walker estaba rodando la séptima entrega de la saga cuando lo sorprendió la muerte, que dejó consternado a todo Hollywood y a los millones de fans de la saga.

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