Esta nueva adaptación cinematográfica de la clásica novela de Erich Maria Remarque tiene algunos pasajes muy inspirados, aunque le cuesta un poco aportar elementos originales al clásico relato antibelicista en la tercera adaptación de la novela de Erich Maria Remarque, que ya había sido llevada al cine en 1930 porque ganó el premio Oscar a la Mejor Película y en 1979. Aunque en esta reciente versión de “Sin novedad en el frente” no llega a ser un filme que renueve, aunque sea mínimamente, el género antibelicista no la hace una mala película, al contrario, es un relato muy bueno y correcto en su estructuración narrativa.
Sin embargo, no llega a consolidarse como una obra de referencia y solo se sostiene en base a una serie de impactos algo aislados. El filme del director Edward Berger es bastante fiel al relato de Remarque, que a su vez estuvo inspirado en las propias experiencias del autor como soldado del ejército alemán durante la Primera Guerra Mundial. Es una crónica, hilvanada desde los ojos de un joven soldado llamado Paul, que muta de la ilusión y la confianza en el triunfo de la nación alemana al desencanto y la desesperación a medida que va transitando por los horrores del frente de batalla occidental.
Aunque en realidad el tramo “de ilusión” es ciertamente breve, porque la película busca casi enseguida retratar con la mayor verosimilitud posible lo que fue la llamada “guerra de trincheras”, en la que los bandos enfrentados permanecían estancados en sus posiciones a pesar de las sanguinarias batallas. Lo que vemos entonces es una odisea casi constante para Paul, una lucha permanente por la supervivencia mientras va perdiendo amigos y colegas a causa de las balas y las bombas enemigas. Podría decirse que los referentes inmediatos de “Sin novedad en el frente” son las versiones cinematográficas previas o incluso el mismo libro, y eso no dejaría de ser cierto.
Pero en verdad la puesta en escena de Berger dialoga mucho más con el cine bélico de las últimas décadas: no solo la reciente la sobrevalorada cinta de “1917” (2018) del cineasta Sam Mendes, que abordaba el mismo evento, pero desde el bando británico, sino también “Cartas desde Iwo Jima” (2006) de Clint Eastwood, otro relato desde el punto de vista de los perdedores de un conflicto armado; “Rescatando al soldado Ryan” (1998) de Steven Spielberg, con su realismo casi cruel; y hasta “La delgada línea roja” (1998) de Terry Gilliam, a partir de su intento de reflexión poética a través del paisaje. Pero quizás la gran referencia termine siendo otro filme bélico alemán, “El Submarino” (1981) de Wolfgang Petersen.
De todos esos estupendos filmes bélicos se alimenta “Sin novedad en el frente”, en un proceso que es casi de acumulación, como si buscara (bastante infructuosamente) desarrollar una personalidad propia a partir de la suma de elementos ajenos. Pero, además, el filme de Berger agrega un componente adicional, que consiste en intercalar las vivencias de Paul y sus compañeros en el campo de batalla con las negociaciones diplomáticas para arribar a una tregua entre los alemanes y sus adversarios, que terminará siendo en verdad una rendición incondicional de los primeros.
Allí es donde entra en juego el personaje interpretado por Daniel Brühl, el encargado principal de conseguir un acuerdo y que es al mismo tiempo el verdadero eje moral de la película, alguien que en cierto modo expresa el punto de vista de los realizadores no solo sobre las implicancias del conflicto, sino también sobre las posteriores consecuencias de la frágil paz conseguida a través del Pacto de Versalles. Es, a la vez, un instrumento de subrayado ideológico bastante subrayado y casi a contramano de lo que pretende contar el relato. Igualmente, se debe reconocer que el vía crucis que diseña “Sin novedad en el frente” no deja de ser angustiante y, a la vez, atrapante.
Ahí cumple su objetivo, tanto desde las secuencias de enfrentamiento, como desde los momentos de calma antes de los estallidos de violencia. Eso le permite justificar un cierre desolador que podría calificarse como arbitrario, pero que cobra lógica a partir del camino trágico planteado. Hoy en día, Europa vive en su suelo una guerra de agresión cuyos motivos resultan muy difíciles de entender y que amenaza con consecuencias imprevisibles. Asimismo, en esa guerra se ponen en práctica a gran escala nuevas formas de matar. Y en el fondo del conflicto late una amenaza mucho más apocalíptica de lo que en su día fueron los gases tóxicos, los tanques o los ataques aéreos.
Mi 9 de calificación a esta cinta alemana que es la gran favorita en los premios Oscar 2023 en la categoría de Mejor Película Extranjera con múltiples nominaciones, es la película bélica de Netflix que explica el mundo actual demasiado bien en la tercera adaptación del libro que convirtió a Erich Maria Remarque en un autor perseguido por los nazis. La Primera Guerra Mundial es uno de los conflictos menos fotogénicos de la historia. Aunque el cine bélico naciera prácticamente a su rebufo, su iconografía asociada a la mugre de las trincheras y a las carnicerías sin sentido no ha tentado a muchos directores de cine.
Dejando de lado los precedentes ilustres (a los que habría que sumar “Senderos de gloria”, de Stanley Kubrick, entre otros títulos), el esfuerzo más reciente por convertir esta masacre en imágenes memorables ha sido el de Sam Mendes con “1917”. Y, sin embargo, un filme alemán sobre la Gran Guerra se lleva actualmente de calle a los espectadores desde el catálogo de Netflix. Se trata de “Sin novedad en el frente”, la cinta de Edward Berger que adapta la novela de Erich Maria Remarque. Un título que ya ha tenido dos adaptaciones audiovisuales: el clásico de 1930 ganador de los Oscar a mejor película y mejor director (para Lewis Milestone) y el telefilme de 1979 que se llevó un Emmy y un Globo de Oro.
Más allá de su espectacularidad visual, que es considerable siempre que a uno le gusten el gris desaturado y las explosiones puntuales de gore, la película de Berger no es una adaptación fiel. Es más: puede decirse que su estructura dramática resulta forzada en comparación con la de la novela, y que deja de lado momentos tan importantes como el permiso durante el cual su protagonista (Felix Kammerer, un actor de teatro que debuta frente a la cámara) se ve incapaz de adaptarse a la vida civil pero, defectos aparte, “Sin novedad en el frente” está triunfando a lo grande entre los usuarios de Netflix, incluyendo los españoles.