Patricia Azuara.-
De escasos recursos, pero con metas claras. Orgulloso de sus raíces siempre en busca de alcanzar sus sueños. Con altibajos, pero enfocado en sus objetivos. Siempre con las ganas de ser y hacer la diferencia.
Él es Diego Armando Medrano Domínguez, un joven maquillista que con 23 años ya cosechó infinidad de triunfos.
Originario del ejido El Olivo de Victoria, una zona rural ubicada a la salida a Matamoros, Diego Armando comenzó en el mundo de la belleza a los 16 años.
Encontró en el estilismo una fuente de ingresos para poder continuar con sus estudios de bachillerato y posteriormente ingresar a la universidad.
“Comencé desde los 16 años en el mundo de la belleza, yo seguí mis estudios, estudiaba y trabajaba, yo vengo de una familia de escasos recursos, muy humilde, llegué a un punto de mi vida donde mis papás me dijeron ya no podemos costearte un Cbtis, menos la universidad”.
“Dije, yo quiero estudiar la universidad, aun siguiendo en la belleza quiero tener algo que me respalde, estaba entre Ingeniería en Gestión Empresarial y Comunicación, pero a mí me gustan los retos, dije vámonos al TEC a Gestión Empresarial, terminé mi carrera, aún no me titulo, pero es otro de los objetivos”.
ENCONTRÓ SU VOCACIÓN
Tras laborar en algunos Salones de Belleza, comenzó a inclinarse más por el maquillaje, y a base de practicar y practicar, esfuerzo, desvelos y tiempo, a los 18 años ya era uno de los más buscados, con una amplia cartera de clientes que lo hicieron dar el siguiente paso.
“Comencé peinando y pintando cabello y todo eso, y de ahí le fui agarrando el amor a todo lo que es la belleza, hasta estar de encargado de un Salón de Belleza, pero poco a poco fui viendo el maquillaje y me llamó la atención”.
“Todo lo de belleza fue por gusto propio, no tomé un curso, me empezó a llamar más la atención el maquillaje y comencé a practicarlo. Yo no me veía trabajando en la belleza, ni como estilista ni como maquillador, fue algo que creció nato y que poco a poco me fui puliendo por gusto propio”.
“Sin tomar ningún curso ni nada, con la pura práctica, así es como yo empecé a desarrollar más el maquillaje, al principio no confiaban en mi por mi edad, pero ya cuando las arreglaba y les gustaba el resultado, decían ¡wow! me gustó”.
NO CREÍAN EN ÉL
Pese a que por su corta edad la gente no creía que tuviera ese potencial para embellecer rostros, se convirtió en uno de los maquilladores más solicitados, lo que lo empujó abrir su propio espacio que actualmente se ubica en el 13 Gaspar de la Garza y Cesar López de Lara en el fraccionamiento Valle de Aguayo.
“Por obra de Dios y el universo, lo que sea que tú creas, yo soy de fe católica, yo no me veía nada a la belleza, una cosa me fue llevando a la otra y ahora sí que por necesidad yo vi en el estilismo una fuente de ingreso, es un trabajo, y tú recibes un ingreso”.
“Ese chiquillo que quería hacer muchas cosas, si tuve el amor de mis padres y todo, pero ese problema que muchas familias tienen en México, la falta de dinero, siempre fuimos una familia muy honrada, muy humilde”.
“Pero cuando yo abro ese primer local yo vi que todos esos días de friega, todos esos días donde yo andaba para allá y para acá, en colaboraciones con clientas, dije, valió la pena, valió la pena cada día, cada levantada temprano”.
Los siguientes años, el tiempo de Diego Armando pasaba entre sus estudios y la carga laboral que para entonces era demasiada, lo que lo llevó a tomar una decisión que consideró acertada, dejar en “stand by” su titulación y continuar especializándose en maquillaje.
NO TODO FUE COLOR DE ROSA
Pero no todo fue miel sobre hojuelas, al ser un joven independiente, y pese a que nunca ha dejado de visitar a su familia, Diego pasó por lapsos de soledad que casi lo llevan a claudicar, pero lejos de eso, se reencontró, se conoció y aprendió a priorizar su amor propio.
“En este mundo de la belleza llega un punto en que dejas de ver a tu familia, porque por estar en eventos de otros, porque al final de cuentas vamos y arreglamos personas, y llega un momento en que terminas agotado, dejas de atender tus cosas personales por tu trabajo”,
Con el viento a favor y una racha de éxitos, llegó la pandemia y con ello la necesidad de cerrar las puertas de su negocio y regresar al modo “casa por casa” y volver a vivir con sus papás. Pero nada lo venció, trabajó sin parar hasta juntar el recurso que necesitaba para poder reabrir.
Y antes de que fuera declarado el fin del Covid-19, Diego Armando ya tenía nuevamente levantado su Salón de Belleza. Ahora tiene múltiples cursos y seminarios con especialistas de clase nacional e internacional.
Entre sus grandes logros está haber sido el maquillista de la diva mexicana Lucía Méndez, además de embellecer el rostro de reinas de belleza y una serie de personas que ponen en sus manos esa noche especial llena de glamour.
“Yo siempre digo, no debemos dejar de tener sueños, debemos trazarnos metas e ir por ellas, dejar de pensar en imposibles y hacer realidad cada una de las cosas que queremos, claro que se puede, si trabajamos para ello”.
DÍA DEL MAQUILLADOR
Cada 24 de junio se reconoce muy especialmente a aquellos profesionales artísticos del maquillaje que enaltecen la belleza de las personas. Se celebra el Día Internacional del Maquillador.
El maquillaje es una profesión artística desempeñada por maquilladores, quienes con su arte, talento, creatividad y estilo realzan la belleza humana, combinando formas, texturas y colores.
ORIGEN DEL DÍA MUNDIAL DEL MAQUILLADOR
Esta efeméride se creó en homenaje al destacado artista del make-up estadounidense Bud Westmore, quien falleció el 24 de junio de 1973. Tuvo una destacada trayectoria como maquillador artístico profesional, realizando más de 450 películas en Hollywood.
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