Lic. Ernesto Lerma.-
“La Sirenita” en su nueva versión producida por Disney Studios, una de las empresas más poderosas en la actualidad si nos centramos en la generación de entretenimiento audiovisual que sigue buscando engrosar su mercado y tratando de adaptarse a los nuevos tiempos, es por eso que Disney ha revitalizado las historias que la han hecho famosa y era cuestión de tiempo para que “La Sirenita”, una historia que en los 90 ya salvó a la productora de una quiebra que parecía inevitable, fuera objeto de un retoque, de un relanzamiento.
Esta nueva versión de Disney basada en los textos de Hans Christian Andersen llegó a los cines y más allá de su discurso modificado para encajar en los nuevos tiempos, la película sigue generando controversia y polémica especialmente por la elección de su protagonista, Halle Bailey con el rechazo hacia la actriz afroamericana y la importancia de tener en cuenta lo que son y representan las sirenas como personajes mitológicos, ahora es momento de revisar las cualidades y defectos de esta nueva versión, y sobre todo los ataques que sigue recibiendo la reciente versión live action del clásico animado de 1989.
El filme encuentra sus mejores momentos cuando se permite libertades que la apartan del filme original, aunque sin alcanzar grandes alturas ya que era difícil superar la icónica cinta de animación que comenzó la etapa del Renacimiento de Disney Studios. Y es que debo admitir que mis expectativas respecto a esta reversión de acción en vivo eran casi nulas. Entre lo mediocres que vienen siendo estos productos de Disney, que van de la copia carbónica a la actualización woke culposa, y la presencia de Rob Marshall (uno de los grandes destructores de musicales e ilusiones varias de las últimas décadas) en la dirección, no había mucho para ilusionarse. Sin embargo, la experiencia con “La Sirenita” me resultó mucho más rescatable de lo que esperaba. Quizás me haya favorecido no haber revisto previamente el clásico animado de 1989.
Sin el recuerdo fresco del original, pude apreciar esta nueva versión sin hacer (no tanto al menos) comparaciones odiosas y con algo más de apertura a las diferencias con su predecesora. Y vaya si “La Sirenita” de Marshall busca diferenciarse, especialmente desde su duración: unos 50 minutos más que la original. De esa manera busca ampliar el espectro dramático del filme que, vale recordar, sigue las aventuras de Ariel (Halle Bailey), una joven sirena que, contra los deseos de su padre, el Rey Tritón (Javier Bardem), está fascinada con el mundo de la superficie y termina enamorándose de Eric (Jonah Hauer-King), un príncipe humano. Dejando de lado su forzada corrección política, con un elenco que pretende ser, a tono con el discurso dominante, una especie de United Colors of Benetton.
Donde “La Sirenita” del 2023 encuentra mayores inconvenientes es en su necesidad de evocar los aspectos y momentos más icónicos del filme original. Por eso la primera hora, que acciona como una reproducción técnica de los conflictos ya conocidos, es entre fría y timorata, un revival sin mucho sentido que incluso palidece frente a las ideas visuales y cómicas de la película de 1989. Incluso, sin haber visto el clásico dirigido por Ron Clements y John Musker, se puede intuir como todo es una copia sin mucha inventiva de un material artístico que era mucho más potente. Es en su segunda mitad que la producción se toma más libertades y sale de la senda de reproducción automática, profundizando en el trayecto de descubrimiento del mundo humano que hace Ariel. Con altibajos, encuentra mayor profundidad dramática y hasta consigue establecer lazos más concretos.
Allí le dan mayor entidad a los dilemas afectivos y morales que atraviesan no solo a Ariel, sino también a Eric, con un mayor realismo en la puesta en escena, pero sin resignar los espacios de la fantasía y el humor. Esa vocación por darles más desarrollo y capas de sentido a los personajes, también a algunos de reparto, como Sir Grimsby, aunque la villana Úrsula vuelva a tener un final inmerecido, termina justificando, contra lo previsto, la duración de la película. Y hasta le permite arribar a un final ciertamente conmovedor, donde la felicidad se entrelaza con la melancolía. Sin maravillar, “La Sirenita” de Marshall muestra algo de vigor y con eso le alcanza para ser un entretenimiento decente. Aunque queda en entredicho la intención de convertir todas las películas animadas de Disney en versiones de acción real.
Mi 8 de calificación para esta más que buena película. Recordemos que en 1837, Hans Christian Andersen publicó “La Sirenita”, el octavo de sus relatos recopilados en la colección “Cuentos de hadas contados para niños”. Walt Disney, enamorado de la triste (y algo machista) historia de amor, quería convertirla primero en un corto que haría parte de una colección de cuentos del autor danés, pero luego pensó en un largometraje animado, el cual se iba a estrenar inmediatamente después de “Blanca Nieves y Los Siete Enanitos”. Sin embargo, Disney prefirió inclinarse por la experimentación de “Fantasía”, pensando que en ella iba a encontrar la solución a los problemas técnicos que implicaban la creación del universo descrito por Andersen.
El fracaso comercial y crítico de su segundo largometraje (hoy en día considerado como una de las mejores películas animadas de todos los tiempos), llevó a que Disney aplazara indefinidamente el proyecto de “La Sirenita”. En 1970, los estudios de animación Toei presentaron una exitosa serie de anime conocida como “Mako: La sirena enamorada”, inspirada libremente en el cuento de Andersen, que llegaría a los cuarenta y ocho episodios. Cinco años después, Toei estrenaría una versión cinematográfica del cuento, la cual hoy en día es muy difícil de apreciar en su versión original, ya que fue censurada y mutilada sin consideración cuando se estrenó en occidente.
A diferencia de Mako, la película dirigida por Tomoharo Katsumata se acerca mucho a la historia original, pero hay que decir que tanto la serie como la película japonesa conservan el trágico final descrito por Andersen. En 1985, los estudios Disney estaban atravesando una crisis al interior de su estudio de animación causada por varios fracasos. Los directores John Musker y Ron Clements, quienes estaban trabajando en la subvalorada cinta “El gran ratón detective”, le propusieron a su jefe en ese entonces, Jeffrey Katzenberg, la posibilidad de adaptar por fin a “La sirenita”. Katzenberg casi rechaza la propuesta debido a la similitud del cuento con “Splash”, que supuestamente iba a tener una secuela. Pero cuando ese proyecto se canceló, Katzenberg les dio vía libre a los veteranos animadores para convertir el sueño de Disney en realidad.
En 1989, “La Sirenita” se estrenó en cines y marcó el renacimiento de las cintas animadas de los estudios. Fue aclamada tanto por el público como por la crítica y las hermosas canciones de Alan Menken y el fallecido Howard Ashman fueron cantadas una y otra vez por un público infantil, especialmente femenino, fascinado por la historia, a la cual se le cambió el final por uno más alegre, de acuerdo con los cánones de Disney. Hay que mencionar que existe una secuela y una precuela para el mercado “directo a vídeo”, así como una serie animada. Pero, la verdad sea dicha, es mejor sepultar todos esos productos mediocres debajo del mar.