Equiparación espeluznante

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Pérez Ávila.
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Pérez Ávila

Según las entelequias intelectuales dedicadas al panegírico elogioso, nuestro país es un modelo, un espejo donde se refleja una estabilidad envidiable.

En tanto, otros países, por ejemplo España, citado en una de sus conferencias matutinas por el señor presidente López Obrador, se resienten del intento de privatizar la salud pública, en México, ese intento neoliberal se sofocó en su gobierno.

Demasiada atención se le pone en Palacio a los asuntos externos, los sacudidones políticos en Bolivia, en Chile, sobre todo en Perú. Si fuera verdad lo de la estabilidad, lo de la seguridad, lo de la tranquilidad, fijar tantísima atención a los sismos sociales en Europa y Sudamérica no implicaría una manera de soslayar nuestras propias desgracias.

Acabo de leer al acreditado periodista mexicano Jorge Ramos Ávalos, radicado desde hace años en la Unión Americana. No voy a ponderar su punto de vista en relación con la violencia diaria que ensangrienta a la Tierra de Lincoln y de Juárez. Tomo la estadística que cita:

En el año de 2022, fueron asesinados con arma de fuego 20 mil 200. Masacres, tiroteos, enfrentamientos letales. Esa cifra corresponde a Estado Unidos.

En nuestro país, en el año de 2022, en forma oficial, según registro: 30 mil 968 homicidios; mucho más que en Estados Unidos.

Haga un cálculo junto conmigo. La población de la Unión Americana es de 336 millones. Tres veces más grande que la de México.

¡Imagínese!, como le gusta tantísimo la expresión a López Obrador. Imagínese, cuántos crímenes mortales ocurrirían en México, si tuviera la misma cantidad de habitantes que Estados Unidos: ¡92 mil 904 homicidios!

La calamidad es tan pesada y tan grave, y al mismo tiempo tan rutinaria, tan cotidiana, es tanto y tanta la violencia letal en nuestro país, que hemos llegado al colmo de aceptarla, a tal punto, que nos llama mucho la atención la guerra Rusia-Ucrania. ¿Mueren más, muchísimos más en ese conflicto bélico, que en nuestro país? Ripley quedaría estupefacto, con la respuesta a la pregunta anterior: ¡NO!

No hay quién se arriesgue a desafiar al Presidente de México con una pregunta asociada a la delincuencia, al crimen, a la atrocidad y la arrogancia de los transgresores.

Frente a tanto dolor, a López Obrador lo enojan quienes lo enjuician en los medios, a quienes cataloga de “fifís”, así como lo indigna la resolución de la Suprema Corte de Justicia de la Nación, asegurando que “los ministros violan la Constitución, porque ganan mucho más que el presidente”. Y como ha cazado pleito con Lorenzo Córdova, de quien dice “desde mi punto de vista, Córdova, no tiene principios, ni ideales, es un farsante”.

Colocan los propósitos halagüeños, por encima del espanto de la realidad, como queda probado con las palabras de Rosa Icela Rodríguez, titular de la Secretaría de Seguridad y Protección Ciudadana: “El Gobierno federal realiza un gran esfuerzo para fortalecer a las instituciones de seguridad pública”. Verborrea hueca, frente a la hemorragia pavorosa.

TRÍPTICO: “Con Calderón facilitaban traslado de droga”. Denuncia-acusación del presidente López Obrador al expresidente Felipe Calderón.

Ignacio Mier, da lástima oírlo. “Somos soldados de la Cuarta Transformación, al servicio de Delfina”.

Mientras, Alejandro Armienta Mier, da pena… Ante el micrófono, en el Senado, habla; a su lado, Adán Augusto López y Ricardo Monreal Ávila, tirándolo a león, se dedican a intercambiar impresiones.