abril 23, 2024
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mayo 16, 2023 | 168 vistas

Agencias.-

¿Cómo trabajar y hacer ejercicio sin arruinar tu día? se ha vuelto una pregunta recurrente para quienes poco a poco han regresado al trabajo presencial, dejando sus hogares y la practicidad del homeoffice, pues al estar en un mismo lugar se tenía más tiempo para estar activo.

A pesar del drástico cambio hacia la cultura del trabajo remoto en los últimos tres años, cada vez hay más gente regresando a la oficina. Eso puede ser una buena noticia para algunos, pero no tan positivo para aquellos que han estado haciendo ejercicio antes o después del trabajo.

Entonces, ¿se avecina el final de tus entrenamientos de lunes a viernes? Con un poco de planificación, aún puedes mantener tu rutina semanal, incluso si has regresado a un escritorio. Hay razones sólidas para hacerlo ya que priorizar el ejercicio puede hacerte mejor en tu trabajo pues serás más productivo y eficiente.

Sin embargo, hacer tiempo para una rutina que te haga sentir mejor, y no te estrese, puede ser un poco difícil. Arriesgado, pero no imposible. De acuerdo con algunos profesionales de fitness, nutrición y recursos humanos estos son algunos consejos que puedes seguir.

1. Decide en qué momento vas a entrenar

No hay un momento ideal para hacer ejercicio durante el día, todo depende de tu horario y de lo que sea factible en tu lugar de trabajo, pero para muchas personas, será alrededor de la hora de la comida.

Si trabajas en un ambiente en el que la gente suele salir para la “hora de comer”, este podría ser el momento más fácil para irte, ya que tendrás la oportunidad de salir. De lo contrario, es posible que desees hablar primero con tu jefe para organizar un entrenamiento en función de tu tiempo en la oficina.

Si tienes un trabajo en el que ausentarte durante una hora te produce más estrés que alivio, plantéate hacer pequeñas pausas, como 20 minutos para hacer ejercicio por la mañana y otros 20 por la tarde. Básicamente, estás buscando cualquier momento que te permita sentirte fuerte y centrado en lugar de desenfocado y agotado.

2. Crea un plan de entrenamiento para toda la semana

Integrar con éxito el ejercicio en tu rutina diaria puede requerir reformular lo que es un “entrenamiento” en tu mente. Cualquier cantidad de actividad física trae beneficios, así que en lugar de priorizar rutinas de ejercicio de 45 o 60 minutos, que, seamos honestos, probablemente no podrán hacerse dentro de un día laboral regular, concéntrate más en lo que puedas hacer en 15, 20 o 30 minutos.

Una excelente manera de maximizar tu tiempo es mediante el entrenamiento de intervalos de alta intensidad, también conocido como HIIT. Con HIIT, haces múltiples series de ejercicios que aumentan tu ritmo cardíaco seguido de períodos de movimientos de menor energía o recuperación. Puedes hacer HIIT basado en cardio, fuerza o una combinación de ambos.

3. Decide dónde vas a hacer ejercicio

Si en tu lugar de trabajo hay un gimnasio, esta será sin duda la opción que más conveniente en cuanto a tiempo. Si no, tendrás que investigar un poco en tu zona. ¿Buscas una opción donde puedas hacer entrenamiento de fuerza o cardio con máquinas? Un gimnasio comercial probablemente sea tu mejor opción. Esto te dará más flexibilidad que en los estudios especializados, que tienden a ofrecer clases tradicionales.

Es cierto que tendrás que dedicar tiempo a desplazarte hasta el gimnasio, pero una vez allí podrás ponerte manos a la obra. Algunos lugares de trabajo también pueden tener espacios vacíos y sin utilizar donde puedes hacer una rutina rápida sin aparatos por tu cuenta, como una secuencia de yoga o un circuito de peso corporal.

4. Haz que la transición entre el trabajo y el ejercicio sea lo más fluida posible

El truco para saber cómo hacer ejercicio en el trabajo es minimizar la cantidad de tiempo que necesitas para prepararte antes y después del ejercicio. Dependiendo de lo sudoroso que te pongas, por ejemplo, cierta ropa de trabajo puede servir también como ropa de ejercicio.

Si no usarás tu ropa de trabajo, tener opciones listas puede ser útil tanto para un entrenamiento planificado como para uno improvisado. Cuando se trata de refrescarse después, el tipo de entrenamiento (y cuánto se suda) puede determinar lo complicado que será el proceso.

Si te vas a duchar, no te afeites ni te laves el pelo (siempre que no estés totalmente empapado de sudor), y hazte una limpieza rápida de todo el cuerpo. Si no te vas a duchar, asegúrate de tener una bolsa de aseo con elementos esenciales de higiene: desodorante, toallitas faciales y corporales, champú en seco, loción y maquillaje.

5. Aliméntate adecuadamente

Decidir cuándo comer puede ser complicado, porque no quieres comenzar tu rutina hambriento, pero tampoco quieres comer demasiado justo después de una rutina completa. Eso puede causar problemas estomacales, ya que tu cuerpo cambia la sangre de tu tracto gastrointestinal a tus músculos trabajando, lo que puede ralentizar la digestión y provocar síntomas molestos, como calambres o diarrea.

Si vas a entrenar a la hora de comer, come algo antes, ya que no puedes aprovechar al máximo un entrenamiento de cualquier duración si lo haces con poca energía. Opta por carbohidratos bajos en fibra; a continuación, asegúrate de seguir tu jornada laboral con una comida completa y disfruta de alimentos ricos en proteínas, hidratos de carbono, algún tipo de grasa y algo de frutas o verduras.

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