José del Carmen Perales Rodríguez.-
Cd. Victoria, Tam.-
Alan es un héroe que sin cuestionamientos puede hasta ser considerado un ángel de carne y hueso, porque aquel día 28 de agosto de 2021 no solo evitó una tragedia, sino que salvó a la mayor parte de su familia de morir tras incendiarse su casa.
“Mi hijo tiene capacidades diferentes, pero para mí es un ángel porque sacó a sus hermanos, su primo y a mi mamá mientras estaba el incendio, no le importó que él también sufriera quemaduras graves por las que estuvo hospitalizado”, comenta la señora Vianey Flores Ramírez.
Su mirada tiene una combinación de fe, alegría y nostalgia porque en su testimonio refiere que si bien todos se salvaron, fue su madre quien no pudo resistir las secuelas que le dejaron no solo las quemaduras en todo el cuerpo sino otras lesiones.
“El incendio fue debido a una explosión por acumulación de gases, vivíamos en el fraccionamiento Las Glorias en Altamira, en la casa estaban mi mamá, mis tres hijos, también un sobrino, solo mis hijos Alan y Eddy sufrieron quemaduras en 95 y 80 por ciento del cuerpo, mi sobrino en el 60 y mi madre con cien por ciento de su cuerpo afectado”, expuso.
La señora Flores Ramírez refiere que tras ser llevados al hospital Carlos Canseco, a su hijo Eddy le colapsó un pulmón y no le daban esperanza de vida, sin embargo, al trasladarlo a la Unidad de Quemados del Hospital General de Victoria con el apoyo de la Fundación, les devolvió el optimismo.
“Desde el 31 de agosto comenzaron a ser atendidos aquí en la unidad de quemados por medio de la fundación Michou y Mau, poco a poco han salido adelante. Solo Eddy tiene más secuelas que le están tratando, además de la atención de la psicóloga”, comentó.
En un breve diálogo, Alan aprovecha para dar una recomendación a los padres de familia: “No dejen que los niños se acerquen a las estufas”, mientras asegura sentirse tranquilo y ya ha retomado sus actividades normales, incluso asistiendo a la escuela.
Asimismo, la señora Flores Ramírez refiere que la unión entre sus dos hijos y su sobrino se fortaleció durante el tratamiento: “Las curaciones son dolorosas, pero entre ellos solitos se gritaban de un cuarto a otro ‘tú puedes’, ‘échale ganas’, ‘aquí estoy hermanito’, se daban ánimos”.
Finalmente, menciona que la situación que vivió le causó un trauma muy difícil, “por eso recomiendo a las personas checar siempre las perillas de la estufa, las líneas de gas e incluso cerrar el tanque. La empresa Gas Natural no se hizo responsable de nada, todo fue gracias a la fundación Michou y Mau”.