diciembre 13, 2024
Publicidad
diciembre 14, 2022 | 181 vistas

Lic. Ernesto Lerma.-

Este filme repiensa el clásico relato navideño desde el género de acción y los resultados son más que auspiciosos, porque todo se trataba de mezclar en las dosis apropiadas el típico cuento navideño de aprendizaje y redención con la violencia física de la saga “John Wick”, la premisa de “Duro de Matar” y la acidez de filmes como “Matar a Santa” o “Un Santa no tan Santo”.

Con esa suma de ideas, en “Noche sin Paz”, el director Tommy Wirkola, que venía de un tropezón bastante fuerte con “What happened to Monday?”, recupera su mejor nivel. Ese que le permitió hace no tanto tiempo entregar ese delirio divertidísimo llamado “Hansel y Gretel: cazadores de brujas”. La película hace confluir dos líneas narrativas: por un lado, tenemos a un Santa (David Harbour) ya totalmente desencantado y a punto de renunciar a su labor.

Por otro, la reunión para las fiestas navideñas de una acaudalada y corrupta familia, donde la matriarca dicta las normas con mano de hierro y el resto de los integrantes acata, aunque todos tengan sus propias disputas y ambiciones. En ese contexto, un grupo de mercenarios, encabezados por un John Leguizamo desatado arriba a la mansión de la familia, dispuestos a tomar rehenes y llevarse una cantidad enorme de dinero.

Pero claro, los criminales no contaban con un par de factores interrelacionados: que Santa iba a estar justo ahí para entregar los regalos (momento y lugar equivocados), que ese gordo señor tenía un pasado guerrero que le otorgó habilidades letales y que iba a estar motivado para salvar a una niña (la única persona realmente buena de todo ese núcleo familiar de ricachones) que todavía cree en él y en la Navidad. Lo que viene a continuación es tan predecible como divertido.

Vemos peleas, tiroteos y explosiones, con Santa tratando de eliminar a los mercenarios uno por uno y buscando volver a creer en sí mismo mientras intenta rescatar a la niña. Wirkola cuenta esto no solo con efectividad y simpleza en el abordaje, sino también con espíritu destructivo, o más bien, deconstructivo. Al fin y al cabo, hay también un espíritu lindante con relatos como “¡Qué bello es vivir!” o “Milagro en la calle 34”, donde el recorrido afectivo es lo que finalmente importa, aunque en el medio todo sea una lucha salvaje.

Por eso hay también una secuencia que funciona como perfecto homenaje, con algo de relectura, a “Mi Pobre Angelito”: el filme pugna por recordarnos que la Navidad siempre fue una época donde lo luminoso y la oscuridad, las miserias y las virtudes, suelen darse la mano y complementarse de formas inesperadas. Las casi dos horas de “Noche sin paz” se pasan volando, básicamente porque la apuesta del guión es por la diversión permanente.

Hay unas cuantas lecciones de vida, pero siempre remarcando el artificio de la narrativa navideña y acompañando lo que realmente importa: la acción desatada, con un protagonista que podría parecer inverosímil, pero que rápidamente se hace creíble desde su humanidad innata. Si la clásica cinta hollywoodense de culto “Duro de Matar” (1988) era la película navideña por excelencia detrás de su molde espectacular, “Noche sin Paz” hace el camino inverso.

Mi 8 de calificación bien ganado a esta irreverente producción fílmica que estas épocas navideñas y de fin de año llega como un aire fresco de renovación en el cine de comedia y acción. No cabe duda que el noruego Tommy Wirkola es un director con una mente desquiciada y el espíritu de un niño de 13 años que ha visto mucha televisión y ha jugado muchos videojuegos.

Su primera película fue “Kill Buljo”, una sangrienta parodia y homenaje a “Kill Bill” de Quentin Tarantino. Luego vino la delirante y maravillosa “Dead Snow”, la cinta que lo daría a conocer a nivel internacional, un slasher en la que un grupo de zombies Nazis atormentan y ejecutan sistemáticamente a un grupo de estudiantes universitarios. Junto a la digna secuela de “Dead Snow”, también encontramos títulos como “Hansel & Gretel cazadores de brujas” y “¿Qué le pasó a lunes?”.

Ahora llega a las salas de cine “Noche sin paz”, una película de acción navideña que bien podría pensarse como la mezcla saturada entre “Santa Claus: La película” con “Duro de Matar”, “Krampus”, “Estado de alerta”, “National Lampoon’s” “Vacaciones de Navidad”, “Los fantasmas contraatacan”, “Bad Santa”, “Mi pobre angelito”, “John Wick”, “El Grinch”, “Matar a Santa” y la serie “Succession”, dando como resultado un ponche cinematográfico extremadamente fuerte y sobrecargado.

Las cosas en esta película con premisa infantil y violencia adulta son más o menos así: David Harbour, el hombre duro de matar de la serie “Stranger Things”, interpreta al verdadero Santa Claus con todo y trineo volador halado por renos. Santa está alcoholizado y defraudado de unos niños insaciables y groseros, que tan solo quieren cosas materiales y que se encuentran idiotizados con sus teléfonos celulares, sus videojuegos y demás dispositivos electrónicos.

Por otra parte, encontramos a la pequeña Trudy (Leah Brady), la hija de Linda (Alexis Louder) y su ex esposo Jason (Alex Hassell). Los tres se disponen a pasar la Navidad con la abuela Gerturde (Beverly D’Angelo), la despiadada y millonaria líder del clan Lightstone, conformado también por la malvada Alva (Edi Patterson), hermana de Jason; su pareja Morgan Steel (Cam Gigandet), un actor de películas de acción en decadencia; y su hijo Bertrude (Alexander Elliot), un odioso influencer.

Trudy, una fanática de la película “Mi pobre angelito” y creyente ferviente de la existencia de Santa, es junto con su madre y su padre, las únicas almas decentes de esa familia materialista y desalmada. Es entonces cuando irrumpe a la mansión de los Livingstone un grupo de ladrones armados hasta los dientes con nombres clave inspirados en la Navidad como Candy Cane (Mitra Suri), Sugarplum (Stephanie Sly), Krampus (Brendan Fletcher) y Gingerbread (André Eriksen), y liderados por Scrooge (John Leguizamo), un hombre que odia la festividad.

Sin embargo, los ladrones no contaban con la presencia de Santa en la casa, quien se disponía a dejarle un regalo a la pequeña Trudy. Por medio de flashbacks, nos enteraremos que Santa tuvo un pasado digno de “El hombre del norte” y que, además de poseer una bolsa mágica de regalos, también posee un mazo con el que le destrozó el cráneo a muchos de sus enemigos. Lo que sigue es un “Santa McClane” acabando uno a uno con los malvados de la manera más sangrienta posible, para así proteger a la pequeña Trudy.

Comentarios