Voluntad contra el cáncer y el reciclaje

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Ana Medina.
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Ana Medina

Muchos de los que trabajamos en educación conocemos someramente la historia de vida de nuestra subsecretaria Lucía Aimé Castillo Pastor, admirable, como la de muchos de nuestros niños y jóvenes.

También conocemos muchos maestros, la fundación de la maestra Balbina Pastor Paz además de los chocolates porque le dio clases a muchísima gente y era una maestra bastante particular,  en mis tiempos la verdad es que creía que existían solamente cuatro secundarias: la 1, la 4 y el colegio (que no se cual de todos era, creo mi mete los tenía todos juntos) y “la técnica” que agrupaba todas las demás. Gracioso pero limitado, una visión poco clara desde el privilegio si lo quieren ver de esta manera, pero honestamente no teníamos un entorno muy grande.

Actualmente la información es muchísimo más global que en mis años secundarios. Los alumnos se conocen mínimo por redes sociales en algunos casos desde primaria.

Los años han pasado y no me gusta usar esa frase pero… “en mis tiempos” las cosas eran más calmadas, Victoria era una “Ciudad limpia, ciudad amable” y el rio llevaba agua.

Muchas escuelas tenían huertos escolares, incluso las urbanas y los jardines eran cuidados como oro, incluso en periodo vacacional, que dicho sea de paso era mucho más largo.

¿En qué momento cambiaron?

¿En qué momento se volvió más importante una explanada de concreto que comer debajo de los arboles a la hora de recreo?

A qué viene todo lo anterior… sencillo.

Aunque en las escuelas se celebre, el día del agua, se hagan carteles del cuidado del medio ambiente y se fomenten campañas de clasificación de basura y de las 3R (Reducir, reutilizar y reciclar), es verdaderamente observable como no hay una conciencia ecológica en los adultos.

Por que cuando cruzamos al “otro lado” allá si guardamos la basura en el carro y no la tiran por la ventana (allá si multan) pero esta idea sobre “el mundo en el que queremos vivir” que les damos de cátedra a nuestros alumnos a veces no aplica del todo en la comunidad. Por el tiempo o por la pereza, excusas siempre habrá pero habría que empezar a actuar.

Según el Informe Global Plastics Outlook de la OCDE: el mundo está produciendo el doble de desechos plásticos que hace dos décadas (cuando yo estaba en primaria), además actualmente el 15 por ciento de la basura se recolecta para reciclar, el 40 por ciento se desecha como residuo, otro 19 por ciento se incinera, el 50 acaba en vertederos y el 22  evade los sistemas de gestión de residuos y va a vertederos no controlados, se quema a cielo abierto o acaba en medios terrestres o acuáticos, especialmente en los países más pobres (explicación para los matemáticos, no suma cien por ciento porque el análisis es la combinación de varios aspectos). Y nosotros contribuimos a eso, cada que desechamos una botella de PET, sin darle un destino preciso.

No todo son malas noticias… cuando reciclamos, permitimos el ahorro de materia prima, de agua y de energía, contribuimos a la reducción de los gases relacionados con el efecto invernadero y se generan nuevos empleos. Las campañas que enseñamos a los niños son ciertas. Pero pareciera que hay que enseñárselas a los adultos primero.

Ahora bien, hoy en día existen innumerables causas sociales que le han apostado al reciclaje como un medio para obtener recursos y ayudar a sectores vulnerables de la población: tal es el caso de la ya mencionada Voluntad contra el Cáncer A.C., que contribuye a salvar la vida de niñas y niños de escasos recursos, y a combatir con todo su espíritu, con el amor de sus familias y de muchas personas que les acompañan en esta lucha, además del apoyo de los médicos y la ciencia para ganar en su batalla contra el cáncer.

El viernes 17 se instaló en la SER un contenedor para reciclar el PET y aluminio en este espacio. Porque ciertamente como maestros sabemos que ellas y ellos no pueden solos, necesitan de la participación de una comunidad educativa sensible y humana, responsable y comprometida con el medio ambiente y con las causas más nobles, consciente de que en cada botella o en cada tapita que va a la basura, se esfuma la esperanza de muchas y de muchos y de que en cada botella, cada tapita, cada lata de aluminio que va a parar a un contenedor, va una oportunidad para mejorar la calidad de vida de uno de nuestros alumnos y alumnas, en ocasiones también la de alguno de nuestros compañeros o la propia.

El proyecto al que se sumó la Secretaría de Educación es parte de la Campaña “Ayúdame a darle lata al cáncer” dentro del Programa “Actívate dejando huella”, instalando un contenedor de PET y aluminio, que nos permita aportar un granito de arena en la prevención y lucha contra el cáncer infantil… Sin duda no es un comercial, pero nada nos cuesta hacer lo propio desde nuestra trinchera.

Hay 17 contenedores en Ciudad Victoria, y es importante tener en la conciencia que hay un padecimiento que si se detecta a tiempo se puede curar, estar alerta.

Con el reciclaje hay que dejar de llamarle basura a la basura y continuar haciendo actividades en favor de la niñez (como siempre desde las aulas).

Los niños reciclan… ¿y los adultos?