Unas 65 mil personas rindieron homenaje al papa emérito Benedicto XVI en el primer día de tributo, de acuerdo con la agencia Vatican News.
La larga fila llegó hasta la inmensa Plaza de San Pedro y rodeó las célebres columnas de la explanada, vigiladas por un importante dispositivo de seguridad y por cientos de periodistas de todo el mundo.
Los fieles entraban en silencio por el pasillo central del templo católico más grande del mundo, algunos fotografiando con sus celulares el cuerpo del expapa, vestido de blanco con una casulla roja, el color del luto papal; con una mitra blanca adornada con un borde dorado y un rosario entrelazado en sus manos.
Algunos rezaban o se hacían la señal de la cruz.
Los restos mortales del expontífice fueron trasladados desde el Monasterio Mater Ecclesiae, hasta el Altar de la Confesión en la Basílica San Pedro.
En ese sitio, Benedicto, quien murió el sábado pasado, estuvo acompañado en las primeras horas por el arzobispo Georg Ganswein, su fiel secretario personal, y por las cuatro Memores Domini, las religiosas del movimiento Comunión y Liberación quienes lo atendieron en sus últimos años de vida.
El cuerpo de Joseph Ratzinger yace en un catafalco cubierto por una tela dorada, rodeado por dos guardias suizos vestidos de gala, frente al altar mayor de la basílica dominado por el baldaquino de bronce negro con imponentes columnas.
Su secretario personal recibió el pésame de las autoridades eclesiásticas y políticas que acudieron a los primeros momentos de la capilla ardiente.
Destacó la presencia de la primera ministra de Italia, Giorgia Meloni, y el presidente de la República italiana, Sergio Mattarella, quienes fueron de los primeros en despedir los restos de Benedicto XVI.
Ambos participarán en los funerales del próximo jueves, en los que también habrá una representación de las autoridades de Alemania, como dejó establecido el papa emérito en vida.
Si algún jefe de Estado o de Gobierno quiere asistir al funeral podrá hacerlo, pero lo hará a título personal.
En el primer día del homenaje, las puertas estuvieron abiertas al público de las 9:00 a las 19:00 horas (tiempo local).
La situación difiere con lo vivido en 2005, con la muerte Juan Pablo II, cuando más de dos millones de personas acudieron.
