Lic. Ernesto Lerma.-
Esta cinta en solitario del veloz superhéroe escarlata constituye un sentido homenaje a las películas que dieron inicio al género cinematográfico, pero por más que se pretenda refundacional, este filme de Warner Bros. y DC Films no consigue ser más que una transición apenas bien correcta hacia un futuro difuso, mientras el presente permanece poco estimulante, ¿por qué tanto viaje en el tiempo? La respuesta a la pregunta del título de este texto podría ser doble y, en ambos casos, simple, sin muchas vueltas.
Por un lado, en “Flash”, el superhéroe se propone viajar en el tiempo para salvar a su madre, que fue asesinada, y evitar que su padre sea inculpado por el crimen y encarcelado. Por otro, DC Studios y Warner necesitan de ese viaje en el tiempo para alterar la realidad, diseñada inicialmente bajo el mando de Zack Snyder y que James Gunn, junto a Peter Safran, reseteen un universo que parecía ya no tener razón de ser. El problema es que, más allá de lo discursivo, eso no lo terminamos de ver en un tanque correcto en su ejecución, pero, al mismo tiempo, poco renovador.
No es que el filme de Andy Muschietti no se esfuerce por ser algo distinto y darle un lavado de cara al universo de DC y a su propio protagonista. El relato busca otorgarle un mayor espesor dramático a Barry Allen, convertirlo en algo más que ese joven que era una máquina de hacer chistes (muchas veces bastante esquemáticos) en “Liga de la Justicia” y “Batman vs Superman: el amanecer de la justicia”. Por eso la exploración de su pasado marcado por la pérdida, su presente marcado por la melancolía y la decisión de viajar en el tiempo, que luego tiene consecuencias desastrosas, ya que se altera la realidad y las diversas líneas temporales que la componen.
Y también el retorno de las encarnaciones de Batman de Ben Affleck y Michael Keaton (este último mostrando un oficio que lo convierte posiblemente en lo mejor de la película), más la presentación de Supergirl (Sasha Calle) en ausencia de Superman. Todo para construir una trama que combina el drama personal con los dilemas morales alrededor de las implicancias de ciertas decisiones que pueden cambiar (o no) el destino de las personas. Pero esa disposición de conflictos, personajes y situaciones, aunque pertinente, es concretada casi como un trámite administrativo, sin una verdadera convicción narrativa que potencie la empatía del espectador. Más que un relato, lo de “Flash” es una acumulación de eventos encadenados, donde lo que se impone es una discursividad un tanto obvia, algunos chistes efectivos y guiños a una platea que encuentra solo lo que espera encontrar y no mucho más.
Todo es excesivamente predecible en la película de Muschietti, que no encuentra la forma de sacudir las expectativas y se limita a contar la trama central (que no deja de ser bastante consistente, aún con sus idas y vueltas) sin apartarse de los caminos más seguros, para así poder agradar a la mayor cantidad de gente posible. Por eso lo que vemos no es muy distinto de otras películas de superhéroes y el diseño audiovisual no puede evitar ser un tanto chato: ahí tenemos, como claro ejemplo, esa dimensión donde se cruzan los distintos universos y posibilidades, que es terriblemente artificial y muy poco atractiva.
De hecho, la puesta en escena de “Flash” no se diferencia demasiado de lo dispuesto previamente por Snyder. No hay verdadera épica (por más que se quiera repensar el camino del héroe y hacerlo interactuar con nociones grupales), el drama no conmueve (a pesar de todas las pérdidas y tragedias que se ponen en juego) y la comedia es básica, incluso en sus momentos más logrados. Solo hay esfuerzos visibles por hacer confluir esas variables, pero esa remarcación es la que precisamente atenta contra su propósito. Todo luce forzado y lo que queda entonces es un filme meramente transicional, que cimenta algunas bases para ir hacia otro lugar (narrativo, estético, temático), del cual hay pocas pistas.
Otra vez, DC vuelve a ofrecer promesas hacia un futuro todavía difuso, mientras el presente continúa siendo anodino. “Flash” no está mal, pero está lejos de ser una película fundante o de quiebre, como quieren instalar algunos, especialmente James Gunn. De hecho (y permitiéndonos la obviedad), se pasa demasiado rápido y es difícil que quede en la memoria del espectador. Recordando la historia del personaje “Flash” en la editorial de DC Comics, Jay Garrick, el primer Flash, hizo su debut en los cómics en 1940. Este personaje creado por Gardner Fox y Harry Lampert era un estudiante universitario que obtuvo sus habilidades de velocista gracias a que inhaló por accidente los vapores del agua pesada.
