Francisco Ramos Aguirre.-
Desde principios del siglo XIX, el Gobierno federal planteó la necesidad de establecer una escuela de artes y oficios en la capital del país. El propósito era adiestrar a jóvenes y niños en tareas propias de carpintería, herrería, panadería, tejidos y otras actividades. A mediados de dicha centuria, se conoció un proyecto en el Estado de México sobre la apertura de un plantel de este tipo. Lo mismo sucedió en San Luis Potosí en 1873, al inaugurarse una escuela de esas características.
Otro importante intento correspondió al profesor Calápiz en 1852, creador de una escuela de artes y oficios en la Ciudad de México, donde impartían talleres de carpintería, herrería y talabartería. En 1867 operó la escuela de artes y oficios en uno de los conventos de la capital del país. Sobre esta modalidad educativa, vale decir que durante el porfiriato, cientos de los jóvenes humildes, huérfanos y “desheredados”, se incorporaron a dichas instituciones de capacitación para el trabajo.
Igual sucedió con las mujeres de aquella época, al abrirse la Escuela Industrial para Señoritas y en 1873 la Escuela de Artes y Oficios para Mujeres. Una vez promulgada la Constitución Política de los Estados Unidos Mexicanos, con base al artículo tercero se inició un proceso de reconstrucción de las instituciones, entre ellas las relacionadas con el sector educativo. Ese mismo año se abrió la Escuela de Artes y Oficios para Señoritas, donde impartían carreras sobre Comercio, Farmacia, Telégrafo, Sombrerería y Bordado.
Así las cosas, las escuelas de artes y oficios empezaron a expandirse en diversas entidades del país. Por ejemplo, en 1912 al triunfo del maderismo, la Secretaría de Instrucción Pública, a cargo del tamaulipeco Francisco Vázquez Gómez, recibió la propuesta para crear escuelas rudimentarias en todo el país. Igualmente, en el contexto del Congreso de Educación Primaria celebrado en Veracruz, surgió la idea de fundar escuelas de artes y oficios en cada una de las entidades.
Uno de los primeros proyectos sobre escuelas de artes y oficios en Tamaulipas se ventiló en 1921. Ese año, el gobernador y general César López de Lara anunció la apertura de la Escuela Industrial de Huérfanos, para hijos de soldados muertos durante la Revolución, a quienes se impartía instrucción escolar, alimentos y asistencia médica.
Esta idea, derivó en la Casa del Niño Estudiante Industrial, inaugurada en 1925 en Ciudad Victoria. Después se llamó Casa del Niño Industrial Álvaro Obregón, donde los alumnos aprendieron diversos oficios requeridos en el ámbito de la reconstrucción nacional. Vale recordar que el edificio fue construido y diseñado por el arquitecto y contratista por M. L. Waller.
Claramente, los proyectos educativos de esta época ayudaron a combatir la ignorancia, desigualdad social, disparidad económica y falta de oportunidades educativas para los mexicanos. Paralelamente a la especialización técnica, durante la primera etapa del plantel, los estudiantes -exclusivamente varones internos-, recibían adiestramiento en marchas militares, acondicionamiento físico, simulacros de guerra, manejo básico de armas, tablas gimnásticas, toque de corneta y ejecución de tambores. La enseñanza de oficios resultó determinante en la formación de varias generaciones incorporadas al mercado laboral.
El gobernador de Tamaulipas, Emilio Portes Gil, menciona sobre la importancia del plantel y los esfuerzos para concluir la construcción del edificio en 1925. De acuerdo a su primer informe de gobierno ese año la escuela era atendida por un director, secretario, mecanógrafo, prefecto, cuatro profesores de grupo en las disciplinas de música, carpintería, curtiduría y otros talleres.
El primer ciclo comprendía tercero y cuarto año, (curso prevocacional); de quinto y sexto (vocacional) que incluía dos de enseñanza teórico práctica y un año de práctica. Dicho informe señala de la apertura de talleres de herrería y panadería, mecánica y zapatería. Finalmente, en 1928 la escuela fue dotada de maquinaria adecuada con un valor de 150 mil pesos.
Desde sus inicios hasta 1967 la escuela pasó por diversas nomenclaturas. Las últimas fueron Escuela de Enseñanzas Especiales, Escuela de Artes y Oficios y Escuela Secundaria Técnica 1 Álvaro Obregón. Dos de sus principales directores que ocuparon el cargo más de una década fueron José Martínez y Arturo Lerma Anaya. A finales de la década de los sesenta, luego de un conflicto estudiantil Lerma salió del plantel. A partir de entonces, el nuevo modelo educativo transformó en sus planes, programas de estudio y estructura original.
