Patricia Azuara.-
Cd. Victoria, Tam.-
Los megáfonos anunciaban calle por calle su llegada. Los niños corrían a comprar los boletos en la vieja combi encargada de la publicidad. Mientras en aquel enorme terreno del pueblo descargaban el equipo y se estacionaban las casas rodantes.
Bajaban las jaulas con los animales ante la mirada de muchos, que pasaban por el lugar para apreciar de lejos a las diferentes especies, que eran “la cereza del pastel” del evento.
Desfilaban uno a uno los artistas encargados del show con vestuarios llamativos. Malabaristas, payasos, domadores, bailarinas y trapecistas.
Las enormes carpas de colores brillantes, las luces, los artistas, las máquinas de palomitas. Butacas repletas de chicos y grandes, aplausos y gritos de emoción. Se abre el telón, el espectáculo está servido: El circo arrancó sus funciones.
Generaciones atrás, una función de circo era, quizá, el evento infantil más esperado, pero no sólo por los niños, también por los mayores de casa. En aquella época los lugares de esparcimiento eran muy limitados, y la tecnología ni en sueños se veía cerca.
LAS LEGISLACIONES
Pero la vida cambió, las leyes y sus prohibiciones irracionales, el avance tecnológico, los gustos de los pequeños, el crecimiento que vino acompañado de la urbanización, entre muchos factores, han obligado a los circos a innovarse para no desaparecer.
Soley Circus, tour Space Traveler, abrió sus puertas a El Diario de Ciudad Victoria para conocer el arte circense del antes y el ahora.
Para Iván Castaño, El Payaso Willy, encargado de la comicidad del circo, “Mientras haya un niño en el mundo, siempre habrá un circo para divertirlo”. Hijo de padres circenses, es la tercera generación que se dedica al arte de hacer reír.
“Ser payaso es una tarea difícil, poco riesgosa, pero lo más importante de un circo viene de la comicidad, porque puedes tener actos espectaculares y todo, pero la gente siempre va a querer reírse”.
“Ver un payaso que los haga reír, que los haga pasar un buen momento, y si eso no sucede puede que todo lo demás se vaya a la basura, cada quien aportamos nuestro granito de arena para que todo salga bien”.
Willy no quería ser payaso, su sueño desde niño era realizar un acto un poco más riesgoso, sin embargo, la tradición familiar lo llevó a enfocarse en el personaje de la cara pintada y la nariz roja.
“Estaba enfocado en ser trapecista, en mi persona no estaba pensado ser payaso, pero como a los 15 años comencé, sin muchas ganas de ser payaso”.
“Pero es una vida que pasa eso, hay que improvisar todos los días, y te atrapa eso y ver el cariño que el público le tiene a un payaso, eso me fue alimentando”.
“Las personas que crecemos aquí, que estamos aquí, somos una familia, somos gente de circo, gente buena, gente trabajadora, que nos gusta solamente hacer reír a la gente”.
TUVIERON QUE REINVENTARSE
José Carlos Varela, encargado de uno de los espectáculos estelares y de alto de riesgo, aseguró que luego de la ley que impulsó el Partido Verde Ecologista de México (PVEM), que prohibió el espectáculo con animales los obligó a revolucionar.
“Antes decíamos, mientras tengamos bonitos los animales, la gente llega sola, ahora como un medio de entretenimiento familiar, tenemos que buscar la manera de llamar la atención”.
Cuando joven, José Carlos quería estudiar criminología, pero lo invitaron a formar parte de un circo como coreógrafo. Se enamoró del trabajo y de la vida circense, y este año cumple 20 años en ese medio.
“Trabajar en un circo es pesado y es bonito a la vez, porque hay veces que estamos en lugares solo una semana, y volver a desmontar todo, y montar a la vez, y para la siguiente semana otra vez, pero tiene sus beneficios, porque imagínate, conocemos técnicamente la República de punta a punta”.
“La libertad que nosotros tenemos en el circo, hay lugares donde la gente para el circo es muy seca, pero durante el acto que tienes, tienes esa libertad de que si vez que no gusta, puedes cambiarlo, no es como una obra de teatro que tiene que seguir un guión y un personaje”.
EL CIRCO ES DISCIPLINA
Se considera un hombre disciplinado que sigue su rutina, se prepara diariamente para dar lo mejor de él a su público y además se toma el tiempo para estar con su familia y visitar cada lugar en el que están.
Eddie Osario es el encargado del globo de la muerte, y nació y creció en el circo. A los cuatro años subió a la primera motocicleta y aunque ha tenido algunos accidentes menores, su pasión por su labor no termina.
Recordó que el circo es uno de los pocos lugares cien por ciento familiares que ofrece un espectáculo que garantiza diversión a chicos y grandes.
“Ser circense es muy padre, es una aventura, vas disfrutando todos los lugares, además, es tu trabajo, tu casa, tu familia, en mi caso es lo más maravilloso que puede existir, el circo es parte de mí”.
Durante la pandemia que obligó a cerrar los telones, se vio en la necesidad de buscar otras fuentes de empleo, que no lo llenaron del todo, por lo que descartó dedicarse a algo más.
“Mi familia es mi mayor inspiración, la familia Osorio es de personas circenses muy grande, yo los admiro mucho, en un punto es lo que quisiera seguir sus pasos, y admiración solo a mi familia”.
Soley Circus ofrece sus funciones de lunes a sábado, 6:15 y 8:30 de la noche. Y los domingos en sus tres funciones, 4:00 de la tarde y 6:15 y 8:30 de la noche. Está ubicado a un costado de la agencia de coches Kia.