Uno de los jóvenes atacados por militares en Nuevo Laredo recibió 12 impactos de bala, uno de ellos en la cabeza, que es el que le provocó la muerte.
Un joven más fue alcanzado por diez balazos. Un tercero recibió cinco disparos, de los que cuatro le alcanzaron por la espalda.
El cuarto recibió dos disparos y el último, un solo tiro en la cabeza. Uno de ellos murió desangrado. Así fueron asesinados los cinco jóvenes de Nuevo Laredo el pasado domingo 26, según las necropsias a las que se tuvo acceso.
Dos ocupantes más de la camioneta atacada salvaron su vida: uno resultó ileso y el otro está hospitalizado, grave pero estable.
Los estudios forman parte de la investigación que lleva a cabo la Fiscalía General de la República (FGR) y que trata de determinar qué ocurrió en aquella callejuela de la colonia Cavazos Lerma de Nuevo Laredo.
Cuatro días después del asesinato, cada vez parece más claro lo que ocurrió, según documentos y testimonios: que jóvenes desarmados circulaban en una camioneta después de pasar la noche en un bar; que fueron perseguidos e impactados por un vehículo militar que formaba parte de una dotación de cuatro; que los uniformados dispararon cerca de 100 balazos y que 30 de ellos impactaron en las cinco víctimas, acabando con su vida.
Los exámenes médicos arrojan algo más de claridad a lo ocurrido. Además, refuerzan el relato de Alejandro, el sobreviviente que declaró:
“No más llegaron y nos balacearon toda la troca, se bajaron tirando todo. Cuando se oyeron los balazos, me bajé, me puse de rodillas y ya nada más escuchaba que decía que me mataran. Cuando volteé ya estaban todos muertos”.
En entrevista durante el velorio de su hermano Gustavo aseguró:
“Disparan directamente a través de las ventanas, disparando a quemarropa en contra de nosotros. Me puse de rodillas diciéndoles que no éramos delincuentes, pero ellos ignoraron lo que les decía. Yo no me di cuenta cómo estaba mi hermano Gustavo, solo alcancé a ver cómo un elemento le disparó a un compañero, quien ya estaba herido y que él se bajó de la camioneta ya herido y él pedía una ambulancia, pero un elemento militar le disparó de nuevo”.
Según este testimonio, que ya fue formalizado en una denuncia ante la FGR, al joven, que perdió a su hermano en el ataque, le permitieron huir tras grabar un video en el que se declaraba que ellos andaban huyendo y que por eso los militares les atacaron.
La declaración de Alejandro fue la primera prueba que puso en cuestión la versión oficial. Pero no la única. Se tuvo acceso al Informe Policial Homologado, el documento que debe firmar la primera autoridad que acude a un suceso.
En él, el capitán al mando, Elio “N”, reconoce dos cuestiones clave: la primera, que cuatro de sus subordinados dispararon sin su permiso. La segunda, que los jóvenes no cargaban ilícito alguno, es decir, armas o drogas, antes de ser atacados.
La versión de la Secretaría de la Defensa (Sedena), emitida a través de un comunicado, se limita en asegurar que los uniformados escucharon ruidos de detonaciones y se encontraron con la camioneta, que trató de escapar. En ese momento escucharon un “estruendo” lo que provocó que los oficiales accionasen sus armas.
Este relato queda desmontado con los videos en poder de N+ Focus, que prueban que al menos dos camionetas militares venían detrás del vehículo atacado desde al menos 450 metros.
En las imágenes puede verse cómo los tres coches circulan sin acelerar excesivamente y sin que sea visible una persecución.
Pero quedan muchas interrogantes en el aire. Por qué los militares comenzaron a disparar. Cuál era la posición de los uniformados, ya que según la autopsia da la sensación de que llegaron a rodear el vehículo y cuál fue la cadena de mando, ya que las víctimas recibieron 30 impactos directos.
Con información de: nmas.com