Lic. Ernesto Lerma.-
El personaje de la monja terrorífica de la taquillera y popular saga cinematográfica de “El Conjuro” hace un salvaje regreso en una secuela que supera con creces a la cinta original, aunque el director de “La Maldición de La Llorona” y “El Conjuro 3” repite sus errores, y sigue sin saber construir miedo más allá del buen uso de los rubros técnicos.
La primera película de “La Monja” salió en el 2018. Desde aquel año salieron “La Maldición de La Llorona” (2019), “Annabelle 3: viene a casa” (2019) y “El Conjuro 3” (2021). Tres películas del universo de “El Conjuro” que poco aportaban a la saga y que mostraban la poca eficiencia de sus directores, atados a imitar la manera de acercarse al terror de James Wan.
Para cuando llegó “El Conjuro”, Wan necesitó de varias películas de prueba y error como lo fueron “El juego del miedo” (2004), “Muerte silenciosa” (2006) y, en especial, “Insidious” (2010) que puede verse como un borrador final de lo que vendría después. “La Maldición de la Llorona” y “El Conjuro 3” fueron dirigidas por Michael Chaves, director que con “La Monja 2” se convirtió en quien más películas filmó de este universo.
Las tres películas son similares. Lejos de la sabiduría narrativa de Wan, se trata de productores que no dan espacio a la libertad creativa a la hora de plasmar visualmente sus historias. Y a pesar de contar con un gran presupuesto, no pueden esconder el poco talento de su realizador. Son propuestas apabullantes desde lo sonoro y lo visual; se ven bien, suenan bien, pero no dejan de ser experiencias olvidables.
“La Monja 2” es igual de mediocre que su anterior película. A pesar de contar con una lograda fotografía de Tristan Nyby, donde predomina la oscuridad en todos los espacios, Chaves no logra acompañarla con una sensación de miedo. El resultado es para aplaudir más al diseño de producción que a su director, que también tiene que lidiar con algunas discutibles decisiones del guión a cargo de Ian Goldberg, Richard Naing y Akela Cooper, en especial en el clímax.
Y es que es ahí en donde los personajes principales se encuentran sin haber salteado ningún conflicto, rápidamente y por magia de un personaje que aparece de la nada, cuya única función es otorgarles información y desaparecer. Hay algunos aspectos valiosos que demuestran que sin ataduras comerciales la película podría haber funcionado. La idea de convertir a los símbolos religiosos en algo aterrador es interesante, y alguna secuencia parte de una idea atractiva, pero termina siendo resuelta de la peor manera.
Resulta poco importante que todos los rubros técnicos estén perfectos y que todos los actores sean convincentes en sus papeles. Se trata de una película pensada por productores que querían una de sustos a cualquier costo, sin pensar en cómo construir un mundo donde habiten los personajes y donde el espectador tenga miedo. Como película, “La Monja 2” es algo aburrida, y como una de terror, fracasa, porque el demonio blasfemo Valak pierde fuerza en la secuela de la taquillera y reivindicable película de 2018.
El universo Expediente Warren prosigue con su evolución, ramificaciones y conexiones y “La Monja 2” constituye su novena entrega desde que comenzó a desarrollarse hace una década. Si la primera película dedicada enteramente al demonio blasfemo y profanador tenía lugar en Rumania en 1952, su secuela directa transcurre en 1956 y principalmente en Francia. Valak, la turbadora entidad salida del infierno, fue derrotada en la abadía, pero no destruida del todo al poseer, como dejaba claro el cierre del filme anterior, a Maurice, el francés trotamundos que ayudó al padre Burke y a Irene, una joven monja con visiones, en la misión que el Vaticano les dejó.
“La Monja 2” es una de esas películas que quieres que te gusten pero nunca terminan de hacerlo. Aplica aspectos de partida interesantes que en el proceso no materializan esa condición. Acierta al seguir la historia de Irene, si bien su evolución se topa con lo convencional (la madre). Y la cuestión del vínculo que forjó con Maurice (Jonas Bloquet), el francés que le salvó la vida y respecto al que presiente que está en peligro, se queda a medias.
La razón fundamental por la que el filme convence menos reside en que la figura de Valak no transmite lo mismo; la plasmación elegida desaprovecha las resonancias de horror que llevaba asociadas en “Expediente Warren: El caso Enfield” y en el spin-off primigenio. En este déficit influyen la historia y, aunque vuelve a esforzarse y exhibe maneras, la dirección del cineasta Michael Chaves, firmante de “La Llorona” que es la obra más prescindible del imaginario y de la reivindicable “El Conjuro 3: Obligado por El Demonio”.
Mi 7 de calificación a esta cinta, hay que recordar que el Nunsploitation es un subgénero cinematográfico que surgió principalmente en el cine italiano y mexicano en la década de los setenta y que se caracteriza por centrarse en la representación de monjas en situaciones controvertidas y a menudo escabrosas. Las películas de Nunsploitation generalmente presentan elementos de provocación y blasfemia, así como una exploración de la represión sexual y la lucha contra la tentación en un contexto religioso.
“La Monja” fue dirigida por Corin Hardy y producida al interior del universo cinematográfico de “El Conjuro” confeccionado por James Wan e inspirado en los esposos Ed y Lorraine Warren, una pareja real que investigaba sucesos paranormales en los años setenta. Este spin off se centra en la historia de Valak, un poderoso demonio al que han enfrentado los Warren y que se hace pasar por una monja malévola para llevar a cabo sus malévolos planes (aunque nunca terminan quedando claros).
P.D. Esperen una escena postcréditos de sorpresa que nos lleva a un nuevo caso paranormal, para lógica y obviamente continuar con la popular y taquillera saga fílmica de “El Conjuro”. Si eres fan de este universo seguramente te vas a emocionar mucho al ver los rostros de quienes iniciaron todo, aun sin importar que con cada entrega el terror y el miedo son peores o menos entretenidos.