Lic. Ernesto Lerma.-
Continuando con la popular saga cinematográfica de culto en una nueva película que replantea la esencia del horror sangriento para fanáticos de este género fílmico. En la sinopsis de la trama, esta es la historia de dos hermanas separadas cuyo reencuentro se ve interrumpido por el surgimiento de demonios poseedores de carne, empujándolos a una batalla por la supervivencia mientras se enfrentan a la versión de familia más aterradora que se pueda imaginar.
En su momento, las personas de toda índole, cercanas y no tanto, que no son público del cine de terror, alguna vez me han llegado a preguntar por qué miro eso que produce, cuanto menos, sensaciones negativas, por no decir ganas de llorar y votar a Milei. Puede llegar a ser una pregunta difícil de responder, en principio porque no lo sé, y luego porque, que no se enojen mis interlocutores y lectores, es lo mismo que preguntar a alguien que fuma por qué lo hace si sabe que es un hábito molesto y potencialmente mortal.
También es probable que la respuesta sea más bien simple, cualquier cosa que hacemos porque nos gusta le gana a la racionalidad y a cualquier lista de aburridos argumentos en contra. La cuestión es que, luego de los explosivos 97 minutos de “Evil Dead: El Despertar” (en adelante, y para olvidarnos del subtítulo genérico, sólo la llamaremos Evil Dead), me vi obligado a preguntarme, “¿por qué te haces esto? ¿por qué no quedarse en casa a rever ‘Spiderman’ o algo así?”.
Por primera vez en décadas que no salía del cine tan exaltado y nervioso, desde que vi por primera vez “El exorcista”, creo que fue en 2001 ó 2002. Esta última iteración de la franquicia de Evil dead es el resultado de 40 años de pulir una fórmula única que podemos decir que, a nivel argumental, cambia un poco en la tercera parte, “El ejército de las tinieblas” (1992), pero que siempre se ha movido en los límites de la comedia, el terror cósmico lovecraftiano, el cine de terror juvenil norteamericano y el gore. De todos toma prestado, pero construye algo propio siempre, de tal forma que hay una estética “Evil Dead”.
Todo esto se mantiene, pero está pulido a la perfección en esta quinta iteración. Tiene la intensidad de la remake de 2013 (película de Fede Alvarez que defendemos y amamos desde siempre) pero nos da lugar a la risa nerviosa y medio cínica de la película original de Sam Raimi; tiene el diseño brutal de los monstruos de la 2 y la 3 y hasta se permite un héroe canchero a lo Bruce Campbell, sin llegar a ese nivel de histrionismo y locura por supuesto. Y si me preguntan, podría decir que es una película de encierro carpenteriana, y hasta tiene cosas de “La cosa”, valga la redundancia.
También hay un uso exagerado de motosierra y sangre a montones, si no, no sería “Evil Dead”. En resumen, esta película es una experiencia aterradora y absolutamente disfrutable, nadie podría acusarla de abusar de los jumpscare porque con ella la vida es un jumpscare. Hasta ahora la mejor manera que encontré para describirla es, piensen en la imagen más aterradora que recuerden que hayan visto, alguna de “El exorcista” o “Hereditary”, o piensen en la psiquis del “Gato” Gaudio. “Evil Dead” es eso mismo, pero por 97 minutos sin parar. Que el terror elevado y Ari Aster la saquen del ángulo. Sin ánimo de exagerar demasiado es probable que esta “Evil Dead” sea una de las experiencias más terroríficas de la última década.
Mi 9 de calificación a esta más que buena producción fílmica porque los amantes del terror quedamos con la boca abierta, cuando en 1982 llegó a las pantallas una pequeña, pero explosiva cinta llamada “Evil Dead”. En ella, un grupo conformado por cinco estudiantes universitarios liderados por el joven Ash (Bruce Campbell) se refugian en una cabaña abandonada para pasar el fin de semana. Siguiendo las reglas narrativas de los slashers, se descubre un peculiar libro abandonado en la cabaña, acompañado de una grabación hecha por el arqueólogo dueño de la cabaña. Al reproducir la grabación, los estudiantes se enteran de que el libro es el Necronomicón Ex Mortis.
Y en una situación tan absurda como terrible, el arqueólogo en la grabación pronuncia unas palabras obtenidas del “libro de los muertos” que despiertan a una serie de demonios que proceden a eliminar uno a uno de una manera grotesca y violenta a cada uno de los estudiantes. Sam Raimi, su director, más tarde se convertiría en una leyenda de Hollywood (él dirigiría la trilogía original de “El hombre araña”). Pero con “Evil Dead” logró algo imposible: hacernos reír y aterrarnos con la misma intensidad, en una especie de montaña rusa de emociones extremas.
Casi veinte años después, el uruguayo Fede Álvarez toma las riendas de “Evil Dead” y decide hacer un reboot que regresa a las raíces de la saga enclavadas en el terror y la posesión satánica. El resultado fue una película injustamente subvalorada que mantiene en alto los estándares logrados en las entregas anteriores. Los fieles seguidores de la saga la asumen como una secuela que, aunque no incluye realmente a Ash (este aparece en una escena postcréditos), hace parte del universo original.
Ahora es Lee Cronin (autor de “El bosque maldito”), quien retoma las premisas de “Evil Dead”, en un nuevo reboot/secuela que se aprovecha de lo planteado en El ejército de la oscuridad. Allí se advierte que existen tres biblias satánicas y eso nos lleva a pensar que los cincos estudiantes de la cinta original encontraron uno, los cinco de la cinta del 2013 de Álvarez encontraron el segundo, y los nuevos protagonistas han encontrado el tercero. Estos ya no son cinco estudiantes. Son una familia conformada por Ellie, una madre soltera de tres hijos: Teresa, Caleb y la pequeña Kassie. Para completar los cinco, llega de visita Beth, la hermana menor de Ellie y tía de los niños.