diciembre 14, 2024
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Mamá repostera lucha sin descanso

octubre 6, 2023 | 210 vistas

Patricia Azuara.-

Cd. Victoria, Tam.-
Para una mujer embarazada, el mayor de sus deseos es que el bebé que crece en su vientre nazca con total salud. Pero hay madres especiales, que son elegidas para tomar de la mano a hijos extraordinarios, pequeños que avanzan con luz propia, de sonrisas sinceras y lucha incansable.

Y transcurren esos largos nueve meses de gestación, y llega el momento de dar a luz, de conocer a ese ser al que le diste vida. Hasta ese momento todo es felicidad, dicha, esperanza, planes. Pero, ¿Cómo enfrentar diagnósticos adversos sin estar preparada?

¿Fácil?, no lo es, pero en cuestión de segundos, esas madres sacan una fuerza extraordinaria, tan extraordinaria como el hijo que cargan en sus brazos, y que a partir de ese momento requerirá esfuerzos cuádruples para salir adelante.

Y lo aceptan sin renegar, ya no miran para atrás, porque su única y real meta en la vida es levantar la cabeza, seguir para adelante y que sus pequeños sean felices y vivan en total plenitud.

Aunque el escenario parezca oscuro, ellas le ponen colores radiantes y brillosos, como los ojos inocentes de sus hijos que tienen los mismos derechos de vivir y ser felices. Pero cuando esos padecimientos, vienen en partida doble, las bendiciones se multiplican.

FUERTE NOTICIA

Imelda García Coronado dio a luz hace 23 años a Mariana Berenice. Todo parecía un embarazo normal, pero después del parto, los médicos le dieron la noticia: la pequeña tenía síndrome de Down. “Fue el primer golpe que me hizo más fuerte”.

Cinco años después, nació María Guadalupe, que hoy tiene 18 años. De igual manera, fue al momento de su nacimiento que le detectaron hidrocefalia mielomeningocele, “una segunda situación que me dio el destino”.

“Sí me dio tristeza, pero en vez de quedarme estancada le di para adelante, yo no soy una mujer que me quedó sentada esperando que me toquen la puerta, yo le echó ganas. Hay que buscarle, hay que sacar fuerza de donde sea”.

Con sus dos hijas que dependían al cien de ella, Imelda comenzó la difícil travesía de ser “Mamá Especial”. Muchos tropiezos, cansancio, lágrimas, sudor, preguntas sin respuestas, pero con la firme decisión de no dejarse caer.

SU LUCHA

Pocos años después, llegó un proceso de divorcio y se quedó sola, con Mariana y María y dos hijos más. Cuatro pequeños que hasta el día de hoy son su motor para continuar de frente y enfrentar el difícil destino que le tocó.

Luego de su separación, Imelda tuvo ahora que luchar sin ayuda, pero siempre agarrada de la mano de Dios, que un día, sin imaginar, le mostró el camino, que le daría el sustento que necesitaba para sobrevivir.

Una mañana vio una publicación de Facebook de unos médicos poblanos que llegarían al DIF en Ciudad Victoria, a revisar pacientes de manera gratuita. Fue ahí donde conoció a una señora que le platicó sobre unos cursos de repostería que ofrecían también sin costo, en el mismo lugar.

“Fue en el momento que me divorcié del papá de ellas, estuve batallando porque no me ayudaba, la niña requería de pañales, y la otra niña pues sus cuidados y cosas especiales que también son gastos extras”.

“Estábamos ahí y me dice una señora, ‘ya se me hizo tarde’ y yo le dije ‘¿por qué, a dónde va?’ Y que me responde que ahí estaban dando clases de repostería, y eso fue como una bendición para mí, y dije me voy a inscribir”.

MUJER EMPRENDEDORA

Fue así como empezó hace seis años su pequeño negocio desde casa. Eso le permitió sacar parte de los gastos sin desatender a sus hijas. Poco a poco fue mejorando la técnica de los pasteles, galletas, empanadas y otros postres que hoy son del agrado de muchos clientes.

“Yo empecé vendiendo arroz con leche, gelatinas, tamarindo fue lo que yo empecé a vender en un principio y empecé a ir a las escuelitas, y luego empecé a hacer galletas, empanadas, hojarascas, pays”.

“Luego ya después empecé con los pasteles, pero no sabía cómo ahora, pero seguí buscando cursos y me metía y estudiaba, siempre me preparaba para poder dar un mejor servicio, porque eso se merecen mis clientes que me apoyan”.

La lucha sin descanso de Imelda es admirable. Por las mañanas atiende el negocio de los pasteles y en las noches trabaja en una maquilladora, donde le dan seguridad social para sus hijas.

“Hay días que me siento muy cansada, pero no queda de otra, tenemos que seguir, mis hijas me necesitan, tengo que comprar medicamentos, pañales, su comida, los gastos de todo”.

 

UN RETO MÁS

Cada día llegan más clientes, pero también avanzan las necesidades. Recientemente le detectaron problemas en la tiroides a la mayor de sus hijas, situación que la mantiene muy preocupada, pues observa su salud cada vez más mermada.

Y aunque los especialistas ya la atienden, la zozobra de otro diagnóstico complejo la hizo romper en llanto; “estoy muy preocupada, yo espero que todo esté bien, dentro de lo que cabe verdad, me duele ver a mi hija malita”.

“Mucha gente me dice ‘¿Cómo le haces?’ Es difícil porque también trabajo en una maquiladora de noche y luego llegar y trabajar los pasteles, pero lo hago por ellas, y no me dejo caer, así debe ser, ellas son mi impulso”.

“Yo nunca me imaginé que ellas iban a nacer mal, todo el proceso de embarazo estuvo bien, nunca me dijeron que venían malitas, fue hasta cuando nacieron me las enseñaron y pues me explicaron que venían con problemas”.

Imelda dejó de preguntarse ¿por qué? Y se dijo ¿para qué? “Para qué me diste esta prueba, porque sabes que la voy a enfrentar, y la voy a sacar pese a todo, no es fácil, pero ahí la llevamos, mis nenas ya están grandes y seguimos en la lucha”.

Atiende en su domicilio que se ubica en la Privada Santa Elena número 220, Colonia Mirador o a su número de teléfono (834) 121 03 74.

Si tiene algún evento o fiesta de cumpleaños, apoya a Imelda y sus pequeñas, pero grandes guerreras.

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