Francisco Ramos Aguirre.-
Comunicador, operario de audio y pionero de la televisión en México. Nació y murió en Ciudad Victoria, Tamaulipas (1933-2005). Hijo de Manuel Zapata Cárdenas -tulteco- y María Luisa Espinosa, -victorense- quienes también procrearon a Feliciano y María Hilda. Realizó estudios en la Escuela Primaria Victoria y Escuela Secundaria, Normal y Preparatoria donde conoció a Américo Villarreal Guerra, quien sería gobernador del estado.
Por razones económicas, la familia emigró a la Ciudad de México, donde tuvo su primer contacto con los medios de comunicación a los 12 años de edad, cuando solicitó al ex presidente Emilio Portes Gil una carta de recomendación para trabajar en la radiodifusora XEX, recién fundada.
Junto a su hermano Feliciano, realizó actividades de intendencia en oficinas y cabinas de la mencionada emisora. Al paso del tiempo, ingresó al Canal 5 XHGC invitado por el ingeniero y científico Guillermo González Camarena, donde fue testigo y partícipe de un equipo de trabajo sobre los primeros experimentos e investigaciones para crear la televisión a color. Fueron diez años de constante actividad, días y noches de pruebas y ensayos, hasta lograr los avances tecnológicos y resultados actuales.
Lamentablemente, González Camarena falleció en un accidente automovilístico sobre la carretera Veracruz-México. En dicho canal televisivo, cuyas dos últimas siglas significan González Camarena en honor a su fundador, permaneció más de veinte años.
Siempre en su actividad de operador de audio y tornamesista en diversos programas, tuvo oportunidad de relacionarse con destacadas personalidades del arte, política y ciencia.
En Telesistema Mexicano contribuyó en emisiones de diversos géneros por ejemplo teleteatros, novelas, cómicos, musicales, noticiarios y culturales, donde conoció a los artistas, locutores y actores famosos de aquella época entre ellos María Félix, Jorge Negrete, Pedro Armendáriz, Pedro Infante, Agustín Lara, Pedro Vargas, Fernando, Andrés y Domingo Soler, Lola Beltrán, María Victoria, Sara García, Emilio Tuero, los Hermanos Martínez Gil, Hugo Avendaño, Rubén Cepeda Novelo, Jacobo Zabludovski, Daniel Pérez Alcaraz y Pedro Ferriz.
Lo mismo vio crecer personajes de renombre internacional, entre otros Emilio Azcárraga Vidaurreta, Vicente Fernández, Verónica Castro, Pompín Iglesias, Chabelo y Joaquín López-Dóriga. Con ellos surgió una gran amistad que conservó siempre en su memoria.
Forjado en la cultura del esfuerzo, Manuel Zapata recibió una propuesta para laborar en Dirección de Comunicación Social de Presidencia de la República, donde cubrió numerosas giras del presidente Gustavo Díaz Ordaz, principalmente en la grabación de sus discursos. Durante más de 18 años formó parte del equipo de prensa del Gobierno de la República, y estuvo cerca de los presidentes Luis Echeverría, José López Portillo y Miguel de la Madrid.
Entre sus instrumentos de trabajo, cargaba al hombro una pesada grabadora de carrete donde captó discursos y momentos históricos de importantes personajes de la vida política del país.
A él correspondía llegar de avanzada a los escenarios, para acomodar el micrófono exclusivo para los mensajes presidenciales. Una ocasión cierto gobernador le impidió que pasara al podio, pero inmediatamente López Portillo le dijo: ¡Si no pasa él, no hay discurso!
Gracias a su oficio, tuvo la oportunidad de viajar durante más de tres décadas.
Conoció más de 23 países de Europa, África, Asia y América, entre ellos Panamá, Nicaragua, Costa Rica, Estados Unidos, Egipto, China y Francia. Igual viajó por los 32 estados de la República Mexicana y prácticamente recorrió todos los rincones de Tamaulipas.
El traslado de las giras era por avión, barco, tren, caballos y burros. Para la construcción de la memoria presidencial de cada sexenio y por disposiciones superiores absolutamente todos los discursos, comentarios y diálogos relacionados con los mandatarios, debían registrarse en cintas magnetofónicas.
Uno de los presidentes a quien más admiró fue Luis Echeverría Álvarez. En sus propias palabras lo consideraba: “…un estadista inteligente, tenaz y gran sentido de pertenencia por su patria.”
Cada Semana Santa, el presidente López Portillo recorría las costas del Océano Pacífico, incluyendo las islas. Había dos barcos, uno para uso del presidente y otro destinado a los integrantes de la prensa. En el caso de Manuel Zapata, siempre viajaba con el presidente, atento a cualquier mensaje urgente o cuando concedía entrevistas fuera de agenda.
Durante ese tipo de giras, disponían de tiempo para comer, jugar ajedrez y dominó. Por las tardes, admiraban el paisaje marítimo y la puesta del sol. Manuel Zapata Espinosa es recordado como un hombre de enorme experiencia que al final de su vida, compartió con las nuevas generaciones.
Su vida representa una historia matizada de aventuras entretejidas sobre los pasillos de la radio, televisión mexicana y jardines de la Residencia Oficial de los Pinos.
Al concluir el sexenio de López Portillo, el nuevo presidente Miguel de la Madrid lo designó Jefe de Grabadores de la Oficina de Comunicación Social.
Con su inseparable grabadora al hombro, siempre lista para cualquier momento, en una de las giras presidenciales se reencontró con su condiscípulo, el ingeniero Américo Villarreal Guerra quien invitó a retornar a su terruño con motivo de su campaña a la gubernatura de Tamaulipas.
De esta manera decidió radicar en Ciudad Victoria el resto de sus días, acompañado de su familia. Colaboró en la Dirección de Comunicación Social en los gobiernos de Manuel Cavazos Lerma y Tomás Yarrington Ruvalcaba.
Como lo menciona su hijo Mauricio, para él “…no hubo domingos ni días festivos, porque trabajaba los 365 días del año. El trabajo era su vida.” Lo mismo conoció de cerca y conoció de cerca las necesidades del pueblo mexicano, carencias de las poblaciones indígenas, penurias de migrantes, revueltas estudiantiles y huelguistas del zócalo.
Presenció actos de injusticia, corrupción y malversación de fondos que en algún momento se vivieron en México. Supo de los muertos de Tlatelolco y el Terremoto de 1985. Todas esas vivencias las guardó en la memoria, sin revelarlas por lealtad a su trabajo institucional.
En medio de todo esto, “…los años se hicieron más cortos y su experiencia más amplia.” En más de 60 años de trabajo, registró en cientos de grabaciones la voz de presidentes, gobernadores, artistas, intelectuales y embajadores. Su labor equivale a una importante contribución dentro de las fuentes de consulta oficiales relacionadas con la historia política del país.