SE CREA EL ITACE
Para continuar con la mística de la antigua Casa del Niño Industrial y Escuela Técnica Industrial, en agosto de 1984 el gobernador Emilio Martínez Manautou creó en la Capital tamaulipeca el primer plantel del Instituto Tamaulipeco de Capacitación para el Empleo. Para darle un soporte técnico pedagógico, se contrataron los servicios del licenciado Jesús Magaña Bravo, ex alumno de la Universidad de Illinois, quien realizó un estudio de mercado y viabilidad.
Desde ese momento se estableció que el objetivo principal sería de carácter social, enfocado a la atención de las clases más necesitadas. Bajo estas circunstancias, dicha institución atiende desde entonces a jóvenes alumnos y alumnas, ofreciéndoles estudios a bajo costo, transportación, alimentación, servicios médicos y seguro escolar contra accidentes.
De esta manera, se determinó que los oficios de mayor demanda en la década de los ochenta del siglo pasado eran, respecto a las Mujeres: industria del vestido, guardería infantil, preservadora de alimentos, manualidades, cocina, repostería y panadería. Para hombres: mecánica automotriz, radio y tv, electricista, carpintería, albañil, plomero, refrigeración y soldador.
Vale mencionar que el proyecto educativo y su mística social agradaron al gobernador entrante Américo Villarreal, quien decidió fortalecer la presencia e irradiación en otras ciudades de la entidad. Sobre todo, en aquellas donde la presencia industrial se encontraba en pleno desarrollo. De esta manera, en 1991 dicho mandatario firmó un convenio con la Secretaría de Educación Pública mediante el cual se asignaron recursos federales para crear dos planteles más en Altamira y Reynosa. Posteriormente, a partir de 1993 se sumó un nuevo plantel en Matamoros, donde la industria maquiladora florecía de manera sorprendente en la creación de empleos.
Así las cosas, el 13 de febrero de 1993 el Congreso del Estado emitió el decreto 484 mediante donde se establece el Sistema Estatal de Educación Tecnológica, en las modalidades de educación para el trabajo y educación media superior tecnológica. Con ello, pasaron a depender administrativamente de la Dirección General de Centros de Formación para el Trabajo y de Educación Tecnológica Industrial, dentro del organigrama de la Subsecretaría de Educación e Investigación Tecnológicas de la SEP.
CLAUDIA ANAYA ALVARADO,
PRIMERA MUJER DIRECTORA DEL ITACE
A lo largo de casi cuatro décadas de su creación, el ITACE ha tenido ocho directores generales: Arturo Lerma Anaya (1984-1997), Roberto Alanís Hernández (1997-1999), Guillermo Barthel Cisneros (1999-2001), Rafael A. Irigoyen González (2001-2004), Santos Lozano Cedillo (2005-2011), Federico Manautou Villarreal (2011-2016), Fernando Campos Martínez (2016-2020) y Óscar Jesús Ballesteros González (2020-2022).
Actualmente despacha en el cargo la doctora Claudia Anaya Alvarado, históricamente la primera mujer en desempeñarse dentro de las delicadas tareas de la enseñanza, capacitación y pedagogía. Dentro de su formación profesional destacan las carreras de Profesora de Educación Preescolar y Licenciada en Educación Preescolar. Tiene dos maestrías en Administración Pública y Educación Humanista; además un doctorado en Educación Superior Internacional.
Ha participado en numerosos cursos y diplomados en instituciones educativas de España, Cuba, Estados Unidos, Saltillo, Monterrey y Ciudad de México. Cuenta con una amplia trayectoria laboral en diversas dependencias educativas, electorales y asesoría técnica pedagógica.
Fuentes: Periódico XX Settembre/septiembre 20/1903/; La Voz. De México/junio 29/1886; Semanario Artístico/mayo 7 /1845; Diario de Gobierno/6 de julio/1847; El Siglo Diez y Nueve/julio 19/1852; El Pueblo/marzo 17/1918; Periódico Oficial de los Estados Unidos Mexicanos/octubre 10/1912/; Estudio de Mercado para Determinar la Viabilidad y Características del ITACE/Jesús Magaña Bravo/octubre 1984).