CIUDAD DE MÉXICO, febrero 20 (Agencias)
Los oídos de más de 200 personas con discapacidad visual se abrieron para escuchar la voz del tenor italiano Andrea Bocelli en el Campo Marte. Las sonrisas en los rostros se dibujaron desde el primer sonido, y se hizo latente la conexión ante el lenguaje universal que ofrece el arte de la música.
Como parte de la iniciativa Asientos para todos, de las empresas FunTicket y MusicVibe, que visibiliza a que las personas con discapacidad visual tengan acceso al entretenimiento, Andrea Bocelli hizo de su concierto de días pasados un espacio inclusivo, que abrió los sentidos de las nueve mil personas que acudieron a ser partícipes de una experiencia única.
El Coro del Desierto y la Orquesta Filarmónica del Desierto se instalaron minutos antes de las 20:30 horas, con el director de orquesta estadounidense Eugene Kohn a la cabeza. Cinco minutos después inició la ópera “Carmen”, del francés Georges Bizet, con el Coro de los Toreadores. Bocelli arribó a escena del brazo del director e interpretó de inmediato el aria “La Donna É Mobile”, de Rigoletto.
La ovación de los asistentes se dejó escuchar, primero discreta y luego enfática, por los gritos de emoción provenientes de entre las sillas instaladas en el césped. Con imágenes de paisajes y arquitectura proyectadas en las tres pantallas expuestas frente al escenario y teniendo a la Ciudad de México detrás suyo, el Campo Marte se convirtió en un recinto amable para la ópera.
Bocelli, en un breve descanso, dio paso a la soprano María Aleida para cantar en solitario “Me llaman la primorosa”, de la zarzuela El barbero de Sevilla. El tenor regresó a escena arropado por una bailarina, que con su danza, acompañó su voz en “Come Un Bel Dì Di Maggio”, de la ópera Andrea Chénier; Aleida regresó para acompañar a Bocelli en “Vicino A Te S’Acqueta”, de la misma ópera, que el tenor selló con un beso a la soprano.
El concierto cedió el turno al flautista italiano Andrea Griminelli, músico invitado para interpretar con su instrumento el baile popular húngaro Czardas. La sola presencia de Bocelli despertó en el público los aplausos en cada aparición. Otros, desfasados, venían segundos después de los lugares para las personas de la iniciativa Asientos para todos.