En 1956, la editorial DC Comics reinventó al personaje para la era espacial. Esta segunda versión, encarnada por un científico forense, hizo su debut en la revista Showcase #4, y fue creada por Robert Kanigher y Carmine Infantino. Barry Allen obtuvo sus poderes de super velocidad después de ser alcanzado por un rayo y ser expuesto a productos químicos mientras trabajaba en su laboratorio. Este se convertiría en el Flash más popular. En la historia “El Flash de dos mundos” publicada en la edición No. 123 de su revista, Allen se encuentra por primera vez con Garrick, introduciendo el concepto del Multiverso en los cómics (ambos superhéroes pertenecen a tierras paralelas).
Y este concepto se lleva al paroxismo, cuando Allen se enfrenta a un trágico final para salvar el multiverso en la icónica maxi-serie “Crisis en Tierras Infinitas” de 1985, donde también Superchica, la prima de El Hombre de Acero, sacrificó su vida. Wally West, el sobrino de Allen (conocido como Kid Flash), tomó el manto de su tío, pero años después Barry Allen regresó a la vida en la saga “Flash: Renacimiento” del 2009 (Superchica también resucitaría). Desde su regreso, Barry Allen ha sido el Flash principal en los cómics de DC y su historia se ha ampliado y desarrollado mucho, en gran parte gracias a las dos series de televisión, protagonizadas por John Wesley Shipp y Grant Gustin, respectivamente.
Mi 8.5 de calificación personal a esta producción fílmica. Y ahora bien, en el universo cinematográfico de DC se inició con la exitosa y grandilocuente película de “Superman”, dirigida por Richard Donner en 1978 (la cual tuvo tres secuelas, junto a un spin off de Superchica y un reboot protagonizado por Brandon Routh); y luego por “Batman” de Tim Burton en 1989, que tuvo tres secuelas (dos protagonizadas por Michael Keaton y las otras dos por Val Kilmer y George Clooney, respectivamente). Luego llegaría el Universo Cinematográfico Extendido de DC, también conocido como DCEU.
Toda una franquicia de películas basadas en los superhéroes de la editorial. La primera entrega del DCEU fue “Hombre de acero” (2013), dirigida por Zack Snyder y protagonizada por Henry Cavill como Superman. Su continuación fue “Batman v Superman: El amanecer de la justicia” (2016), también dirigida por Zack Snyder, y que presentó a Ben Affleck como Batman. El descalabro llegó con la esperpéntica “Escuadrón suicida” (2016), dirigida por David Ayer, que se centró en un grupo de villanos reclutados por el gobierno para llevar a cabo misiones peligrosas. Pero en el 2017, las cosas se recuperaron con “La Mujer Maravilla”, dirigida por Patty Jenkins y protagonizada por la carismática Gal Gadot.
Sin embargo, en ese mismo año, también se estrenó la desastrosa “Liga de la justicia”, que reunió a Superman, Batman y La Mujer Maravilla, junto con otros superhéroes que todavía no tenían hasta ese momento una película individual (Aquaman, Cyborg y The Flash). Por una tragedia personal, Zack Snyder tuvo que abandonar la dirección dejándosela a Joss Whedon con unos terribles resultados. Sin embargo, Snyder nos entregó años más tarde su propia versión, que significó una notable mejoría de lo estrenado originalmente en cines.
Posteriormente, “Aquaman” (2018), dirigida por James Wan, presentó la historia en solitario el superhéroe acuático, interpretado por Jason Momoa. Y luego llegaron la adorable “¡Shazam!” (2019), la horrible “Aves de presa” y las secuelas de “La Mujer Maravilla” y “El Escuadrón Suicida”, así como la irregular “Black Adam” y una más que aceptable segunda parte de “¡Shazam!”. Ahora, luego de doce películas y varias versiones extendidas, llega a los cines por fin la película en solitario de Flash, plagada de inconvenientes, en especial la controversia surgida por su protagonista Ezra Miller.