Lic. Ernesto Lerma.-
La quinta película de Ben Affleck como director vuelve a mostrarnos su inmenso talento como narrador de historias, con una corta, pero muy buena filmografía, con cintas como “Desapareció una noche” (2017), “Atracción peligrosa” (2010), “Argo” (2012) que fue ganadora del premio Óscar a Mejor Película, y “Vivir de noche” (2016), son cuatro evidencias contundentes del gran talento del actor cuando asume el papel de director.
Ahora se suma “Air”, una refrescante cinta que nos cuenta la historia detrás de la legendaria alianza entre la marca Nike y Michael Jordan, indiscutiblemente el mejor jugador de baloncesto de todos los tiempos. La eficacia de Affleck como narrador de historias es notable en esta cinta ambientada en los años ochenta y protagonizada por su amigo Matt Damon como Sonny Vaccaro, un hombre de apariencia poco atlética y apostador compulsivo, quien es contratado por Phil Knight (Affleck), el mítico fundador de Nike, para servir como gurú del baloncesto.
Su oficio consiste en detectar nuevos talentos en el deporte y convertirlos en patrocinadores de la marca, antes que Converse y Adidas, sus competidores, se adelanten. Nike no está en su mejor momento y Vaccaro sabe que hay que hacer algo al respecto. Su ojo clínico sabe que la salvación para Nike puede estar en Jordan y tiene una idea radical: Apostar todo el presupuesto de la empresa en el jugador y diseñar una línea de zapatos inspirada en él.
Al principio, Rob Strasser (Jason Bateman), el director de mercadeo, desconfía de la loca idea de Vaccaro, así como su amigo Howard White (Chris Tucker), el encargado de ayudar al gurú en detectar talentos de la NBA. Knight, su jefe, tampoco cree que esta sea una buena idea. Es arriesgada, es casi imposible y puede acabar con la empresa. Pero al final todos terminarán apoyando al hombre y su loco sueño. Jordan no es un adepto a Nike y no quiere saber nada sobre la marca y sus ofertas.
Es por ello que Vaccaro viaja a Carolina del Norte para buscar una entrevista con James (Julius Tennon) y Deloris (una maravillosa Viola Davis), los padres del basquetbolista, pese a las advertencias del mánager David Falk (un estupendo Chris Messina). La cinta, escrita por el debutante Alex Convery, es dirigida por Affleck con un estupendo sentido del ritmo y con la gracia y el humor necesarios para que no se convierta en un infomercial, permitiendo a sus actores lucirse con sus respectivos papeles (Matthew Maher es particularmente hipnótico encarnando a Peter Moore, el diseñador del zapato deportivo).
De una manera inteligente, tanto el guionista como el director deciden dejar al protagonista de “Space Jam” en las sombras, ya que el centro de la historia es el personaje de Vaccaro, que gracias a Damon logra brillar. Esta nostálgica pieza de compañía al elocuente documental de Yemi Bamiro One Man And His Shoes, logra hacernos emocionar, conmover y entretener gracias a una maravillosa banda sonora colmada de éxitos de los ochenta, pero también a un escritor, un director y un grupo de actores que saben que la clave para una buena película tiene que ver con ponerle “corazón y alma”.
Mi 9 de calificación a esta producción fílmica de primer nivel, porque si la cinta de “Argo” (2012) había sido algo sobrevalorada y “Vivir de noche” (2016) era una película muy fallida, “Air”: la historia detrás del logo es una vuelta a la mejor de las formas para Ben Affleck como realizador. Esa concreción se da a través de un relato que recupera buena parte del idealismo norteamericano más atractivo -ese que se sustenta en la búsqueda y aprovechamiento de las oportunidades a través del laburo y del riesgo- y que apela a una estructura narrativa indudablemente cercana al género deportivo.
Típica narración “underdog” (esas sobre personas o equipos que superan las expectativas) basada en eventos reales, “Air: la historia detrás del logo” sigue a Sonny Vaccaro (excelente Matt Damon), un vendedor de calzado que trabajaba para Nike que decidió volcar todos los recursos de la división de básquet de la compañía para convertirse en la marca asociada a Michael Jordan. La apuesta de Vaccaro era arriesgada en varios frentes: no solo porque en ese momento Jordan era todavía un novato que debía probar su valía en la NBA, sino también porque el jugador no quería saber nada con Nike, por lo que Adidas y Converse eran las compañías favoritas para “vestirlo”.
“Air: la historia detrás del logo” funciona también muy bien en el terreno de la comedia, desde diálogos filosos que se dan a mil por hora y un humor que hasta se permite jugar con lo físico -hay, por caso, un gran chiste en referencia a la panza de Vaccaro- porque, al fin y al cabo, todo se trata sobre individuos imperfectos que buscan hacer lo suyo de la mejor manera posible. Esa comicidad es la que le permite generar una gran empatía con los protagonistas y, finalmente, crear una pequeña gran épica.
Una épica bien humana y terrenal sobre el saber captar y entender lo que pueden generar tipos fuera de serie como Jordan, y cómo trasladar ese conjunto de significados a una simple zapatilla. Una zapatilla (y una marca) que terminaron siendo mucho más que eso. Al fin y al cabo, de eso se trata el sueño americano: de cómo acciones particulares pueden tener resonancias generales. Affleck y Damon entienden esto a la perfección y consiguen delinear una pequeña gran película, de esas que solo la maquinaria hollywoodense.