noviembre 25, 2024
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‘La Isla de los Cañones del Tesoro’

octubre 6, 2023 | 174 vistas

Staff ED.-

Seguimos con la publicación periódica de la novela “La Isla de los Cañones del Tesoro”, una obra escrita e ilustrada por el señor Cleofás Gallardo Hernández, quien llevó su pasión por las historias al papel a través de sus propios medios. Ahora te compartimos el primer capítulo de la segunda parte de esta historia.

Si deseas enviar algún comentario sobre la novela puedes enviar un correo con tu mensaje o crítica a: [email protected] también puedes ayudar al señor Cleofás Gallardo (quien es una persona de la tercera edad de escasos recursos) a través de siguiente número de cuenta: 5512 3824 2431 8238 de Banco Azteca.

INICIA SEGUNDA PARTE

LA FORTALEZA SOL MAR

Después de huir del cobertizo para construir barcas por la presencia del ejército del Mayor Chaspe, el Capitán Abraham Esquino abordó el yate del viejo Cruces Rojan, llega al muelle de la fortaleza Sol Mar que se encuentra frente a una montaña rocosa.

Y cuando el Capitán desembarca del yate, camina por todo el muelle viendo a su paso a muchos hombres que cargan con canastos colmados de frutas. De pronto un vendedor de frutas le cierra el paso al Capitán, poniendo en el suelo sus dos canastos y habla diciendo.

–Señor –dijo el vendedor– tome de mis canastos las manzanas que usted quiera

–Gracias –dijo el Capitán– yo tengo mucho tiempo de no traer dinero en mis bolsillos.

–En esta isla –dijo el vendedor– la fruta no se vende y le colmaré sus manos de manzanas.

Con muchas manzanas en sus manos el Capitán continúa su camino por todo el muelle viendo a su paso a todos los barcos de velas que se encuentran anclados con poderosos cañones. De pronto una bellísima mujer de esbelta estatura, de tez blanca, cabellos dorados y ojos verdes se interpone al paso del Capitán, y sin pronunciar palabra alguna lo abraza uniendo en la boca del Capitán sus ardientes labios cargados de pasión. ..

Y el Capitán deja caer al suelo todas sus manzanas y le corresponde a la mujer estrechándola entre sus brazos en el momento en que pasan junto a ellos dos hombres fuertemente armados con ametralladoras de grueso calibre.

En cuanto los dos hombres armados se pierden entre la gente que se encuentra en el muelle, la hermosa mujer se aparta de los brazos del Capitán y emprende la huida, y el Capitán la persigue diciendo a gritos.

–¡No te vayas! –le grita el Capitán– regresa, quiero hablar contigo.

Al final del muelle el Capitán encuentra la hermosa mujer que pelea con un hombre a bordo de una lancha de motor y el dueño de la lancha le dirige su mirada al Capitán diciendo.

–Señor –dijo el dueño de la lancha– su mujer está loca y quiero que usted la baje de mi lancha.

De un espectacular salto el Capitán aborda la lancha y de un puñetazo en su mandíbula izquierda derriba el dueño de la lancha, haciendo que el hombre caiga de espalda a las aguas del mar. El Capitán emprende la huida a bordo de la lancha de motor retirándose del muelle de la fortaleza Sol Mar, llevando con él a bordo de la lancha a la hermosa mujer.

En un lugar fantástico de la costa de la isla, el Capitán y la hermosa mujer desembarcan de la lancha de motor y sin pronunciar palabra alguna, la hermosa mujer camina escalonando el suelo rocoso y el Capitán le sigue sus pasos hasta donde la mujer se detiene al llegar a tres palmas de coco, y el Capitán le dirige su mirada a la mujer diciéndole.

–Soy el Capitán Abraham Esquino –dijo el Capitán– y quiero saber por qué razón me abordó en el muelle apremiándome con sus besos para luego escapar de mí sin darme una explicación de que se había equivocado de persona.

La hermosa mujer levanta su mirada mirando hacia lo alto del cerro diciéndole al Capitán.

–Gracias Capitán –dijo la mujer– por traerme al lugar donde yo vivo, y me llamo Reda.

–Ni siquiera un ciego –dijo el Capitán– puede aceptar tu mentira, en el lugar donde nos encontramos ahora no existe ninguna choza, mucho menos una cueva.

La hermosa mujer se echa a caminar hacia la cima del cerro diciéndole al Capitán.

–Capitán –dijo la mujer– lo invito a que me acompañe para que se lleve una gran sorpresa al conocer el lugar donde yo vivo.

El Capitán le sigue los pasos a la hermosa mujer diciéndole.

–Reda –dijo el Capitán– a mí no me gustan las sorpresas de las mujeres hermosas, pero acepto tu invitación. Quiero conocer el lugar donde tú vives en este cerro.

Al llegar a la cima del cerro, Reda detiene sus pasos junto a una placa metálica que se encuentra pegada al suelo y que mide un metro de ancho por dos metros de largo diciéndole al Capitán.

–Capitán –dijo Reda– quiero que usted jale hacia cualquier lado esta placa para poder continuar con mi camino hacia donde yo vivo.

–Espero que esto no sea una maldita broma –dijo el Capitán– que para mí puede ser verdad que tú vivas en una tumba.

El Capitán levanta la placa metálica dándose cuenta de que debajo de la placa existe una escalera metálica de caracol que conduce hacia un profundo sótano, y el Capitán exclama diciendo.

–¡Diablos! –dijo el Capitán– No puedo creer que tú vivas en este maldito sótano.

–Guarda silencio Capitán –dijo Reda.

Reda se apresura en bajar por la escalera de caracol diciéndole al Capitán.

–Capitán –dijo Reda– usted tiene que bajar conmigo por esta escalera colocando por encima de su cabeza esta placa metálica hasta dejarla colocada cómo estaba puesta.

–Diablos –dijo el Capitán– nomás esto me faltaba, que yo también pueda vivir en este maldito sótano… y si esto significa el fin de mi vida, ya no me importa y bajaré contigo por la maldita escalera de caracol.

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